El Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2021-2024 (Peciti) —programa gubernamental que elabora el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología () y a través del que se le destinan recursos a diferentes dependencias— entró en vigor con dos años de retraso, con conceptos ambiguos, sin corregir las fallas derivadas de la desaparición de los fondos de investigación ni la reducción de partidas presupuestales en el Conacyt y sin resarcir la opacidad histórica —que en este año asciende a más de 50 mil millones de pesos de un total de 113 mmdp de recursos para este 2022— para conocer el destino de recursos.

“Se tardaron dos años en publicarlo y para eso no existe ninguna justificación. Esto dejó a discreción a las entidades la forma en como estarían ejerciendo los recursos de los primeros años 2019, 2020, 2021 y 2022, porque el Peciti se publicó después de la aprobación del presupuesto. En la práctica son cuatro años en los que el presupuesto no pudo ser orientado porque no había un documento orientador. Es la primera vez que hay un retraso de esta magnitud. Además se le da demasiado peso a un tema que no es netamente científico y tiene que ver con el bienestar del país. La ciencia no tiene como objetivo generar bienestar, cuidar el medio ambiente ni combatir la pobreza, ese es el objetivo del gobierno. El objetivo de la ciencia es generar conocimiento. A los cientificos nos trasladan obligaciones del gobierno y ahora tenemos que generar conocimiento para acabar con la pobreza, por ejemplo, y aunque sí es posible, no es obligación del científico orientar para esos fines su investigación”, señala Brenda Valderrama, doctora en Biomédica básica y especialista en políticas científicas.

La importancia del Peciti radica en que es un programa gubernamental que elabora el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología cada sexenio desde 2002, tras la creación de la Ley de Ciencia, y se hizo, indica Valderrama, “como una formalización de la capacidad del Conacyt para coordinar el gasto federal de Ciencia y Tecnología. Se realiza mediante la consulta de todas las dependencias que reciben recursos de ciencia y tecnología. Entre todas arman un programa sexenal en el cual se orienta el gasto”.

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Durante los gobiernos pasados no se registró un retraso como el de ahora, pues aunque fue aprobado el 19 de diciembre de 2019 y ratificado el 14 de diciembre de 2020 por el Consejo General de Investigación Científica, Desarrollo Tecnológico e Innovación —que encabeza el Presidente—, se oficializó dos años tarde, tras su publicación el 29 de diciembre del 2021 en el Diario Oficial de la Federación.

Desde su inicio, señala Brenda Valderrama, ha sido un programa opaco, porque no todas las dependencias que reciben recursos a través del Peciti lo destinan a cuestiones relacionadas con tecnología e Innovación, esto de acuerdo con lo reportado por la misma Secretaría de Hacienda, en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF).

“En el archivo de los anexos transversales que emite la Secretaria de Hacienda no viene el anexo 12, que es el desglose de este gasto. Nunca ha venido, no sé por qué, es algo que se tiene que corregir, pero estamos imposibilitados para darle seguimiento a los recursos, es una falla de Hacienda”, plantea Valderrama.

Sin embargo, ese no es el único problema, pues también hay algunas secretarías y dependencias que reciben un presupuesto derivado del Peciti: “(algunas) sí etiquetan correctamente el presupuesto que reciben, pero hay otras que etiquetan parcialmente y algunas que no etiquetan ni un peso; es decir, reciben el dinero en teoría para el cumplimiento del Programa y lo usan para otras cosas. Hay una enorme opacidad del ejercicio del recurso. Hay dos responsables: Hacienda y las (mismas) dependencias”.

Valderrama realizó un análisis de los recursos etiquetados para 2022 y encontró que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, ISSSTE e IMSS sí etiquetaron “correctamente”; de forma parcial lo hizo la SEP, con 37%, y otras no etiquetaron nada.

“La más grave es la Comisión Federal de Electricidad que recibe 2 mil 122 mdp, Seguridad y Protección Ciudadana, la Fiscalía General de la República, Cultura, Marina y Relaciones Exteriores. Otra que es preocupante es Energía, que recibe casi 10 mmdp y sólo etiqueta el 9%. En general, de los 113 mmdp que tenemos este año para el cumplimiento del Peciti, solamente podemos rastrear el 49%, se pierde la posibilidad de rastrear más de 50 mmdp, que no sabemos y no hay forma de saber si efectivamente se destinaron a las actividades para las que estaban asignadas. Es un problema de antaño que no se ha corregido. No es que el dinero haya desaparecido, eso se asignó, sólo que no podemos rastrear y comprobar que se utilizaron para actividades de Ciencia, Tecnología e Innovación”, puntualiza la doctora Brenda Valderrama.

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Análisis de contenido

La especialista en política científica señala que el contenido del Peciti cuenta con una “narrativa excluyente, descalifica a todos los ejercicios anteriores y también a muchos sectores de la población y deja como únicos interlocutores legítimos a aquellos que compartan la visión que tiene el Conacyt en este momento” y que afecta a la comunidad científica porque “no corrige las otras fallas derivadas de la desaparición de los fondos de investigación ni la reducción de partidas presupuestales en el Conacyt”.

Ese problema se agrava si se toma en cuenta que el Peciti debe estar en concordancia con el Plan Nacional de Desarrollo, aunque el de este sexenio tiene en general, dice Brenda Valderrama, “un problema de estructura y es que no tiene objetivos estratégicos, ni tácticas ni líneas de acción. En particular, para ciencia, todo lo que se menciona son seis líneas, algunas de ellas son: ‘el gobierno federal promoverá la investigación científica y tecnológica, apoyará a estudiantes y académicos con becas y estímulos en bien del conocimiento, el Conacyt coordinará el Plan Nacional para la innovación en beneficio de la sociedad y en el desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas’”.

El Peciti de esta administración tiene seis objetivos que define como prioritarios: Fortalecimiento de la Comunidad Científica, Ciencia de Frontera, Programas Nacionales Estratégicos, Desarrollo y Transferencia de Tecnología, Promoción del acceso universal al conocimiento y sus beneficios, e Información y Prospectiva Científica con Impacto Social; sin embargo, Gabriela Dutrénit, doctora en Economía de la Innovación por la Universidad de Sussex, Inglaterra, señala que “son confusos, repetitivos, dicen cosas inapropiadas para el desarrollo de la ciencia, porque se sigue con el discurso del desarrollo de una ciencia propia”.

Dutrénit agrega que en el documento se habla de problemas prioritarios, pero “en ningún lado se especifica cuáles son. En algún momento se mencionan temas como bioseguridad, desarrollo sustentable o alimentación, y da la sensación que esos son problemas prioritarios, pero no hay uno planteado como tal y por lo mismo, el Peciti no orienta como debiera. Todavía que llega tarde, tiene imprecisiones”.

Ambas especialistas señalan que “ningún Peciti fue perfecto”, pero en este caso, se trata de un documento que es “menos preciso. En el pasado sí se definían los problemas prioritarios. Por ejemplo, en el Peciti del sexenio pasado sí se hizo un conjunto de proyectos estratégicos que se acercaban a problemas prioritarios que fueron definidos por diferentes sectores y aquí eso no sucede”, indica Dutrénit.

Al no estar definidos los problemas prioritarios, detalla Dutrénit, se abre una puerta para que esos problemas puedan cambiar cada tanto y eso genera “imprecisiones, pero el tema es por qué no definir con la participación de los distintos agentes de la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI)”.

Advierten opacidad de 50 mmdp en programa especial para ciencia
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