Reid Wiseman, Victor Glover, Christina Hammock Koch y Jeremy Hansen están listos para viajar juntos. Listos para convertirse en parte de la gran odisea científica de 2024 cuando el proyecto Artemis de la NASA marque el inicio de las misiones tripuladas del programa para regresar a los humanos a la Luna.
Artemis II realizará un vuelo orbital alrededor del satélite. La nave espacial Orion estará tripulada con estos cuatro astronautas, lo que será la gran antesala del Artemis III en 2025, cuyo objetivo será cumplir el sueño de llegar a la Luna por primera vez desde Apolo 17.
Y como los sueños siempre tienen precio, este ronda en los 95 mil millones de dólares.
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Exploración
A la agencia espacial estadounidense le gusta subrayar que será el primer viaje a la Luna de una mujer y un afroamericano, pero más allá de las cuotas de género o raza, el enfoque de exploración tiene que ver con el esperado salto de la Luna a Marte para la exploración humana al espacio profundo, mediante la que se buscan nuevas oportunidades para descubrimientos científicos, asociaciones comerciales, industriales y académicas.
En una entrevista, la astronauta Christina Hammock decía que desde los cinco años de edad ya planeaba abandonar la atmósfera terrestre y sus grandes temporadas haciendo ciencia en la Antártida la prepararon para situaciones extremas, como con las que tendrá que lidiar próximamente.
Alaba el papel de los mentores y de los divulgadores científicos, quienes son los que ponen verdaderamente en órbita los sueños de cientos de personas, que impulsan proyectos por más inalcanzables que puedan parecer.
En 2024, China también tiene una misión muy importante: la devolución de muestras lunares del Chang'e-6.
Este se convertiría en el primer proyecto en recolectar muestras de la cara oculta de la Luna.
Pero hay más proyectos de exploración lunar. Las misiones para visitar lunas en el Sistema Solar incluyen a la nave Clipper de la NASA, que buscará explorar Europa, la luna de Júpiter. Nuevamente, el objetivo es la búsqueda de las condiciones idóneas para albergar vida.
Por otra parte, la misión japonesa Martian Moons eXploration (MMX), también prevista para este año, visitará las lunas de Marte, Deimos y Fobos. En esta última buscará recolectar muestras de su superficie que espera traer a la Tierra terminando la década.
Observación cósmica
Siguiendo el camino de las estrellas y también para finales de 2024, la revista Nature recuerda que está previsto que el Observatorio Vera C. Rubin, en Chile, comience a operar algunos de sus instrumentos.
Con el telescopio de 8.4 metros del observatorio y la cámara gigante de 3 mil 200 megapíxeles, los científicos esperan descubrir muchos fenómenos transitorios y asteroides cercanos a la Tierra.
En esa misma geografía, el Observatorio Simons, en el desierto de Atacama, estará terminado a mediados de 2024. Se trata de un experimento de cosmología de próxima generación que buscará firmas de ondas gravitacionales primordiales (el resplandor del Big Bang) en el fondo cósmico.
Sus telescopios estarán equipados con hasta 50 mil detectores captadores de luz, 10 veces más potentes que proyectos similares actualmente en marcha, como el cercano Telescopio de Cosmología, mediante el que los científicos han elaborado un detallado mapa de la distribución de la materia oscura en una cuarta parte del cielo, confirmando la teoría de la relatividad de Albert Einstein.
Cada vez son más ambiciosas las posibilidades de penetrar con estos instrumentos los secretos de la materia oscura a cientos de millones de años luz.
También se iluminarán en 2024 los resultados de un experimento para detectar axiones, diminutas partículas de materia oscura emitidas por el Sol y convertidas en luz. Aún no se han observado experimentalmente porque requieren herramientas de detección ultrasensibles y un campo magnético extremadamente fuerte.
Estas posibilidades se encuentran en el experimento BabyIAXO del sincrotrón electrónico alemán de Hamburgo, que utiliza un telescopio solar compuesto por un imán de 10 metros de largo y detectores de rayos X que pueden seguir el centro del Sol durante 12 horas al día y que se espera logren captar la conversión de axiones en fotones.
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De mosquitos y otras cosas
El cambio climático está ocasionando que las condiciones ambientales cada vez sean más propicias para el aumento de enfermedades como el dengue. Las cifras de casos en todo el mundo parecen incontrolables, por lo que las estrategias científicas para combatirlo se multiplican en terrenos que a veces retan la imaginación.
El Programa Mundial de Mosquitos comenzará a producir mosquitos que combaten este tipo de enfermedades. Los insectos son infectados por una cepa bacteriana que les impide transmitir virus patógenos, por lo que mediante la expansión de estas poblaciones se podrían proteger hasta 70 millones de personas de enfermedades como el dengue y el zika. Este año iniciará la producción de hasta 5 mil millones de mosquitos de este tipo, cifra que se irá abonando año con año durante la próxima década.
La prestigiada revista "Nature" apunta que también se espera que para 2024 haya nuevas aportaciones sobre la base neuronal de la conciencia. El interés por la relación causal existente entre la conciencia y la actividad neuronal subyacente ha aumentado en las últimas décadas. Se han llevado a cabo numerosos estudios sobre las estructuras y redes cerebrales que subyacen a la conciencia, pero aún existe una visión fragmentada.
Se espera que un proyecto que está probando dos teorías de la conciencia a través de una serie de experimentos contradictorios publique sus consideraciones finales en este 2024. En la primera ronda, ambas teorías no lograron alinearse completamente con los datos observados de imágenes cerebrales, pero la segunda parte de los experimentos podría acercar a la neurociencia a descifrar los misterios de la experiencia subjetiva.
Combatir el cambio climático
Otra conciencia un poco más objetiva, la ambiental, también tendrá un capítulo importante este año. En la segunda mitad de 2024, la Corte Internacional de Justicia de La Haya podría emitir una opinión sobre las obligaciones legales de las naciones para combatir el cambio climático y pronunciarse sobre las consecuencias legales para aquellos que se considere que están dañando el clima. Largas historias con buenas intenciones, pero sin resultados claros.
Otro ejemplo de esto son las negociaciones para el tratado de plásticos de la ONU, mediante el que se busca establecer un acuerdo internacional vinculante para eliminar la contaminación plástica. Se espera que estas negociaciones concluyan este 2024.
Desde hace más de 70 años, el mundo ha producido 10 mil millones de toneladas de plástico, de las cuales más de 7 mil millones son ahora desechos, gran parte de los cuales contaminan los océanos y dañan la vida silvestre.
Se calcula que el mundo generó alrededor de 150 millones de toneladas métricas de residuos plásticos de un solo uso el año pasado. Eso equivale a alrededor de 14 mil torres Eiffel de desechos.
IA: Aliada tecnológica
Finalmente, los avances en inteligencia artificial (IA) no podrán pasar desapercibidos este año. OpenAI lanzará GPT-5, la próxima generación del modelo de inteligencia artificial (IA) que sustenta el chatbot, pero también se espera el posicionamiento de Gemini, el competidor GPT-4 de Google.
Gemini es un modelo multimodal que entiende varios tipos de información: textos, imágenes, audios y códigos de programación. Esto lo va a convertir en un modelo extremadamente flexible para diversas aplicaciones.
Para muchos especialistas, el 2024 será un año decisivo para la IA, de hecho, Bill Gates ha dicho que estamos en un momento de transición similar a cuando llegó Internet y que paulatinamente escaló a todas las áreas de nuestra vida.
Si se democratizan sus alcances en salud y educación, se puede convertir en el mejor aliado. Ya la pandemia demostró que son objetivos alcanzables para reducir tiempos y esfuerzos, por ejemplo en la generación de vacunas y fármacos. Su capacidad de gestión de datos impacta en todas las áreas y probablemente este año seguirá retando a la imaginación.
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