Para tener éxito en la estrategia rumbo a una política industrial que planteó la semana pasada la Secretaría de Economía, debe contarse con un presupuesto y voluntad política, coincidieron representantes del sector de la Concamin y la Canacintra.

Hace unos días, la dependencia presentó la estrategia industrial que considera como sectores prioritarios al agroalimentario, eléctrico-electrónico, electromovilidad, servicios médicos y farmacéuticos, así como a las industrias creativas. Sin embargo, en el paquete presupuestal 2023 no se ha considerado una partida ni incentivos para dicho plan.

Por una parte, el presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), José Abugaber, expuso que tenga éxito la estrategia de política industrial que presentó el gobierno federal se requieren cinco factores.

Un presupuesto de egresos para a ese fin; incentivos fiscales claros y concretos; participación del sector industrial en el monitoreo de mesas de seguimiento; voluntad política para combatir la ilegalidad e informalidad, así como acuerdos comerciales alineados a la política industrial.

A su vez, el presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Transformación (Canacintra), José Antonio Centeno, dijo que a la política industrial “hay que agregarle los cómo, los quiénes y los con qué”.

Voluntad y presupuesto, base de política industrial
Voluntad y presupuesto, base de política industrial

Reconocen valores

Para el economista y presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Concamin, José Luis de la Cruz, hay tres puntos importantes a tomar en cuenta. Primero, que el gobierno asume que es necesario una política industrial en la que participan las secretarías de Economía, de Hacienda y la banca de desarrollo.

En segundo lugar, se rompe el dogma de que no es necesaria una política industrial y, en tercer lugar, se divide al país en regiones y sectores, considerando las vocaciones de las entidades.

De la Cruz dijo que hay empresas que se instalan con o sin incentivos, así que debe aprovecharse esa situación a favor para lograr que se saque el mayor provecho de la política industrial que planteó el gobierno federal.

Por ejemplo, se puede impulsar el incremento del contenido nacional en la industria y aprovechar los montos de inversión en infraestructura física que tiene contemplado realizar el gobierno en este año y en 2023.

Es importante, dijo, que se considera la participación de la banca de desarrollo, porque a través de ella se pueden ofrecer créditos sin necesidad de sujetarse a un calendario presupuestario.

Expuso que, si bien, toda la propuesta de inversión y el presupuesto para 2023 no están destinados a impulsar la política industrial, sí se puede lograr que se apoye a la industria nacional.

Plan a detalle

La estrategia rumbo a una política industrial que presentó la Secretaría de Economía el 20 de septiembre tiene como ejes transversales promover el desarrollo económico sostenible e incluyente, fomentar la competitividad y la capacidad productiva de la industria con su actualización tecnológica-científica.

“Las acciones implementadas en cada uno de los ejes tendrán efectos en toda la industria, y principalmente en cinco sectores estratégicos por su relevancia para la economía actual y del futuro, su tasa de crecimiento anual y su importancia para el mercado laboral. Los sectores son: agroalimentario; eléctrico-electrónico; electromovilidad; servicios médicos y farmacéuticos, e industrias creativas”, dio a conocer la Secretaría de Economía.

Esta política se diseñó con base en el estudio de las acciones de países líderes en innovación industrial, así como en el análisis de las características de México, y brinda una ruta de acción clara con el propósito de aumentar la competitividad de la economía mexicana en el presente y en el futuro, detalló la dependencia.

Además, el centro de la política serán las micro, pequeñas y medianas empresas.

También se consideran acciones puntuales, como impulsar carreras en ciencia, tecnología, ingenierías y matemáticas como pilar para la industria nacional.

Otro punto clave es elevar el contenido nacional de vehículos ensamblados y producidos en México, y aumentar la participación de fabricantes de componentes de semiconductores.

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