Las acciones para contener la inflación que alista el gobierno, dialogando de forma directa con el sector privado, se limitan a lo que producen las empresas más grandes del país o solamente a algunos alimentos que, aparentemente, son los más consumidos, dijeron expertos.
Por ejemplo, sólo se incluyen las tortillas de tiendas de autoservicio y no las que se venden en expendios, y se considera nada más al frijol negro, pero no al bayo, pinto ni canario.
Lo anterior puede crear distorsiones en el mercado, poniendo en riesgo los procesos de producción, e incluso se puede generar desempleo.
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“Es curioso que, ante una inflación mundial, se recurra a un control de precios local. Lo que va a hacer es trastornar la economía local, creando distorsiones en el mercado, escasez y mercados negros”, dijo el director de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Mayab, Luis Foncerrada.
Añadió que aunque no sea un control de precios, como asegura el presidente Andrés Manuel López Obrador, se trata de “controles que son políticos, no económicos, y dañan mucho a la economía en general”.
Podrán sumarse a la estrategia de no subir precios quienes no tienen aumento de costos, agregó, pero no se puede decir que porque no suba la gasolina entonces se pueden frenar las alzas, si en realidad hay otras materias primas que también se incrementan.
“Aunque no es control, el llamar [a los empresarios] y decir que los van a vigilar es algo político”, recalcó.
Sin embargo, se debe considerar que no todos los precios suben igual; entonces, los genéricos involucrados en un acuerdo para que no se encarezcan se van a quedar rezagados con respecto a otros, explicó.
Con ello, agregó Foncerrada, “tiende a haber una distribución artificial de ganancias, porque hay otros precios que van a seguir subiendo y seguirán cobrando lo que tengan que cobrar para que salga el costo”.
Agregó que hay un efecto muy perverso en el mercado, donde se desajustan los precios relativos y, por tanto, se desajustan los procesos de producción, algo que eventualmente puede causar desempleo si algunas empresas dejan de producir.
Además de los casos señalados previamente de las tortillas y el frijol, la lista de 24 productos elegidos por el gobierno para frenar la inflación incluye al huevo, pero se está negociando sólo el blanco y no el rojo, además de que se consideró el azúcar, pero en su variedad morena, y no la refinada.
En el caso del jitomate ocurre algo similar, pues se incluyó la variedad saladette, pero no el bola.
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Estrategia polémica
Según lo dio a conocer la semana pasada el presidente Andrés Manuel López Obrador, mañana se presentará un plan contra la carestía, enfocado a 24 productos de la canasta básica.
Sin embargo, EL UNIVERSAL dio a conocer que, a pesar de que entregaron al gobierno sus propuestas para combatir la inflación, los organismos empresariales han quedado fuera de la elaboración de esa estrategia.
El gobierno buscó a los grandes productores de diversos alimentos porque son quienes tienen más poder en el mercado, explicó hace unos días el titular de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), Ricardo Sheffield.
Para Raymundo Tenorio, profesor emérito del Tec de Monterrey, el gobierno eligió productos que apenas inciden en poco más de 12% del total del Índice Nacional de Precios al Consumidor.
Además, sólo significan 50% del grupo de alimentos y bebidas que se contienen en ese indicador y se dejó de considerar que hay otros productos que consumen los mexicanos, como por ejemplo el bolillo o la telera.
Otro punto clave, dijo, es que el gobierno olvida que el mayor impacto de la inflación, que se refleja de manera importante en la industria, es el aumento del gas.
“El mayor impacto es el alza en el gas. Todo producto alimentario transformado tiene como componente principal el gas, y el costo del gas natural se ha incrementado en 96.76% en los últimos meses”, subrayó Tenorio.
Así que todos los alimentos que se producen tienen un impacto en sus costos, como lo son las pastas, quesos, moles, mantequilla, jugos, leche, salchichas, etcétera.
Además, señaló que si el gobierno piensa hablar con los principales productores para que contengan sus precios finales puede haber especulación, mercado negro y escasez.
“Lo mejor es analizar cuáles son los insumos que se necesitan frenar para que no impacten los costos de producción”, dijo.