Así como en Islandia, Polonia, España, Argentina y Estados Unidos, el próximo 9 de marzo habrá un paro de mujeres en México.
La intención es sensibilizar a la población y a las autoridades sobre la gravedad de los feminicidios en el país, pero también para reflexionar sobre la importancia de las mujeres en la economía.
Al respecto, Mónica Flores Barragán, presidenta de ManpowerGroup Latinoamérica, una de las ejecutivas con mayor conocimiento sobre la situación de las mujeres en el ámbito laboral, comparte a EL UNIVERSAL su opinión sobre la convocatoria.
Para la directiva, el hecho de que diariamente existan 10 feminicidios reportados y no haya una sola acción por parte del gobierno o la sociedad en conjunto para eliminar este problema, el paro es la única forma de reaccionar.
“Necesitamos una sacudida para que vean lo que está pasando y tenemos que cambiar esta realidad, no sólo por las mujeres sino por las niñas y los niños del futuro.
“Entonces, no hay manera más que a ver qué pasa si no estamos. Si por miedo no salimos un día o si no estamos porque en el imaginario valemos menos, o si mejor no trabajamos porque de cualquier manera ganamos menos. En ese sentido, estoy de acuerdo con el paro”, dice.
“Debemos tener mucho cuidado en no politizarlo, no sabotearlo y no estigmatizarlo. Es un movimiento limpio. El origen es válido, es moral y es justo”, subraya.
De acuerdo con estimaciones de esta casa editorial, si toda la fuerza laboral femenina deja su actividad por un día, incluyendo el trabajo no remunerado, la economía puede perder 37.7 mil millones de pesos, una cantidad superior a los ingresos petroleros que captó el gobierno en diciembre pasado
“Paramos no sólo en protesta sino para demostrar lo que sucede cuando no producimos, no compramos y no salimos a la calle a ser consumidoras o proveedoras de un servicio”, indica Flores Barragán.
Machismo y violencia
Para entender el origen de la molestia entre las mujeres, además de los feminicidios, la ejecutiva explica que las mexicanas se enfrentan a dos situaciones: la cultura machista y la violencia doméstica.
En México, tradicionalmente a las mujeres se les educa para atender, obedecer, cuidar a los enfermos, ancianos y niños, y a estudiar “carreras de niña”.
“Así nos entrenan porque ni siquiera es educación, es entrenamiento. Esto trae como consecuencia que los puestos de decisión los ocupen los hombres porque estudiaron las carreras que necesita el mercado laboral.
“Los educan para tomar riesgos, decisiones, ser valientes y entonces, las mujeres nos vamos quedando atrás”, expone.
Entre las carreras y oficios que las mujeres no estudian por su género están: Ingeniería, Química, Ciencias, Matemáticas, Tecnologías de la Información, Marketing y Ventas, Gestión Administrativa y Logística, chofer, técnico de producción, operador de maquinaria, electricista, soldador y mecánico.
“Estudian decoración o Pedagogía. Necesitamos esos puestos, pero no necesitamos tantas”, afirma.
Una vez insertadas en el ámbito laboral, cuando las mujeres se embarazan se limitan ellas mismas o por sus jefes para ascender, pues implica viajar, trabajar más horas, entrar a juntas, y ya tienen la responsabilidad de atender la casa y cuidar a los hijos.
“Muchas que estudiaron una carrera y trabajan en empresas formales viven muertas de miedo porque si llegan tarde a su casa las van a regañar. O si no fueron al súper, no llenaron el refrigerador y no tienen la ropa planchada y lavada, las van a regañar”, apunta Flores Barragán.
“La cultura machista no le ha hecho bien al desarrollo económico del país”, asegura.
La educación que reciben las mujeres también contribuye a la desigualdad salarial, pues si un hombre y una mujer entran a trabajar el mismo día con el mismo sueldo, en los primeros dos años, 57% de los hombres ya pidió un aumento por sólo 7% de las mujeres.
“Si se abre una vacante para un puesto, las mujeres no aplican si no están seguras de que cumplen con 100% de lo que piden, y los hombres aunque cumplan con 40% levantan la mano y se los dan”.
ManpowerGroup estima que la brecha salarial entre hombres y mujeres en México es de 17%, en promedio.
Sin embargo, además de la cultura machista, es muy común la violencia doméstica: “Todos tenemos una conocida a la que el marido la maltrata. No necesitan ser golpes o violación, la maltrata verbalmente, sicológicamente, la devalúa frente a sí misma, la tiene sometida sicológicamente y económicamente”.
“Es importante que las niñas estudien porque una de las principales causas por las que las mujeres aguantan es porque no tienen cómo darle de comer a sus hijos”, dice la presidenta de ManpowerGroup
Estos factores generan molestia y frustración en muchas mexicanas.
Propuestas
La ejecutiva considera que el paro del 9 de marzo debe ser un parteaguas para presentar propuestas.
En el ámbito laboral, enfatiza, se debe promover una cultura de igualdad de oportunidades, equidad salarial, facilidades para que las mujeres sigan activas cuando están cuidando a sus hijos pequeños con salas de lactancia, guarderías o la posibilidad de trabajar remotamente o medio tiempo.
También se puede permitir a hombres y mujeres que lleven a sus hijos a la oficina.
“No todas las empresas pueden poner una guardería, es inviable, pero podemos trabajar en una política pública en la que todas estas cosas se aglutinen y se propongan buenas prácticas entre los grupos empresariales. Debe haber compromisos públicos, medibles y realistas”.
En cuanto al acoso y hostigamiento, se deben implementar protocolos en las empresas para reportar con confidencialidad, investigar, resolver y que tengan consecuencias claras. En la calle se pueden crear espacios seguros donde alguna tienda departamental o las oficinas de una compañía se declaren como un lugar donde cualquier mujer que se sienta perseguida o violentada pueda entrar y resguardarse.
ManpowerGroup destaca que en América Latina, México es de los países más rezagados en términos de equidad, pues Costa Rica, República Dominicana, Honduras, Guatemala, Chile y Uruguay han avanzado más en este tema.
“El país que menos mujeres tiene en puestos de consejo es México”.
El año pasado, la población femenina ocupada en el país fue de poco más de 22 millones de trabajadores, la mayoría en la informalidad, lo que implica bajos ingresos, subempleo y sin prestaciones.