La Unión Europea y el Mercosur, el bloque sudamericano conformado por Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, sellaron el viernes un acuerdo comercial tras más de dos décadas de negociaciones que permitirá la creación de una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo.
De concretarse, el acuerdo entre la UE y el Mercosur abarcaría a más de 700 millones de personas y representaría casi el 25% del Producto Interno Bruto mundial.
“Hoy se marca un hito verdaderamente histórico”, dijo en una rueda de prensa la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, al frente de las negociaciones en nombre de los 27 miembros de la UE, y calificó al tratado como un “acuerdo ambicioso y equilibrado”. Von der Leyen se encuentra en Montevideo para acompañar la cumbre de los líderes del Mercosur que se celebra el viernes. “Este acuerdo no es sólo una oportunidad económica, es una necesidad política”, agregó.
Por su parte, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, destacó que en la reunión previa que mantuvieron los líderes “todos han subrayado la transcendencia del día de hoy”, pese a los “matices y diferencias” que puedan existir en el grupo. Asimismo, calificó el tratado como una “oportunidad” en un mundo “tan convulsionado”.
“Un acuerdo de este tipo no es una solución, no hay soluciones mágicas”, dijo Lacalle Pou. “Es una oportunidad”.
Este acuerdo llega en un momento crítico para ambas partes, presentando oportunidades de importantes beneficios mutuos a través del fortalecimiento de la cooperación geopolítica, económica, de sostenibilidad y de seguridad. No obstante, no es el final de la historia para los europeos. Francia encabeza un grupo de países que todavía tienen objeciones al pacto y los 27 países miembros deben respaldarlo para que entre en vigor. También debe ser ratificado por el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales de los países implicados.
En declaraciones dirigidas a sus “compatriotas europeos”, y quizás a aquellos más escépticos como los agricultores de Francia y otros lugares, Von der Leyen dijo que el pacto tendría un impacto positivo en alrededor de 60.000 empresas que exportan al Mercosur.
Añadió que se “beneficiarán de aranceles reducidos, procedimientos aduaneros más simples y acceso preferencial a algunas materias primas críticas. Esto creará enormes oportunidades comerciales”.
Lee también Francia vive crisis política; tumban al premier Barnier
“Y a nuestros agricultores”, dijo, “hemos escuchado sus preocupaciones y estamos actuando en consecuencia. Este acuerdo incluye sólidas salvaguardas para proteger su sustento".
En 2019 ambos bloques anunciaron un borrador del tratado, pero las divergencias sobre cuestiones ambientales, económicas y políticas retrasaron su aprobación final, en medio de una fuerte oposición, sobre todo de Francia.
Las negociaciones entre los bloques iniciaron en 1999 y, 20 años después, se anunció un acuerdo inicial que nunca llegó a ser ratificado debido a que la UE reclamó mayores garantías de que los países latinoamericanos cumplirían con estándares ambientales y laborales más estrictos.
A lo largo de las conversaciones, Francia —que tiene la mayor industria agrícola de Europa— ha sido el principal opositor al acuerdo, una postura que fue acompañada por Polonia, Austria y Holanda. Por otro lado, entre los principales impulsores destaca Alemania, que ve en Sudamérica un mercado clave para su sector automotriz y es respaldada por España, Italia y Portugal.
El acuerdo es “un hito para la economía alemana”, dijo en un comunicado Dirk Jandura, jefe de la asociación de exportadores BGA de Alemania, la mayor economía de Europa pero que viene teniendo dificultades para generar crecimiento. “Acuerdos tan importantes no deberían tardar 25 años”.
Jandura instó además al gobierno alemán a que se asegure de obtener una mayoría para el acuerdo entre los gobiernos de la UE porque “necesitamos este acuerdo”.
Si es ratificado, el acuerdo UE-Mercosur supondría la reducción de aranceles y barreras comerciales entre los bloques y facilitaría a las empresas de ambos lados exportar bienes.
Para los europeos significaría aranceles más bajos para productos como automóviles, maquinaria y productos químicos, en tanto que los países sudamericanos tendrían un acceso privilegiado a los mercados de la UE para sus exportaciones agrícolas, como el azúcar y la carne de res y de aves de corral, ya que lograrían eliminar en un 70% los aranceles de los productos exportables.
Sin embargo, algunos de los que han sido testigos de las décadas de vaivenes del acuerdo comercial no están celebrando todavía, pues el camino hasta una eventual entrada en vigor todavía es largo.
“Cualquiera que tenga un poco de memoria es escéptico. Parece que ya hemos pasado por eso antes. Han presentado líderes, han declarado la victoria y han celebrado y, sin embargo, siempre parece haber un problema”, dijo Brian Winter, vicepresidente de Americas Society/Council of the Americas, con sede en Nueva York.
En ese marco, el canciller de Uruguay, Omar Paganini, reconoció que la efectiva puesta en marcha del acuerdo y sus beneficios aún dependen de varias etapas, como la revisión de distintos organismos y la ratificación individual de los países.
“Es un proceso que demora, demora un año, un año y medio para poder entrar en vigencia”, explicó a los periodistas. “La parte comercial la tiene que aprobar las autoridades de la Unión Europea y las autoridades de cada país del Mercosur”.
Además, hay otras adendas referentes a otros temas, como en materia ambiental y laboral, que igualmente tienen que ser aprobados por los respectivos órganos reguladores de cada país, cuyas etapas pueden ser distintas según los procesos de cada país, agregó el canciller.
sg