Nuestra situación financiera depende de nuestras decisiones. Ya sean buenas o malas, estas van forjando la forma en la que afrontamos el mundo con respecto al dinero. Así que si eres de los que nunca llega a finales de mes con lo suficiente en la cartera, necesitas cambiar la manera en la que te acercas a este. En la realidad, no sólo se trata de tomar decisiones nada más. A la convicción se le suma la constancia, lo cual se traduce en fuerza de voluntad necesaria para cambiar y construir hábitos que puedan encaminarnos a la prosperidad financiera.
La ciencia lo ha demostrado así. Cambiar los hábitos empieza por la fuerza de voluntad que implica proponerse un objetivo en la vida, cuenta Charles Duhigg, un periodista autor de varios best sellers, en su libro, El poder del hábito. Explica que cuando tomamos una decisión de manera consciente, lo hacemos de manera frecuente a fuerza de voluntad, pero luego, lo hacemos de forma automática.
“Es una consecuencia natural de nuestra red nerviosa”, explica. Duhigg le dio seguimiento a varios estudios científicos que buscaban demostrar la manera en la que se gestaba el cambio de hábitos en un individuo.
Por ejemplo, una mujer que deseaba con todas sus fuerzas atravesar el desierto, se dio cuenta de que tenía que dejar de fumar si quería lograrlo. Esto desencadenó una serie de cambios que a su vez incidirían en tener que correr, cambiar sus hábitos alimenticios e incluso empezar a ahorrar y a planear si quería tener dinero para pagar el viaje hacia el desierto. Según los científicos, lo que desencadenó la transformación fue el cambio que implicó dejar de fumar.
Así, varios especialistas que han hablado del tema coinciden en que tener ciertos hábitos en específico es una de las cosas que llevan a los que tienen dinero a tenerlo. No se trata de buena suerte sino de ciertas actitudes que se repiten a lo largo de sus vidas lo que hace que ellos tengan la riqueza que tienen. Tom Corley y MuchaelYardney, autores de Rich habits, poor habits, concluyeron que la gente que es rica lo es porque hace las cosas distintas al resto de individuos.
Ahora bien, ¿cuáles son estas actitudes respecto al dinero que hacen que las personas tengan los bolsillos vacíos y tengan que preocuparse por terminar cada quincena?
Por ejemplo, pensar sólo en el corto plazo y gastar en consecuencia. Los mexicanos solemos pensar en el corto plazo, pero antes de criticar nuestra cultura, es importante decir que esto es algo biológico, no sólo cultural.
En general, los seres humanos preferimos inclinarnos hacia el corto plazo que pensar más allá. ¿Por qué? Las razones son varias, pero fundamentalmente porque el futuro nos parece una materia tan abstracta que la pasamos de largo. Esto es algo “inherente a la naturaleza humana” y que nos hace trastabillar a la hora de tener claro cuáles son los beneficios que nos traería ahorrar en el largo plazo, según explica Dan Ariely, un científico dedicado a la sicología conductual, el cual lleva décadas estudiando por qué nos comportamos como lo hacemos.
Para entenderlo, en México, por ejemplo, el principal motivador para ahorrar de los habitantes del país es que, según una encuesta sobre Conocimiento y Percepción del Sistema de Ahorro para el Retiro, 51% lo realiza para el corto plazo, es decir, para una emergencia. Y del total, sólo 11% explicó que ahorraba para su retiro, o sea para el largo plazo.
Lo que queda es luchar contra la propia naturaleza —en esto pueden ayudar algunos recursos, como la automatización— y prepararnos no sólo para cuando llegue la hora de retirarse, sino para alcanzar la deseada libertad financiera.
¿Y qué es? La libertad financiera es un concepto que los especialistas en finanzas personales utilizan para denominar al tiempo que tú podrías mantenerte (si renunciaras a tu trabajo) sin perder tu calidad de vida. Tener una buena libertad financiera es importante porque esto te ayudará a cumplir todos tus sueños al darte la seguridad que necesitas si algo sale mal.
“Tu libertad financiera mide el tamaño de tu red de seguridad, de tu colchón financiero si hay imprevistos, si las cosas van mal o si quieres emprender una aventura profesional”, explica Luis Pita, un español experto en finanzas personales y autor del libro Ten peor coche que tu vecino. Tener una red de un año, por ejemplo, te hará sentirte seguro y con la libertad de tomar algún nuevo reto profesional. Pero para ello, es necesario dejar de pensar en el corto plazo.
Hacerlo así no funciona
Otro hábito que hace que nuestros bolsillos estén vacíos es el de ahorrar lo que sobra a final de mes. ¿Por qué? Porque si tú has querido seguir esta máxima, ya sabes que no funciona. Al final de mes no sobra ninguna cantidad y se vuelve un círculo vicioso que nos hace una y otra vez llegar a duras penas al final de nuestro periodo de pago. ¿Cómo luchar contra ello? Separando primero el dinero que se piensa ahorrar. Se le ha llamado “pagarte a ti mismo primero” y es una de las lecciones sobre finanzas personales más antiguas y útiles de la historia.
George S. Clason un empresario estadounidense propietario de una empresa de mapas, es autor de El hombre más rico de Babilonia, un libro que enuncia una serie de máximas sobre el dinero que ayudarían a construir riqueza a quien las practique. “Pagarte a ti mismo primero” ha sido una filosofía que expertos en finanzas personales de la talla de Robert Kiyosaki han recomendado para hacer crecer la riqueza.
Según Clason, funciona así: “Una parte de lo que tú ganas es tuyo y lo puedes conservar. No debe ser menos de una décima parte, sea cual sea la cantidad que tú ganes. Puede ser mucho más cuando te lo puedas permitir. Primero págate a ti”. Pero esta parte que te pagas a ti no debería de irse al saco del ahorro, porque esta no es una manera en la que crece el dinero. Para que este crezca necesitas ponerlo a trabajar para ti buscando la manera en la que este pueda convertirse en más dinero. Y esto sólo se logra a través de alguna herramienta que haga que el dinero se multiplique, ya sea a través de un negocio o de algún instrumento de inversión.
Una recomendación financiera que se repite una y otra vez es la de hacer un presupuesto. Es una herramienta que te va a permitir tener control de cuánto gastas, y que te ayudará a darle un uso más eficiente al dinero. Sin embargo, si no te pagas primero y te preocupas por el mediano y largo plazos, tener uno va a servirte de poco.
Deja de llevar de manera “mental” tus gastos y empieza a hacerlo por escrito. En México, no llevar un registro escrito es una constante: 36% de los mexicanos lleva el registro de sus gastos de manera mental, según una encuesta de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Ayúdate con una app que registre gastos.
Si cambiamos todas estas actitudes —dejar de pensar en el corto plazo y actuar en consecuencia, no dejar el ahorro al último y no tener un presupuesto— muy probablemente van a ir desapareciendo varias malas prácticas que tenemos con el dinero.