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En México se estima que 3.2 millones de niñas y niños de entre cinco y 17 años de edad laboran en actividades económicas no permitidas o en quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas, informó el Inegi como parte del Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
Esto significa una tasa de ocupación de 11% para el conjunto de la población infantil: 13.6% para los varones y 8.4% en mujeres, de acuerdo con los resultados más recientes del Módulo de Trabajo Infantil (MTI) 2017.
En México, la legislación nacional a través de la Ley Federal del Trabajo define como empleo no permitido aquel realizado por menores de 15 años de edad (edad mínima requerida para laborar).
Establece como ocupaciones peligrosas o insalubres, ya sea por las condiciones físicas, químicas o biológicas del medio en que se presta, por la composición de la materia prima que se usa, o bien, por realizarse en horario prolongado o nocturno que representan situaciones de riesgo y pueden afectar el desarrollo y la salud de los menores.
La tasa de trabajo infantil no permitido fue de 7.1 por cada 100 personas de cinco a 17 años de edad. Por sexo, esta tasa es 10.1% para hombres y 3.8% para mujeres.
El trabajo infantil existe en casi todos los sectores; sin embargo, el agropecuario tiene la mayor parte de la población infantil ocupada en labores no permitidas (34.5%).
Los servicios son el segundo que más participación de población infantil tiene (22.3%). Sobresale que existe una diferencia de más de 10 puntos porcentuales entre la proporción de hombres (19.4%) y de mujeres (30.1%) ocupados.
El trabajo infantil no permitido por sexo confirma la sobrerrepresentación masculina en el fenómeno. En 2017, del total de niñas y niños ocupados en actividades no permitidas, 73.2% son hombres y 26.8% mujeres. Esta brecha crece al ser trabajo peligroso o insalubre, 75.7% y 24.3%, respectivamente.
Nueve de cada 10 niñas y niños ocupados que no cumplen la edad mínima para trabajar (87%) no asisten a la escuela por el trabajo.
El riesgo y complicaciones en el desarrollo de las niñas y niños no sólo se dan en actividades consideradas en la frontera de producción, también el trabajo doméstico no remunerado y el cuidado de otros en los hogares pueden limitar y violentar los derechos de los infantes.