La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador se perfila para ser la primera sin recibir remanentes de operación del Banco de México (Banxico).
A diferencia de los cuatro sexenios anteriores, que gozaron de estos recursos no recurrentes que les entregó el banco central como parte de lo que le sobró de las utilidades obtenidas en los ejercicios, este gobierno se irá en blanco, sin recibir en ningún año estos ingresos.
Esto se debe, en su mayoría, al efecto que el superpeso está ejerciendo sobre la valuación de las reservas internacionales a cargo de Banxico, cuyo saldo fue de 204 mil millones de dólares al 21 de julio.
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También porque si la autoridad monetaria llegara a obtener alguna ganancia cambiaria en el transcurso de este año, primero tendría que reconstituir su capital que resultó ser negativo en 2022 por las pérdidas acumuladas en años anteriores.
Si en 2024 existiera la posibilidad de algún remanente ya no lo recibiría la presente administración porque la ley de Banxico establece que se debe entregar en abril del siguiente año, es decir, sería hasta el cuarto mes de 2025.
La directora de análisis Económico y Financiero de Banco Base, Gabriela Siller, explicó que los remanentes se dan siempre y cuando exista una depreciación del tipo de cambio.
Desde su punto de vista, estos remanentes no se deberían ver como un recurso recurrente para el gobierno porque son volátiles.
Hasta ahora, el sexenio más beneficiado por los remanentes ha sido el del expresidente Enrique Peña Nieto, quien obtuvo por este concepto una suma de 592 mil millones de pesos de los ejercicios de 2014, 2015 y 2016.
Desventajas de la supermoneda
A diferencia de la importante depreciación del tipo de cambio en el sexenio pasado, la moneda nacional ha tenido una ganancia histórica a lo largo de la administración de López Obrador.
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La supermoneda llegó a intercambiarse ayer en 16.63 unidades por dólar y fue su nivel más fuerte desde diciembre de 2015, aunque terminó en 16.69 en negociaciones internacionales reportadas por la agencia Bloomberg.
Significa una ganancia de 18.2% para el peso en comparación con el nivel de 20.40 unidades que tenía el 30 de noviembre de 2018, un día antes de que el presidente López Obrador tomara posesión.
Se trata de la primera vez que el tipo de cambio se fortalece en los primeros cinco años de un gobierno desde el mandato de Manuel Ávila Camacho, cuando la moneda nacional pasó de 5.40 a 4.85 antiguos pesos por dólar de finales de 1941 al cierre de 1945.
Dado que Banxico es una institución sin fines de lucro, debe entregar al gobierno federal el remanente de las ganancias que obtiene como producto de los movimientos del peso contra el resto de monedas en las que invierte las reservas internacionales, cuya mayoría están en dólares estadounidenses, aunque también hay activos denominados en euros, yenes y otras divisas.
En este sentido, el superpeso no sólo ha ganado terreno al dólar, sino también al resto de monedas, lo que ha restado valor a las reservas internacionales, que son consideradas el principal seguro que tiene el país para afrontar desequilibrios macroeconómicos y financieros.
Esto ha provocado que los estados financieros dictaminados que reporta Banxico arrojen pérdidas en los últimos años.
Piden transparencia
En 2021, cuando se habían cumplido tres años sin la entrega de estos recursos, el presidente López Obrador dijo que el banco central debería transparentar cuentas, ya que pudo haber ayudado a adquirir vacunas contra el Covid-19.
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Sin embargo, la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (LFPRH) establece que cuando hay un remanente, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público debe destinar cuando menos 70% a la amortización de deuda pública del gobierno contratada en ejercicios anteriores.
Otra opción es que se utilicen para reducir el monto de financiamiento necesario para cubrir el déficit presupuestario que en su caso haya sido aprobado para el ejercicio fiscal en que se dé cuenta del remanente.
También puede ser una combinación de ambas alternativas, mientras que el monto restante se debe utilizar para fortalecer el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) o al incremento de activos que fortalezcan la posición financiera del gobierno, según permite la LFPRH.