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Se estima que en México hay 2.5 millones de personas de 15 años y más empleadas en trabajo doméstico remunerado, cifra que representa 4.2% del total de la población ocupada, informó el Inegi, a propósito del Día Internacional de la Trabajadora del Hogar, el próximo 30 de marzo.
Dicha actividad es una de las ocupaciones con mayor tasa de empleo informal con una participación del 95%, de las cuales 96.3% son mujeres.
La distribución de las personas ocupadas en trabajo doméstico remunerado, según el tipo de ocupación, se concentró en el grupo de personas empleadas domésticas con dos millones de personas.
Este incluye al personal que realiza labores de limpieza en casas particulares, además de otras actividades complementarias, como preparación de alimentos, lavado y planchado de ropa, y cuidado de personas.
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De acuerdo con la duración de la jornada laboral, 37.9% de las mujeres ocupadas en este tipo de actividades cumplía jornadas de 15 a 34 horas a la semana, mientras que 32.6% trabajó de 35 a 48 horas a la semana.
Por su parte, 45.4 % de los hombres en estas ocupaciones laboró de 35 a 48 horas semanales y 28.4% cumplió jornadas de más de 48 horas a la semana.
En relación con el nivel de ingresos de las personas ocupadas en el trabajo doméstico remunerado, 67.8% tuvo ingresos de hasta un salario mínimo; 24.2% percibió más de uno y hasta dos salarios mínimos y 2.2 %.
Destaca una diferencia notoria en los niveles de ingresos, según sexo: 70.4% de las trabajadoras del hogar percibió hasta un salario mínimo, mientras que 43.5% de los hombres estuvo en este rango salarial.
En contraste, 22.8 % de las mujeres percibió más de uno y hasta dos salarios mínimos, mientras que 37.1 % de los hombres se encontraba en este nivel salarial. Asimismo, 1.0 % de las mujeres percibió más de dos y hasta tres salarios mínimos y 7.9 % de los hombres se ubicó en este nivel de ingresos.
Por grandes grupos de edad, la población en trabajo doméstico remunerado se concentró en el grupo de 30 a 59. En este, 71.7% correspondió a mujeres y 63.4 %, a hombres.
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Siguió el grupo de 60 años y más, en el que el porcentaje de hombres fue mayor que el de mujeres, con 20.2% y 13.5%, respectivamente. Las personas trabajadoras del hogar tenían, en promedio, 44.5 años.
Los años promedio de escolaridad para esta población fueron ocho en las mujeres y nueve en los hombres. En otras palabras, las personas dedicadas al trabajo del hogar contaban, en promedio, con secundaria incompleta y completa, respectivamente.
De quienes se dedican al trabajo doméstico, 30.2 % de las mujeres y 43.1 % de los hombres estaban casados. Siguieron las personas solteras, con 25.1 % para las mujeres y 27.3 % para los hombres. Destacó un mayor porcentaje de mujeres viudas (10.9 %) y separadas (12.2 %) en relación con los hombres (2.8 y 5.7 %, respectivamente).
Del total, 38% eran jefas o jefes del hogar. Según sexo, el porcentaje de mujeres ocupadas en esta actividad que eran jefas de hogar fue de 36.1 por ciento. Para los hombres, este porcentaje fue de 55.8%.
El acceso a prestaciones laborales resulta un elemento esencial en la formalización del trabajo doméstico remunerado. Al respecto, el 69.5 % de la población total insertada en esta actividad no recibía ningún tipo de prestaciones laborales por parte de quienes los contrataron. De las mujeres, 71.3% se encontraba en esta situación; para los hombres, este porcentaje fue de 53.1%.
kicp/vcr