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El año pasado, la actividad industrial reportó una caída anual acumulada de 1.8%, su peor retroceso en 10 años, a causa de la contracción de la producción petrolera y la construcción, así como por el debilitamiento de la manufactura, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
“La actividad industrial representa casi una tercera parte de la producción nacional, por lo que su caída explica, en buena medida, por qué no creció la economía el año pasado”, comentó José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
Agregó que “la industria mexicana lleva un año y medio con una tendencia recesiva que confirmó la contracción de 2019, pero lo más preocupante es que en los primeros meses de este año esa situación recesiva se va a mantener, es decir, no hemos tocado fondo.
“Esto se debe a que en los últimos tres meses se han registrado caídas sobre caídas, es decir, en octubre, noviembre y diciembre del año pasado la producción industrial disminuyó, a pesar de que desde octubre de 2018 el indicador viene retrocediendo”, afirmó.
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De las cuatro grandes actividades que comprende la industria, dos reportaron importantes retrocesos: la minera cayó 5.1% a tasa anual, producto de la contracción de 6.7% en la extracción de petróleo y gas, con lo que acumula 15 años a la baja.
La debilidad de la producción industrial a causa de la crisis petrolera se agravó el año pasado con la contracción de la construcción, que cayó 5% a tasa anual, el retroceso más fuerte desde 2009. Lo anterior, debido al menor dinamismo de la inversión sobre todo pública, lo que generó una disminución de 3%, la primera en seis años en materia de edificación, y una caída de 6.1% en obra de ingeniería civil.
De la Cruz destacó que el sector de la construcción “es un pilar de la actividad industrial por la vinculación que tiene con otras áreas de las manufacturas y servicios, pues básicamente muestra que, al descuidarse la construcción, se vino a exacerbar esta debilidad estructural de la industria mexicana”.
Por su parte, la industria manufacturera creció apenas 0.2% en 2019, la tasa anual acumulada más baja en 10 años. De las 21 actividades que componen este sector, 15 reportaron una baja, que en conjunto representa 40% de la producción de este segmento.
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Entre las actividades con mayor peso en la producción manufacturera y que retrocedieron en 2019 destacan: la industria química; la de metálicas básicas; fabricación de maquinaria y equipo; de productos metálicos, así como la de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica.
Actividades como la industria del transporte y la de alimentos, que participan por sí solas con 42% de la producción manufacturera, reportaron muy bajos crecimientos en 2019. La primera con un alza anual de 1.3%, la más baja en dos años, y la segunda se incrementó 1.7%, el menor desde 2014.
La actividad manufacturera del país está muy ligada a la demanda estadounidense, por lo que su debilidad se exacerbó a partir del segundo semestre del año pasado, al reportarse un menor dinamismo de las exportaciones del sector, en particular las de la industria automotriz.
Para De la Cruz, la recuperación de la actividad industrial en México hacia el segundo semestre de 2020 dependerá de tres factores: el primero es que los programas que el gobierno federal ha anunciado, tanto de anticipar compras como el apoyo a la inversión privada, sean realmente efectivos.
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El segundo aspecto será el entorno global, debido a la franca caída que muestra la industria, sobre todo en las economías del occidente, incluido Estados Unidos; y el tercer efecto va a ser el impacto que tendrá el problema de salud china sobre el comercio internacional.
“Mirándolo por el lado positivo, es un año de oportunidades porque México tendría la posibilidad de corregir la ausencia de una política industrial, es decir, tiene que aprovechar esta situación para explorar nuevos mecanismos, nuevas estrategias”, precisó el especialista.