A causa de la baja productividad, el crecimiento económico de México en las últimas tres décadas ha sido muy pobre: entre 1990 y 2021 promedió sólo 2.3% anual, mientras que el Producto Interno Bruto ( ) per cápita con relación a Estados Unidos disminuyó de casi 30% a menos de 15%, arrojan datos del Inegi y del Fondo Monetario Internacional (FMI).

Aunque hay muchas razones que contribuyen a la debilidad de la productividad en México, se pueden destacar dos hechos relevantes de la economía mexicana que no se observan en países similares, explica Rafael Muñoz, economista principal del Banco Mundial para México.

“El primero es que las empresas pequeñas y con potencial de aumentar su productividad tienen dificultades para crecer. Como resultado, México tiene un exceso de micro y pequeñas empresas. En 2019, 95% de los establecimientos en México tenía menos de 10 empleados, frente a 61% en Estados Unidos”, dice.

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Esto se debe a que los factores para apoyar su crecimiento no funcionan: por ejemplo, el crédito no parece fluir a las empresas más productivas, detalla. Además, muchas compañías pueden decidir no crecer para evitar regulaciones e impuestos más altos.

“El segundo hecho es que las empresas que permanecen no son más productivas. Los mercados en los que operan no son eficientes y, por tanto, esas empresas pueden continuar operando, absorbiendo recursos como mano de obra o crédito que podrían ser asignados a empresas más productivas”.

El especialista advierte que es urgente mejorar la competencia, eliminando distorsiones, “mejorando la asignación de financiamiento a empresas más productivas, fortaleciendo los burós y registros de información crediticia, así como simplificando el régimen de quiebras mediante mecanismos extrajudiciales de empresas menos eficientes”.

Situación delicada

Frente a la anemia económica que ha padecido México en los últimos 30 años, un remedio clave y urgente es elevar la productividad, afirman expertos.

La productividad debe entenderse como la capacidad económica de producir más, elevando el rendimiento de los recursos humanos y materiales a partir de innovaciones tecnológicas, así como vía modelos comerciales y de negocios más eficientes.

El PIB por trabajador en México aumentó a una tasa anual de apenas 0.1% entre 1991 y 2020 una vez descontada la inflación, muy por debajo del crecimiento en economías con niveles de ingresos similares, como Corea (3.3%) y República Checa (2%), o incluso contra los promedios de la OCDE y de América Latina, de 1.1% y 0.8%, respectivamente, revela el Banco Mundial en su reciente estudio Crecimiento de la productividad en México.

En opinión del organismo, las reformas son ahora más importantes que nunca, ya que la pandemia ha exacerbado los desafíos estructurales sobre el crecimiento de la productividad.

La profunda recesión por la crisis sanitaria alteró la oferta y la demanda, impidiendo el acceso al financiamiento, frenando el apetito por la inversión e innovación, pero también amenazando con dañar el capital humano a largo plazo.

La elevada cantidad de empresas informales y de baja productividad en México ha hecho al país más vulnerable a estos efectos, agravando retos estructurales como la desaparición del bono demográfico a medida que la población mexicana envejece.

Sin embargo, la pandemia ha mostrado nuevas vías para elevar la productividad, como la aceleración de la adopción digital, inversiones en infraestructura más focalizadas y programas de apoyo a la fuerza laboral activa.

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Corrupción e inseguridad

El informe del Banco Mundial muestra que empresas situadas en municipios con una mayor incidencia de delincuencia tienen una mayor dificultad para crecer y ser más productivas.

Esto porque el crimen puede afectar a las operaciones, frenar la inversión y la innovación, creando incentivos para que las empresas permanezcan pequeñas y por debajo del radar, para evitar convertirse en un objetivo de los criminales, explica Muñoz, coautor del estudio del Banco Mundial.

“El crimen genera costos adicionales, ya que las empresas tienen que invertir en seguridad, en lugar de dedicarse a otras actividades más rentables”, señala.

Según el análisis, la corrupción penaliza aún más al crecimiento empresarial y su productividad que la inseguridad. Los sobornos o la falta de transparencia en la obtención de permisos y contratos son planteados por los empresarios como problemas clave.

Contraste norte-sur

El informe analiza la dinámica de productividad no sólo estatal, sino también municipal. En el norte del país, algunos de los principales motores de la productividad municipal como urbanización, acceso a mercados, externalidades del capital humano y agrupamiento de empresas, están fuertemente correlacionados con la productividad local.

“En el norte, los distintos impulsores de la aglomeración parecen formar un círculo virtuoso que favorece el dinamismo de las empresas y los municipios. En cambio, en el sur, la urbanización y el acceso a los mercados están débilmente correlacionados con la productividad local de las industrias manufactureras”.

Subir productividad, la tarea pendiente
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