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La calificadora Standard and Poor’s mantuvo las calificaciones de México para deuda en moneda extranjera y moneda local confirmadas en "BBB" y "BBB+", respectivamente.
De acuerdo con la agencia, la perspectiva se mantiene estable.
Según la calificadora, las condiciones macroeconómicas estables, con un crecimiento real del producto interno bruto superior al 3% en 2023, respaldado por la sólida demanda interna y a la moderación de la inflación, preparan el camino para las elecciones nacionales de junio y la llegada de una nueva administración al poder en octubre.
“Consideramos que el próximo gobierno presentará un presupuesto para 2025 que reduzca el déficit público de 5% de este año. Por lo tanto, confirmamos nuestras calificaciones soberanas de largo plazo en moneda extranjera de ‘BBB’ y en moneda local de ‘BBB+’ de México”, dijo la agencia.
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Standard and Poor’s detalló que la perspectiva estable incorpora sus expectativas de una ejecución cautelosa de las políticas, sin cambios importantes en las mismas en medio del ciclo político y una posición externa sólida.
“La perspectiva estable refleja nuestra expectativa de que prevalecerá un manejo macroeconómico cauteloso durante los próximos dos años, a pesar de las complejas condiciones internacionales. Este horizonte incluye el período previo a las elecciones nacionales de junio, el período de transición presidencial y el inicio de la próxima administración”, detalló.
La firma dijo que su escenario base considera que cual sea el resultado de las elecciones de junio, el próximo gobierno mantendrá la ejecución cautelosa de políticas macroeconómicas de México, incluida una política monetaria prudente y un retorno a déficits fiscales bajos.
“No prevemos avances en iniciativas políticas significativas que mejoren o perjudiquen el entorno de negocios de México, o afecten la tendencia del crecimiento económico, en medio de las elecciones en Estados Unidos y México este año”, explicó.
En el escenario negativo para el país, Standard and Poor’s dijo que retrocesos inesperados en la gestión macroeconómica o en las relaciones entre los socios del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) sobre el fortalecimiento de la cooperación, la resiliencia de la cadena de suministro y los vínculos transfronterizos, podrían debilitar la inversión y la confianza de los inversionistas, lo que derivaría en una baja de las calificaciones en los siguientes dos años.
“Déficits del gobierno general persistentemente más altos que se traduzcan en un aumento más pronunciado de lo esperado en la deuda del gobierno general aumentarían los riesgos fiscales, y agravarían el riesgo de apoyo extraordinario a las empresas estatales, Pemex) y la CFE y también podría dar lugar a una baja de las calificaciones”, añadió.
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En el escenario positivo, dijo que una gestión política y económica eficaz que impulse la trayectoria del débil crecimiento de México, por ejemplo, con un panorama de inversión más dinámica, podría traducirse en un alza de la calificación.
“De manera similar, las iniciativas que impulsen la flexibilidad presupuestal, respalden las reservas fiscales, y que amplíen la base tributaria no petrolera para mitigar los potenciales pasivos contingentes provenientes de las empresas propiedad del gobierno en el sector de energía, podrían mejorar la calidad crediticia”, añadió.
La agencia añadió que la democracia y el marco institucional de México han generado estabilidad política y cambios regulares de gobierno durante las últimas dos décadas. “Esperamos que las elecciones de este año no sean diferentes. El apoyo político a una gestión macroeconómica cautelosa ha apuntalado políticas fiscales y monetarias prudentes y un régimen cambiario flotante. Estos aspectos son clave para nuestra evaluación de la calidad crediticia del soberano y han mantenido la confianza de los inversionistas y el acceso a los mercados internacionales de capitales, incluso en periodos de tendencias adversas a nivel mundial”, refirió.
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