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Muchas veces la producción de ciertos bienes y su consumo causan un daño a la salud y a la sociedad que hacen necesario la intervención de los gobiernos, por ejemplo, por medio de la aplicación de impuestos para reducir su externalidad negativa.
Por esa razón existen los impuestos “pigouvianos”, que en México se conocen como el IEPS o impuesto especial sobre producción y servicios.
Se llaman así en honor del economista británico, Arthur Pigou, quien fue el primero en proponer corregir las externalidades negativas al consumo como las bebidas alcohólicas, tabaco, refrescos y alimentos con alto contenido calórico o comida chatarra.
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“Fue el primer economista que propuso que los impuestos puedan corregir las externalidades para que la persona que está generando las externalidades, asuma el costo que le está generando a la sociedad por sus decisiones”, explicó el titular de la Unidad de Política de Ingresos, Francisco Arias.
Al participar en la Cátedra SHCP organizada por la facultad de Economía de la UNAM, mencionó que, en el caso de una empresa, debe enfrentar el costo social que genera por su actividad.
“Los impuestos pigouvianos son diseñados para reducir el consumo aumentando el precio”, enfatizó.
Los impuestos piguvianos dejan ingresos tributarios
En su exposición sobre las externalidades y política tributaria, dio a conocer que el año pasado el gobierno federal recaudó 150 mil millones de pesos a través de estos impuestos “pigouvianos”, es decir al tabaco, refrescos, bebidas alcohólicas y comida chatarra.
Lo anterior, destacó, es un monto importante porque equivale a cuatro veces el presupuesto de la UNAM, recursos que sirven para financiar el presupuesto y poder atender las enfermedades como la diabetes, hipertensión y tabaquismo derivadas del consumo de estos productos.
Representan una fuente de ingresos muy importante, pero afirmó que están ayudando a reducir el consumo porque si bien no se elimina, se están sustituyendo por otros, por ejemplo, el refresco por el agua.
Aseguró que el incremento de las cuotas al IEPS de estos productos que autorizó para este año la secretaría de Hacienda por efectos de inflación como lo hace cada año, no provocaron una espiral inflacionaria.
Se busca desincentivar su consumo aumentando su precio, lo que ayuda a quitarle presión a las finanzas públicas y afectaciones a la salud, esgrimió.
También existe el impuesto al carbón
Para combatir el cambio climático, mencionó que existe el impuesto al carbón.
“Es para que aumente el costo por producir con combustibles fósiles y se sustituyan con energía renovable, por eso no es necesariamente malo cuando aumenta el precio de un producto porque eso es lo que se busca desincentivar el consumo y el uso de energías que contaminan y favorecer energías verdes”, manifestó.
Explicó que las externalidades son cuando las necesidades de consumo o producción en ciertos hogares o empresas, tienen un impacto en el bienestar de terceros que no tienen participación en estas decisiones.
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Un ejemplo, señaló, podría ser cuando alguien escucha música a todo volumen a altas horas de la noche, pero no toma en cuenta el efecto que tiene sobre sus vecinos.
“No se considera el costo que le traslada a otros”, matizó.
Otro ejemplo, dijo, es la contaminación que causa una empresa por sus actividades para reducir costos de producción al decidir verter residuos tóxicos al río.
“Se ahorra el costo de procesar distintas estrategias para el manejo de los residuos, pero no toma en cuenta el impacto para la sociedad”, ponderó.
Francisco Arias dijo que no sólo se ha avanzado en la aplicación de ese tipo de gravámenes sino también en la regulación porque en muchos lugares ya se prohíbe fumar.
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