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¿Por qué no eran muy preciados los billetes durante la Revolución Mexicana? ¿Cuál era la moneda más famosa en esa época? ¿Por qué nuestra moneda se llama peso? ¿Cuáles y cuántos bancos había?
En entrevista con EL UNIVERSAL, el investigador Ricardo Solís Rosales narra esta y otras anécdotas que se vivieron con las monedas, los billetes y los bancos durante la guerra contra el Porfiriato. Comenta que durante esa época, los comerciantes no recibían pagos con billetes emitidos por Venustiano Carranza o Francisco Villa, porque su valor se deterioraba rápidamente.
Aunque pocas personas tenían billetes porque eran considerados sólo para la élite y las monedas de cobre de baja denominación eran para el pueblo, cada revolucionario emitía sus propias piezas, refiere.
Eran más aceptables los billetes que emitían bancos privados, como el de Londres y México, que es el antecedente de Santander, y el Banco Nacional de México, hoy CitiBanamex, menciona.
Ricardo Solís es especialista en historia económica por la Universidad de La Sorbona de París y también es autor del libro La Moneda y la Banca durante la Revolución Mexicana, los efectos de la rebelión contra Huerta y la incautación de los bancos (1913-1921), el cual fue editado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Destaca que los cambios importantes para la moneda y la banca no se registraron en la primera fase de la Revolución, es decir, durante la revolución maderista (1910-1912). La mutación se produjo a partir de 1913.
La moneda más famosa
Otra curiosidad es que la moneda más famosa de la Revolución era una, al parecer, de 10 centavos que traía inscrita la frase “Muera Huerta”, cuya foto utilizó para la portada de su libro.
Dice que cualquier persona interesada en esta pieza la puede comprar en las tiendas de numismática en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en la calle de Motolinia.
Son copias, pues no se puede asegurar que sean originales y tienen un costo de alrededor de 300 pesos, señala el doctor en Economía de la Universidad X Nanterre.
Falsificación
El investigador del departamento de Economía de la Unidad Iztapalapa de la UAM comenta que durante el conflicto armado que inició el 20 de noviembre de 1910, cada revolucionario emitía sus billetes en sus propias imprentas, que eran muy precarias.
Eso daba pie a que hubiera muchas falsificaciones y a que la gente no pudiera distinguir entre el papel moneda que había sido emitido por Venustiano Carranza, por Francisco Villa o por un falsificador.
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Por eso casi nadie los aceptaba. Para comprar con un billete revolucionario mercancía o un kilo de maíz, se pagaba muchísimo más su costo real.
En cambio, con uno de cinco pesos de los bancos privados se aceptaba a un valor de 4.50 pesos. Esto no era privativo de México, sucedió en todas partes del mundo, puntualiza.
“Nadie ahorraba billetes revolucionarios”, dice.
Los bancos
Durante el momento del estallido de la Revolución había 24 bancos de emisión, ocho refaccionarios y tres hipotecarios, que era el sistema que funcionaba en el Porfiriato.
“Eran bancos muy robustos que prestaban a la economía, ganaban dinero, eran muy estables y nunca hubo ninguna quiebra durante la última etapa del periodo del gobierno de Porfirio Díaz”, pondera Solís Rosales. Las dos entidades más grandes eran el Banco Nacional de México (Banamex), de capital francés, y el Banco de Londres y México era inglés.
Los 22 bancos restantes mexicanos de vocación regional eran instituciones con capital mayoritariamente nacional y con alguna participación extranjera. Pero después, a partir de 1913, la situación se tornó complicada con la guerra, ya que los créditos se dejaron de pagar y se generó cartera vencida.
Sin embargo, sólo ocho lograron sobrevivir entre 1916 y 1921, uno de ellos fue Banamex.
Crisis bancaria
El investigador comenta que se juntó la crisis bancaria con una crisis de balanza de pagos.
“Después del cuartelazo encabezado por Victoriano Huerta, que implicó la caída del gobierno del presidente Madero y su muerte, por parte de los golpistas se produjo una salida de capitales y un deterioro progresivo de la balanza de pagos, la cual se convirtió en crisis bancaria”.
Esto llevó al gobierno a establecer a partir del 5 de noviembre de 1913 el llamado “curso forzoso”, que ordenaba que los billetes de bancos circularan de manera obligatoria como moneda legal y los bancos no tenían que cambiarlos por metálicos, lo que puso fin al patrón oro, instaurado en 1905.
Así fue que surgió el periodo de moneda fiduciaria, en el que sólo el papel moneda emitido por los bancos servía para pagar.
Pero la guerra se recrudeció en 1914, año que culmina con la batalla de Zacatecas, lo que significó la derrota política más importante de Huerta.
Con el problema de ingobernabilidad surge la duda de quién estaría al mando, si las fuerzas Constitucionalistas, con Carranza y Álvaro Obregón, o los opositores, con el Ejército de la Convención, representados por Villa y Emiliano Zapata.
Sale victorioso Carranza en la lucha al interior de la Revolución y se da la reconstrucción del país, pero en el intermedio, cuenta el investigador, hubo una emisión de billetes revolucionarios en grandes cantidades.
Eso fue una de las características que hubo entre 1913 y 1916, que es lo que Solís Rosales describe en su libro, que incluye también el periodo llamado de los infalsificables.
El peso
¿De dónde surgió el nombre de peso para nuestra moneda? Solís Rosales dice que es una historia que data de la unidad monetaria de la época de la Colonia, cuando se llamaban reales, una herencia de España.
El real tenía un valor en una cantidad de grados de plata y había una equivalencia entre las monedas de plata y las de oro.
Por cada gramo de oro se pagaban 15 gramos de plata, es decir, una relación de 15 a uno.
El real se mantuvo hasta 1905. Había monedas equivalentes a ocho reales por el sistema octogonal, que hacía que uno tuviera una moneda por ocho reales que se llamaba peso fuerte.
“Si uno divide ese peso entre ocho, le da 12.50, lo que quería decir que un real era igual a 12.50 centavos de un peso fuerte”, afirma.
Una peseta de España era igual a dos reales, es decir, 25 centavos y cuatro pesetas hacían un peso fuerte y ocho reales hacían un peso fuerte.
Para las operaciones grandes, en vez de ser en reales se usaba el peso fuerte. “Así fue que la moneda se llamaba real de ocho, el peso fuerte, y de ahí viene la palabra peso”.
Cuando se cambia el sistema se mantiene la palabra peso y en lugar de que fuera un real de a ocho, es decir, ocho veces el valor de un real, se cambia a 75 centigramos de oro.
El peso se queda como la moneda usual tanto para fines de contabilidad como de pago y sustituye al real.
Con la reforma monetaria de 1905, se adoptó el peso, que era ocho veces mayor al real, la moneda de la Colonia.
En el sistema octogonal, un real valía la mitad de una peseta de España, por eso ocho reales eran un peso, dos reales equivalían a una peseta y cuatro pesetas, a un peso.