Las obras insignia iniciadas en la administración de Andrés Manuel López Obrador presionarán al próximo gobierno, tanto por sus sobrecostos y retrasos, como por el casi inexistente desarrollo de proyectos de infraestructura que se requieren en el país, señalaron expertos.

De acuerdo con los Precriterios Generales de Política Económica 2025 presentados a finales de marzo pasado por el actual gobierno, el déficit público bajará de 5% en este año a 2.5% en el siguiente, al considerar con que ya no habrá asignaciones de capital para la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

Sin embargo, los especialistas apuntan que, siendo realistas, algunos proyectos aún requerirán inversiones públicas multimillonarias como el Tren Maya, el Corredor Interoceánico, autopistas, e incluso la mencionada refinería pues, aunque está en etapa de pruebas, no ha empezado a producir gasolinas.

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Fuente SHCP
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El Consejo de Administración de Petróleos Mexicanos (Pemex) afirmó a inicios de 2023 que ya no se requerirían más recursos para la refinería, pero desde entonces se han invertido 41 mil millones de pesos adicionales al cierre de marzo.

Juan Carlos Machorro, especialista en infraestructura y socio de la firma Santamarina y Steta, señaló que el déficit público va a empeorar pues el gobierno ha apostado de mala manera a esas obras.

“Quien gane la elección tendrá comprometidas sus finanzas por tres razones: las obras inconclusas van a requerir dinero, y no son cifras menores; los mantenimientos e infraestructura que no se realizaron se van a evidenciar en el siguiente sexenio y requerirán dinero, y por los subsidios que necesitarán obras como el Tren Maya, el AIFA, la refinería, el Tren Interoceánico o Mexicana, van a ser un capricho político que será un dolor de cabeza para el próximo gobierno y para todos”, recalcó.

Añadió que, al igual que en otras administraciones, en la actual se ha carecido de un Plan Nacional de Infraestructura real, y se ha limitado a impulsar obras de corte político.

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Mala planeación

Manuel Gómez Parra, director general de Desarrollo Ferroviario y Multimodal de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), reconoció hace poco en un encuentro con el Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM) que, desde su punto de vista, hace falta planeación a largo plazo en el desarrollo de obras.

“Esa es la palabra mágica que se necesita mucho en México: planeación. Estamos a veces bajo presiones para hacer los proyectos muy rápido, muchos sin la planeación necesaria, simplemente se dice ‘aquí tiene que ir y hay que hacerlo’, y eso es un error”, afirmó.

En este sexenio hubo varias obras cuya planeación ha sido cuestionada, como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el cual fue alternativa a la cancelación del aeropuerto de Texcoco, anunciada por López Obrador con base en una consulta popular.

La construcción del AIFA fue encargada al Ejército y la información se reservó, mientras Hacienda estimaba en 2021 que habría costado casi 85 mil millones de pesos.

Otro caso es el del Tren Maya, que no se ha acabado de construir y reporta un sobrecosto de casi cuatro veces la estimación inicial que AMLO prometió en campaña hace seis años. La obra se iba a materializar, según sus cálculos, con una inversión de entre 120 mil y 150 mil millones de pesos, pero hasta la fecha se han invertido 530 mil millones de pesos y las obras tienen un avance de alrededor de 80%.

En cuanto a la Refinería Olmeca, ubicada en Dos Bocas, Tabasco, reporta un sobrecosto de más de 100%, al pasar de 8 mil millones de dólares originales a al menos 18 mil millones, y aún no produce.

En otras obras, el gobierno tuvo que reservar la información para evitar suspensiones judiciales.

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Inversión rezagada

La reducción de inversión pública en infraestructura viene acompañada de una política que no ha impulsado los recursos privados, alertó Arturo Carranza, director de Proyectos de Energía en Akza Advisors.

“La reducción de inversión generó esto, una crisis financiera para las empresas, que ya contaminó sus fuentes de financiamiento y la situación con proveedores”, dijo.

“La problemática tan compleja de Pemex ha significado que ya dejó de ser una palanca de crecimiento. Ahora, el próximo gobierno tendrá que incorporar al sector privado en el desarrollo de infraestructura, pero con planeación”.

De acuerdo con la Secretaría de Hacienda, la inversión física presupuestaria en este sexenio se redujo 22% respecto al anterior.

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