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Cuando a Klara le ofrecieron un acuerdo de trabajo híbrido , pensó que sería lo mejor de ambos mundos.
La gestora de cuentas se había incorporado a una empresa en Londres (Reino Unido) con un contrato que la obligaba a ir a la oficina a tiempo completo, pero las sucesivas oleadas de Covid-19 la forzaron a laborar desde casa.
El jefe de Klara introdujo la política híbrida en septiembre de 2021, cuando las directrices del gobierno británico que recomendaban el trabajo en casa llegaban a su fin: Los martes y los jueves laboraría desde casa, y el resto de la semana iría a la oficina durante las horas normales contratadas.
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"Al principio, tener una configuración híbrida permanente fue un alivio", dijo Klara, cuyo apellido se reserva por razones de seguridad laboral. "Después de años de trabajo de oficina a tiempo completo, sentí que por fin tenía el control de mi horario y de mi ajetreada vida familiar".
Sin embargo, con el paso de los meses, la novedad del trabajo híbrido pronto dio paso a las molestias.
"Los días que trabajo desde casa me siento cómoda y concentrada", relató Klara. "Pero por la tarde me da pavor volver a una oficina ruidosa y pasar ocho horas mirando fijamente una pantalla, reajustándome exactamente a como era antes de Covid-19", reconoció.
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Doble complicación
Klara relató que siente que ahora tiene que mantener dos lugares de trabajo: uno en la oficina y otro en casa.
"Implica una planificación y una rutina de parada y arranque: llevar y traer la computadora portátil a la oficina todos los días, y recordar qué cosas importantes he dejado en qué sitio", explicó.
"Es el cambio psicológico -el cambio de escenario cada día- lo que resulta tan agotador; esta sensación constante de no estar nunca instalada, estresada y de que mi trabajo productivo en casa se ve siempre interrumpido", añadió.
Los nuevos datos empiezan a respaldar esta evidencia anecdótica: muchos trabajadores afirman que la jornada híbrida es emocionalmente agotadora. Un reciente estudio global realizado por la plataforma Tinypulse reveló que más del 80% de los gerentes informaron que esta modalidad era agotadora para los empleados.
Los empleados también señalaron que el trabajo híbrido era más duro emocionalmente que los totalmente remotos y, de forma preocupante, incluso el trabajo a tiempo completo en la oficina.
Teniendo en cuenta que muchas empresas tienen previsto implantar modelos de trabajo híbridos permanentes y que los empleados quieren pasar sus semanas laborales entre el hogar y la oficina, estas cifras hacen saltar las alarmas.
Pero, ¿qué tiene el trabajo híbrido que resulta tan agotador desde el punto de vista emocional? ¿Y cómo pueden los trabajadores y las empresas evitar las trampas para que el trabajo híbrido funcione realmente?
No todo lo que brilla es oro
A medida que la pandemia se ha ido prolongando y los hábitos de trabajo flexible se han ido arraigando, la vuelta a la oficina a tiempo completo parece una reliquia. Sin embargo, aunque algunas empresas han implantado políticas de trabajo desde cualquier lugar, otras han apostado por la modalidad híbrida.
En teoría, el modelo híbrido es la mejor opción tanto para el empleador como para el empleado, pues combina los patrones de trabajo en la oficina anteriores al Covid-19 con los días de trabajo a distancia. Esto permitiría la colaboración en persona y la creación de equipos, así como una mayor flexibilidad y la oportunidad de concentrarse en las labores domésticas.
En el papel parecía que los trabajadores saldrían ganando. Un estudio realizado en mayo de 2021 arrojó que el 83% de los trabajadores quería trabajar de manera híbrida después de la pandemia.
"Había una sensación de que esta opción sería lo mejor de ambos mundos", afirmó Elora Voyles, psicóloga organizacional y científica industrial en la firma Tinypulse, con sede en California (Estados Unidos).
"Para los jefes, significa que conservan una sensación de control y que pueden ver a sus trabajadores en persona. Para los empleados, ofrece más flexibilidad que la jornada completa en la oficina y significa que pueden trabajar con seguridad durante la pandemia", agregó.
Sin embargo, a medida que la novedad del trabajo híbrido se ha ido desvaneciendo, también lo ha hecho el entusiasmo de los trabajadores. "Descubrimos que la gente era menos positiva sobre el trabajo híbrido a medida que avanzaba el tiempo", explicó Voyles.
"En los meses de primavera y verano, muchas organizaciones estaban realmente dispuestas a implantarlo. Incorporaron a los empleados a un horario híbrido, pero luego se encontraron rápidamente con dificultades", apuntó.
Organizaciones que nunca implantaron el sistema híbrido se vieron obligadas a elaborar políticas sobre la marcha, a menudo sin consultar a sus empleados. Así que, como en el caso de Klara, se impuso a los trabajadores la modalidad de trabajar parte en la oficina y parte en la casa.
La incertidumbre también juega
El optimismo de los trabajadores pronto dio paso al cansancio. En la encuesta realizada por Tinypulse a 100 empleados de todo el mundo, el 72% declaró estar agotado por el trabajo híbrido, casi el doble de las cifras de los trabajadores totalmente remotos y también mayores que las de los que trabajan tiempo completo en la oficina.
Pese al pequeño tamaño de la muestra, Voyles aseguró que el estudio refleja el problema: La alteración de las rutinas diarias de los empleados -y la naturaleza entrecortada de la modalidad híbrida- es lo que los trabajadores encuentran tan agotador.
"Una rutina predecible y constante puede ayudar a las personas a hacer frente a los sentimientos de estrés e incertidumbre, especialmente durante una pandemia", dijo.
"Sin embargo, lo híbrido requiere cambios frecuentes en esos hábitos diarios: los trabajadores tienen que cambiar constantemente las cosas, por lo que es difícil encontrar una rutina cuando tu horario está siempre entrando y saliendo de la oficina", explica.
Una rutina familiar puede actuar como un surco bien trazado que permite el flujo, pero forjar nuevos hábitos diarios -que implican un horario menos consistente entre los lugares de trabajo- puede mermar los recursos cognitivos.
"Pasar a la modalidad híbrida puede alterar la rutina de trabajo en casa", advirtió la psicóloga Gail Kinman, miembro de la Sociedad Británica de Psicología.
"Las prácticas híbridas aún no se han convertido en algo natural, por lo que se necesita más energía, organización y planificación. Hay que crear nuevas estrategias (compartir puesto de trabajo, planificación de los desplazamientos) que no se necesitarían si se trabajara a distancia o en persona", apuntó.
Llevar físicamente el trabajo de la casa a la oficina también puede tener un impacto psicológico para algunos.
Según un estudio reciente, el 20% de los trabajadores del Reino Unido declararon tener dificultades para desconectar del trabajo y sentirse "siempre activos"; la dificultad para adaptarse a la modalidad híbrida y a los límites permeables entre el hogar y el trabajo se citó como un factor importante.
La modalidad híbrida también puede conllevar un mayor riesgo de presentismo digital, añadió Kinman, en comparación con los trabajos totalmente remotos, que implican la confianza del empleador desde el principio.
"Si un empleador establece la modalidad híbrida sin confiar en su personal, puede convertirse en poco más que un gesto simbólico: los trabajadores se sienten presionados a tener que demostrar a su jefe que están aprovechando el trabajo en casa. Eso puede llevar a un exceso de trabajo y al agotamiento, cuyos efectos pueden ser devastadores", puntualizó.
Definir lo híbrido
Para algunos trabajadores, las frustraciones con el sistema híbrido significan que están gravitando hacia trabajos que les permiten un control total de sus horarios.
"Pensé que la modalidad híbrida era para mí, pero dividir mi tiempo entre el hogar y el lugar de trabajo era demasiado perturbador", admite Klara, que pronto comenzará un nuevo puesto totalmente remoto.
"La oficina me distrae: te pueden molestar en cualquier momento. Cuanto más tiempo trabajaba de forma híbrida, más sentía que era un obstáculo más para hacer mi trabajo: desde el desplazamiento hasta saber que al día siguiente estaría trabajando en otro sitio. Rápidamente se convirtió en una tarea", agrega.
Sin embargo, la experiencia de Klara no significa necesariamente que los trabajadores deban volver a sus escritorios de oficina cinco días a la semana, ni que deban buscar trabajos que sean permanentemente remotos.
La modalidad híbrida puede ser una armonía perfecta para los trabajadores, siempre que su empleador lo haga bien.
"Los casos de trabajo híbrido que fallan son aquellos dictados por el supervisor", explicó Voyles. "Los empleados acaban teniendo una semana laboral sobre la que no tienen ningún control: es como el horario fijo de oficina a tiempo completo de antaño, que resulta que está en el domicilio del trabajador dos veces por semana".
Para Kinman todo se reduce a lo que las organizaciones entienden por "híbrido". "Es una definición amplia que puede interpretarse de muchas maneras: desde ir a la oficina tres días a la semana, hasta una vez al mes. Lo híbrido puede seguir siendo el futuro del trabajo y representar lo mejor de ambos mundos, pero todavía hay que perfeccionarlo", explicó.
La modalidad híbrida puede tener éxito cuando la gerencia se pone en contacto con sus empleados, preferiblemente de forma individualizada, para definir cómo les conviene la configuración.
"Tanto el empresario como el empleado deben establecer los límites. Pero es necesario que el trabajador tenga autonomía para autogestionar su horario: la flexibilidad debe ser dictada por el individuo, no por el jefe", dice Voyles.
Ensayo y error
Además, el personal híbrido podría verse favorecido por una configuración más sólida del trabajo a distancia, lo que ayudaría a facilitar el cambio psicológico entre la oficina y el hogar.
"Lo híbrido es un estado de ánimo", agrega Kinman. "Es la idea de que nos movemos y trabajamos sin problemas de un entorno a otro. Por lo tanto, hay que establecer mecanismos que garanticen que los empleados tienen el software y las herramientas adecuadas para trabajar en casa", zanja.
Kinman admitió que estamos en medio de un gran experimento laboral y predice que los problemas durarán años.
"Actualmente, sabemos más sobre el trabajo remoto a tiempo completo durante una crisis de salud que sobre el trabajo híbrido a largo plazo", añadió, al tiempo que dijo que si se permite a los trabajadores un cierto grado de elección y control sobre sus pautas de trabajo, las recompensas serán jugosas.
"Tanto las personas como las organizaciones afirman que quieren el trabajo híbrido. Por tanto, hay una gran oportunidad de cambiar la forma de trabajar. Pero hay que ir más allá de las horas que fijan los jefes: tiene que ser una mentalidad que funcione tanto para el empresario como para el empleado", concluyó Kinman.
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