La economía mexicana habría alcanzado un fuerte crecimiento a lo largo de los primeros tres meses del año actual, superior al que se esperaba inicialmente por los participantes del mercado, comentaron especialistas del sector privado.
El Inegi informó ayer que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) moderó su marcha en el segundo mes del año, al reportar un crecimiento de sólo 0.1%. Esa tasa mensual fue menor al nivel de 0.6% en enero e inferior al 0.7% estimado al inicio por el propio instituto.
Pese a ello, en febrero la economía hiló tres meses al alza, de manera que en el primer bimestre de 2023 tuvo una expansión anual de 4.2%, la tasa más alta para dicho periodo desde el primer bimestre de 2012, cuando vio un crecimiento de 5.6%.
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“Si bien en febrero el dato del IGAE salió por debajo de lo esperado por el mercado, la realidad es que en general fue un buen resultado que anticipa que la economía mexicana, medida a través del Producto Interno Bruto (PIB), habría crecido en más de 3.5% a tasa anual durante el primer trimestre del año”, comentó Adrián Muñiz, subdirector de análisis económico de Vector.
El próximo viernes el Inegi dará a conocer la estimación oportuna del PIB entre enero y marzo pasado y, si efectivamente el dato sale como apunta el IGAE, “vamos a ver un primer trimestre de la economía que va a crecer más del 2.8% esperado por los especialistas del sector privado encuestados por el Banco de México”, agregó Muñiz.
En opinión del área de análisis de Banorte, los resultados del IGAE corroboran que la economía mantuvo un ritmo de crecimiento vigoroso, con varios vientos a favor, como fueron las condiciones de empleo y salariales más sólidas, junto con presiones en precios más modestas, que ayudaron a compensar por un efecto de base más difícil y algunos riesgos externos adicionales.
Tomando en cuenta lo anterior, los analistas del grupo financiero estiman que el PIB en el primer trimestre del año podría alcanzar un crecimiento de 1.0%, cifra superior a las reportadas en los últimos dos trimestres, y de 3.7% anual, tasa superior al 3.6% alcanzado en los últimos tres meses del año pasado.
Consumo, el motor
Sobre los motores de este dinamismo de la economía, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, afirmó el lunes que en México hay un cambio muy fuerte porque el consumo se afianza y la inversión privada aumenta, llevando a mayores niveles de importaciones de bienes de capital, lo que, al mismo tiempo, se refleja en una producción mucho más autosustentable en la demanda interna y no tanto en la externa.
Según los datos del Inegi, la industria fue el principal impulsor de la economía en febrero, con un crecimiento mensual de 0.7%, logrando un incremento anual de 3.1% en el primer bimestre del año, tasa ligeramente inferior a la de 3.2% observada un año antes.
Por su parte, el sector servicios reportó una disminución de 0.1%, resultado que contrasta con el crecimiento de 0.6% previsto inicialmente. Pese a este tropezón, el sector acumula un crecimiento anual acumulado de 4.8% en los primeros dos meses del año, el alza más fuerte para dicho periodo desde 2012.
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Panorama retador
Sin embargo, el dato del IGAE da pie a una interpretación mixta, pues el resultado de febrero desentona con la tendencia reciente, aunque no lo suficiente como para considerar que es inminente el cambio de rumbo para la actividad económica, consideró Daniel Arias, analista económico de Monex.
“El sesgo para las estadísticas de crecimiento es al alza y probablemente revisaremos nuestro estimado del PIB una vez que se dé a conocer el informe del PIB este viernes”, dijo.
“En general, son buenos datos de crecimiento. Sin embargo, persisten los riesgos a la baja en el sentido de que hacia adelante es probable que la actividad se desacelere, pero al menos lo que tenemos hoy es que la economía inició 2023 con un mayor dinamismo a lo esperado”, señaló Muñiz, de Vector.
A futuro, la expectativa es que el PIB exhiba una clara desaceleración, principalmente como consecuencia del apretamiento monetario mundial sincronizado.
Incluso, a escala local y mundial, persiste el riesgo de que la inflación tarde más de lo previsto en encaminarse sostenidamente hacia las metas de los bancos centrales, lo que produciría a su vez una restricción monetaria más profunda y prolongada, advirtió Alejandro Saldaña, analista económico de Ve por Más.
La erosión del poder adquisitivo de los hogares, los altos costos financieros y un contexto de menor confianza económica inducirán un menor dinamismo en el consumo privado, la inversión fija bruta y la exportación, agregó.