Con la pandemia de Covid-19, pero también sin ella, a muchas personas les gusta salir a la calle y viajar, o como se dice, andar de “pata de perro”.
La contingencia obligó a las personas en todo el mundo a confinarse para evitar la propagación del virus SARS-CoV-2, que provoca el Covid-19, pero también puso a prueba su resistencia.
Era necesario estar en cuarentena para preservar la salud, mientras los científicos buscaban un medicamento o una vacuna para proteger a la sociedad.
El virus mostró diversos comportamientos sicosociales, independientemente de las restricciones o sanciones que en cada país se establecieron como medidas para contener la ola de contagios y muertes.
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En algunos casos, dejó al descubierto que, con pandemia o no, a muchas personas no les gusta estar en su hogar.
No hicieron caso al llamado de “Quédate en casa”, pese a que tenían posibilidades de hacer home office o estudiar en línea a través de soluciones tecnológicas.
A un año de la pandemia, ¿por qué fue difícil permanecer en casa, ahorrar en vez de gastar en un viaje para irse a la playa, desafiando a las autoridades o asistiendo a fiestas clandestinas?
Podría decirse que se portaron mal, con esa conducta irracional de la que habló el Premio Nobel de Economía, Richard H. Thaler, que evidencia que el ser humano no siempre se guía por sus criterios racionales.
“Tendríamos que ver también el caso de cada hogar, porque la dinámica familiar y el espacio en donde viven puede ser un factor que te ayuda a mantenerte en tu casa o puede ser un factor que te expulse”, menciona Luis García, académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Panamericana (UP).
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En entrevista con EL UNIVERSAL, explica que al analizar por qué una persona actúa de cierta forma, tiene que ver con la personalidad, es decir, algo interno. Influyen numerosos factores, detalla, que van desde aspectos culturales, que tienen que ver con la manera en que se está dando la comunicación en una sociedad, la misma dinámica con la familia y la interacción.
También tiene que ver con factores específicos de la persona, lo que obliga a considerar a diferentes circunstancias, apunta.
De acuerdo con una encuesta realizada por Airbnb, al menos seis de cada 10 mexicanos (57%) planean viajar en este año.
En particular, 7% ya reservó un viaje, 21% está planeando uno para este año y 29% espera salir, pero no ha empezado a planificar, según el informe Volver a conectarnos después del aislamiento. Cómo será viajar en 2021.
Animal social
De entrada, García refiere que el ser humano es un animal social, que ha sobrevivido gracias a que es gregario, a que vive en conjunto. Es el yo contra el mamut, en donde claramente gana el mamut, pero si se juntan 50 personas, hay un equilibrio.
“Creo que hay una tendencia, un impulso gregario que nos hace muy difícil la idea de mantenernos aislados”, afirma. A pesar de esa tendencia, también hay que considerar que hubo quienes sí se quedaron en sus casas.
También se debe analizar el aspecto cultural. En el caso de México, el experto afirma que hay factores que tienen que ver con la identidad social de la gente. En los estudios antropológicos y sicosociales que hacen comparaciones entre culturas, una variable que se destaca tiene que ver con el individualismo frente al colectivismo, señala.
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Hay sociedades que educan a las personas a ser más independientes, a centrarse más en sus objetivos, es decir, los individualistas y otras que se centran en aspectos colectivos, su identidad se define por su pertenencia social, menciona el especialista.
Tradiciones
García también subraya que, históricamente, México ha sido más de tradiciones.
“Estamos acostumbrados a tener redes sociales amplias y muy intensivas en términos del contacto y eso también está muy reforzado por tradiciones”.
De ahí que, por ejemplo, diciembre es una temporada que cruza con diferentes fiestas, con factores religiosos de tradición y de familia, e impulsa a la gente a reunirse, como se vio en 2020, cuando habían pasado ocho meses de sana distancia.
“En general, se nos dificulta que nuestra normalidad se rompe en lo cotidiano y más cuando son fechas significativas en términos familiares, ese es otro factor”, expone.
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Después, añade, hay una realidad más específica, que es distinta para cada familia, en cuanto a sus propias dinámicas.
Eso se pudo ver con la violencia de género, que no es el único factor, pero hay gente que dijo “ya no quiero estar en casa”, por las dificultades de la convivencia.
En el caso contrario, algunas personas enfrentaron el confinamiento en soledad y tenían la necesidad de interactuar o salir.
En cada región y cada situación se deben analizar los diferentes factores, explica García.
Comunicación
El experto refiere que en sicología social es importante cómo se maneja la comunicación en ciertos entornos. Existen estudios sobre la persuasión en la comunicación, la cual hace que las personas modifiquen o no sus actitudes. Aquí hay dos variables: una es lo que se conoce como paradoja corporativa.
“Seguramente hemos estado en situaciones en una empresa en donde nos aseguran que no va a pasar nada como un recorte de personal, pero al darse la vuelta, el compañero comenta ‘ya nos van a correr’”, menciona.
Por eso, cuando una institución o fuente de poder reitera muchas veces un mensaje, se empieza a generar incredulidad y, si se añaden los rumores y otro tipo de comunicación informal, la gente tiende a escuchar el ‘radio pasillo’ más que la comunicación institucional.
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La gente no oye los consejos. El concepto de reactancia es cuando una persona siente que su libertad está siendo coartada y dice “¿ por qué me tienen que decir qué hacer? Soy libre, un ser autónomo”, explica García.
La necesidad de salir también puede estar motivada por una personalidad con rasgos de ansiedad o por trastornos como la claustrofobia, afirma.