La pandemia del Covid-19 costará a Estados Unidos 90% de su Producto Interno Bruto (PIB) anual, equivalente a 16 billones de dólares.
Ninguna recesión, ni guerra han tenido un costo similar para la economía más grande del mundo, de acuerdo con un nuevo estudio del profesor del departamento de Economía de la Universidad de Harvard, David M. Cutler y el exsecretario del Tesoro, Lawrence H. Summers.
El análisis muestra que este sería el escenario “optimista” que proyectan de la emergencia sanitaria, a la que califican como la mayor amenaza para la prosperidad y bienestar en Estados Unidos que se haya enfrentado desde la Gran Depresión.
Bajo este supuesto “optimista”, anticipan que la pandemia estaría sustancialmente contenida hasta el otoño de 2021.
Los costos calculados superan con creces los asociados a recesiones y a la guerra de Irak, y son similares a los relacionados con el cambio climático global.
Se calcula que la inversión hecha en pruebas de salud, trazabilidad y prevención puede tener beneficios económicos del orden de 30 veces superiores al costo de las erogaciones.
Es decir, una inversión de 6 millones de dólares conduce a costos evitados de aproximadamente 176 millones.
Para una familia de cuatro miembros, la pérdida sería de 200 mil dólares, de los cuales la mitad es de ingresos por la recesión que causó el Covid-19.
El resto son los efectos económicos de una vida más corta y menos saludable. Los efectos son inmensos, afirman, ya que comparado con la Gran Recesión fue solo una cuarta parte.
Representa más del doble del desembolso monetario total de todas las guerras que Estados Unidos ha librado desde el 11 de septiembre de 2001.
Por esa razón, consideran que tomar medidas para reducir la propagación del SARS-CoV-2 tienen un valor social enorme.
Con una política de pruebas a gran escala, de rastreo de contactos y aislamiento, se puede suponer que se analicen a 100 mil personas. El costo sería de 6 millones de dólares. Según valores actuales de prevalencia de SARS-CoV-2 en unas áreas, 5 mil personas darían positivo.
Muchas infecciones podrían prevenirse, afirma, porque no todas de las que resulten positivo son infecciosas; quizás 20% que dan positivo en la prueba tienen una infección lo suficientemente avanzada como para que las probabilidades de transmisión sean bajas.
Además, 25% de las personas que dan positivo probablemente no se pondrán en cuarentena.
Reducir la transmisión 45% conduciría a 2 mil 750 casos positivos menos, lo que reduciría 14 muertes y 33 casos críticos.
El otro costo
Los economistas también analizaron el otro costo del Covid-19, que aunque no se puede medir, hicieron ejercicios con muertes, secuelas y calidad de vida.
Hasta la fecha se han reportado en Estados Unidos más de 200 mil muertes atribuibles al nuevo virus, 5 mil por semana.
Desarrollaron la técnica de valorar “vidas estadísticas”; es decir, medir cuánto vale para las personas reducir su riesgo de mortalidad o morbilidad.
Es probable que algunos sobrevivientes tengan complicaciones a largo plazo, incluidos trastornos respiratorios, cardíacos y de salud mental, y mayor riesgo de muerte prematura.
Datos de los sobrevivientes al Covid-19 sugieren que el deterioro a largo plazo ocurre en un tercio de enfermos graves.
Los que no se contagiaron se verán afectados ante la pérdida de vidas entre amigos y seres queridos, el miedo a contraer el virus, la preocupación por la seguridad económica y los efectos del aislamiento y la soledad.
Desde abril de 2020, la proporción de adultos estadounidenses con depresión o ansiedad ha promediado 40% frente a 11% de inicios de 2019.
Estos datos se traducen en 80 millones de personas adicionales con estas afecciones de salud mental ligadas al Covid-19.
De acuerdo con estimaciones, el costo de estas afecciones se valora en 20 mil dólares por persona al año. Si los síntomas de salud mental duran sólo un año, estas pérdidas podría alcanzar 1.6 billones de dólares.