Con un discurso que recordó el periodo de campaña electoral, el gobierno entrante inició su administración con un mensaje de ruptura con el modelo económico de las últimas tres décadas. Los esfuerzos se enfilarán en torno a una mayor intervención estatal en la economía bajo la promesa de mayor transparencia y responsabilidad en el gasto público, el combate a la corrupción, la reducción de la desigualdad económica y la pacificación del país.
El otro resultado de la toma de protesta es el de la apreciación del vínculo generado entre un amplio sector de la población y el discurso del ahora actual gobierno. Los símbolos importan, marcan hitos de época; sin embargo, tendremos que mantener la pasión sometida a la razón respecto a la complejidad y el esfuerzo que requerirá México en los próximos seis años.
Las apuestas son amplias y necesarias; sin embargo, prevalece la incertidumbre sobre la capacidad de financiamiento y operación de la administración entrante.
En este sentido, una de las primeras decisiones es brindar certeza a inversionistas nacionales y extranjeros, fundamentales para materializar los proyectos que ha presentado. Destaca la decisión con los inversionistas del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) mediante la recompra de bonos emitidos y la continuación de las obras en el proyecto, en tanto se realiza una evaluación del Programa Estratégico Institucional.
El país de hoy presenta retos que se afrontarán con las fortalezas que se han construido; por esta razón, la herencia de la administración anterior implica generar un balance de los logros y errores en el ámbito económico, social y político.
Hay que corregir errores y crear oportunidades con un sentido de unidad, porque México no está en bancarrota; por el contrario, tiene bases sólidas y fortalezas sobre las cuales se puede seguir construyendo.
En cuanto al desempeño económico, el gobierno anterior mantuvo la estabilidad macroeconómica ante la vista de los inversionistas extranjeros, destacando la recepción de IED por 200 mil millones de dólares (más de 50% que lo recibido durante en 2006-2012), y el nivel estable de las reservas internacionales desde 2016, con una cifra que ronda 175 mil millones de dólares.
En el ámbito doméstico, entre 2012 y hasta octubre pasado se crearon 4 millones de empleos, cifra superior a los generados en los 12 años previos a 2012.
No obstante, uno de los retos pendientes es la desigualdad del ingreso que, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), durante el tercer trimestre de 2018, el porcentaje de personas con ingreso laboral inferior al precio de la canasta básica fue de 39.3%; sin embargo, cabe resaltar que esta tendencia ha ido a la baja a partir de 2014, cuando se colocó casi en 45% de la población.
En el ámbito internacional, la administración pasada tuvo un periodo de acciones profuso, principalmente hacia los últimos dos años. Se logró cerrar la renovación del TLCUEM, la firma del CP-TPP en 2018, y en el último día la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). Éste, a pesar de tener claroscuros en su resolución en cuanto a industrias como el acero, la textil, química-medicamentos, transporte de carga y las reglas de origen del sector automotriz, mostró una capacidad importante del gobierno mexicano para cerrar una negociación ríspida con el de Estados Unidos.
En el ámbito social y político fue donde más sufrió la administración 2012-2018. La incapacidad de atender los constantes señalamientos de corrupción y la incontrolable escalada de violencia marcaron fuertes golpes al anterior gobierno. En este sentido, el gobierno debe estudiar a fondo los errores y aciertos de sus antecesores.
Por otra parte, los atisbos de concentración de poder político encaminado a minar diversas instituciones autónomas amenazan con generar un ambiente en donde se apabullen los contrapesos que todo ejercicio de poder debe procurar.
Si bien esta administración se presenta como un cambio de paradigma hacia el socialismo pragmático, debe orientarse a construir un México más fuerte partiendo de la solidez institucional.
En esta línea, debe tenerse cuidado de no abusar de los nacientes métodos de democracia directa que han alcanzado a la sociedad mexicana. La responsabilidad y la toma de decisiones está justamente en los Poderes de la Unión, cada uno desde de su ámbito de trabajo.
Mantengamos una perspectiva plural sobre los retos que afrontará México. Sumemos, como ciudadanos libres y democráticos, para apoyar al nuevo gobierno en la tarea que le hemos encomendado y nutrirlo con visiones que apoyen y construyan un país más próspero.
Vicepresidente de Consultores Internacionales S.C.