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Tras haber estado a la cabeza del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) desde hace seis años y medio —cuando fue creado—, Gabriel Contreras Saldívar terminará su encargo el próximo 29 de febrero.
En un ambiente político completamente distinto al que existía cuando se expidió la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones de 2013, el organismo será presidido de manera interina por Adolfo Cuevas, ya que el Senado no ha designado presidente para los próximos cuatro años.
También queda pendiente el nombramiento de quien ocupará el lugar que deja Contreras Saldívar como comisionado, después de que quedara desierto el concurso que se llevó a cabo hace unas semanas.
Cuando iniciaste tu presidencia, ¿cuáles fueron los retos más importantes y qué tan satisfecho te vas del instituto?
—Es necesario ubicarnos en ese momento, en ese día de 2013. Teníamos de los precios más altos del mundo, una calidad muy poco deseable y muy baja penetración de los servicios. La reforma fue muy ambiciosa, se quisieron hacer muchas cosas y muy rápido.
El día uno seguían corriendo los plazos de asuntos que tenían la Cofeco, la SCT y la Cofetel. Además, empezaron a correr plazos que ordenaba el nuevo marco jurídico.
Después de que el Congreso no cumplió con el plazo para expedir la ley y nosotros teníamos que cumplir con el mandato constitucional sin esta legislación, hubo gente que me sugirió incluso esperar a que estuviera lista, pero ahí fue cuando acuñamos la frase “cumplir importa”.
Era un nuevo instituto, autónomo y con nuevas facultades. En 180 días se determinaron agentes preponderantes, se les impuso regulación asimétrica, se licitaron dos cadenas nacionales de televisión y se auditó el cumplimiento de las concesiones.
La institución fue creada para permanecer y prevalecer ante cualquier coyuntura, se tocaron intereses importantes y los mercados cambiaron en beneficio de los ciudadanos: el preponderante en telecomunicaciones cayó 22% en banda ancha fija y 12% en banda ancha móvil. Empezar a forjar el organismo y responder al mandato de la institución fue el reto más importante. Podemos decir que el trabajo está cumplido.
¿De qué te arrepientes? ¿Qué harías diferente?
—No inscribirme para ser comisionado… jajaja, no, es broma.Desde luego que en el camino hubo aciertos y desaciertos. La pregunta es muy compleja. Como siempre, tuvimos claro que había que generar condiciones de certidumbre. Tomé varias decisiones al principio: asegurarme de tener toda la información disponible antes de resolver un problema, revisar las mejores alternativas para cumplir con el mandato y cuidar la eficacia de cada resolución. Información, pertinencia y eficacia.
Si haces todo eso, es difícil arrepentirse. Quizás con la evolución tecnológica te das cuenta de que hubieras hecho algo diferente. Esto no significa que no haya habido desaciertos, pero en el camino vas ajustando lo necesario.
¿Cuál fue el asunto o la resolución más complicada?
—Sería muy injusto si digo sólo una. La de preponderancia, hacer en 180 días lo que no se había hecho nunca; el tema de la portabilidad numérica; la eliminación de la larga distancia; en el must-carry must-offer lo primero que encuentro es un oficio de un juez local diciéndome: “No hagas nada”, en pocas palabras, se seguían moviendo los intereses de siempre; la separación funcional; impusimos una sanción por una práctica monopólica absoluta y dos relativas; el asunto Disney-Fox, que estuvo muy politizado en México y en el mundo; el poder sustancial en televisión restringida; las licitaciones de televisión y radio; registramos 44 mil spots de muchos radiodifusores que decían: “El IFT oye, pero no escucha”, y lo decían en el espectro que el regulador concesionaba para criticar al regulador. No fueron decisiones fáciles, pero cumplir importa.
¿Qué cambios le harías al marco jurídico vigente a nivel Constitución y leyes?
—Tuvimos una ley con un marco muy amplio y novedoso, de un día para otro cambiaron todas las reglas del juego. La ley aún no está acabada en su cumplimiento, debemos consolidar lo avanzado hasta el día de hoy y la ley tiene lo que se necesita para ello, nos da las herramientas para que el instituto emita la regulación necesaria, así que no creo que se requiera ninguna reforma —por el momento— en lo general.
Si hablamos de cuestiones particulares, hay cosas —como el pago de derechos— que deben replantearse. No podemos seguir con una visión de hace 20 años, no podemos seguir valuando el espectro con las condiciones de escasez que teníamos antes o México se va a quedar rezagado en nuevas tecnologías como 5G.
En materia de convergencia de los nuevos servicios, ante cada vez mayor sustitución de OTT, por ejemplo, no se justifica tanta regulación como de publicidad, tiempos del Estado o fiscales, habría que enfocarnos en cuestiones como el interés superior de la niñez.
¿Está amenazada la autonomía del IFT en la actualidad?
—No. Nunca hemos recibido, desde que nacimos, ninguna presión para resolver algo en ningún sentido. Con el gobierno actual existe mucha colaboración y un gran diálogo. No veo ni he sentido una amenaza a la autonomía del instituto. Entendemos que esa parte ha sido difícil y que ha habido recortes presupuestales importantes, y eso nos ha llevado a interponer controversias, pero es para que se hagan las cosas como manda la Constitución.
¿Pero la controversia no considera que hay un atentado contra la autonomía?
—La controversia fue contra el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) y derivó porque la Constitución dice que la Cámara de Diputados tiene la obligación de asegurar la suficiencia presupuestaria para el cumplimiento de su mandato. Si el IFT determina que el presupuesto que se somete es el mínimo y la Cámara aprueba uno menor, tiene la facultad de asignarlo, pero la pregunta es por qué lo hizo por debajo de lo solicitado, y no hay ni una razón, ya no digas una hoja, ni siquiera un párrafo.
¿Cuáles serían los principales pendientes que dejas para la siguiente presidencia?
—Regular un sector que está cambiando todo el tiempo es un ejercicio permanente. Tenemos la concreción de la separación funcional de Telmex, que debe concluir en marzo; la revisión de la regulación bienal en materia de preponderancia; la concentración de Disney-Fox, a más tardar en mayo.
Uno de los pendientes urgentes del país es la revisión de los derechos del espectro. Hace unos años había 222 Mhz asignados en México, ¡claro que se nos iban a caer las llamadas! Hoy tenemos 584 megas… no va a servir que sigamos avanzando si nadie va a pagar el espectro.
Estamos avanzando en un ejercicio prospectivo que tiene que ver con el entendimiento de la nueva agenda regulatoria: ciberseguridad; OTT. En la neutralidad de la red estamos revisando la comentarios de la consulta del proyecto de lineamientos que está en proceso, algunos hasta con palabras altisonantes, pero nos toca, siempre lo hemos hecho y se seguirá haciendo.
No te escuché hablar sobre las audiencias, ¿no crees que fue un error no haber interpuesto una controversia contra la reforma a la ley que les quitó facultades?
—Hay que tener muy clara la evolución jurídica, la Constitución le da facultades regulatorias al IFT, pero no las tiene si hay una reserva de ley, es decir, si la Constitución le otorga esta facultad específica al Congreso. Y así fue, la Constitución le da las facultades al Congreso para regular los derechos de usuarios y audiencias: la ley dio un marco jurídico, derechos de audiencias y mecanismos para su protección, y luego fue el Congreso el que después se rajó e hizo polvo los mecanismos de protección, pasando de un modelo en que la autoridad debía regular a un modelo autorregulatorio, pero no había una invasión a las facultades del regulador como tal.
¿Te hubiera gustado irte del instituto sin preponderantes?
—¿Cómo medir el éxito del regulador? Mucha gente tenía en mente las condiciones del mercado, pero el éxito se mide en razón de la oferta de los servicios.
Me hubiera gustado terminar con un mercado mucho más evolucionado, pero eso sólo pasa con varitas mágicas, eso no pasa ni en los libros. La figura de la preponderancia está ahí por una razón: fueron dos décadas en las que fue imposible imponer una regulación eficaz y todavía estamos en proceso de consolidar y después, quizás, debemos cambiar a uno de determinar la regulación asimétrica por mercado relevante.
¿No crees que la restricción de dar el servicio de televisión para Telmex ya es anacrónica?
—Es que la propia Constitución se metió ahí y también la ley, es un camino complejo. La OCDE, hace un par de años, recomendó permitir a Telmex dar todos los servicios posibles, “una vez que se concrete en forma efectiva la separación funcional”, para evitar que la concentración pase de un mercado a otro.
Hoy en día no es anacrónico dar televisión restringida. Sí debe incrementarse la oferta, pero cuidando que no se afecte la competencia económica. ¿Cómo pasar esta aduana?, pasando la separación funcional efectiva, ya lo dijo la OCDE.
¿Qué opinas sobre el último proceso de comisionada?
—El mecanismo de selección ha demostrado ser efectivo, solo dos órganos en este país tienen la posibilidad de ser ocupados mediante un concurso público evaluado por otros dos órganos autónomos. Eso, además, es democrático.
Antes tenías que ser conocido por muchas personas para ser elegido, yo no se qué hubiera pasado y si yo hubiera llegado si no me hubiera apuntado a hacer un examen. También privilegia a un piso técnico mínimo, un error puede condenar al fracaso a generaciones. Ahora, como todo sistema, es perfectible, estoy seguro que el Comité de Evaluación aprende en cada proceso.
¿Cuál crees que debe ser el perfil del próximo presidente o presidenta del IFT?
—No sólo se requieren aptitudes, también actitudes: hay que saber construir, tender puentes, argumentar, dirigir una institución por el camino correcto. No tengo ninguna duda de que cualquiera de mis colegas estaría capacitado.
Debe ser una persona incorruptible, íntegra, honesta, con vocación de servicio, que ejerza un liderazgo reconociendo las diferencias, pero también la gran experiencia de la gente del IFT.
¿Cómo te despides del IFT?
—Agradecido y orgulloso por todo el camino que hemos andado juntos. Satisfecho por los resultados. Terminando me voy a dar un espacio para descansar y reflexionar. Soy abogado, me gustan el derecho y las políticas públicas... probablemente por ahí seguirá mi camino.