Las ventajas estratégicas del nearshoring para México, los retos de su aprovechamiento y las reformas estructurales que requiere fueron analizados por expertos en la Reunión Anual de Industriales 2024, organizada en Monterrey por la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).
En el Centro Internacional de Negocios de Monterrey (Cintermex), los especialistas revisaron las fortalezas y desafíos de la economía mexicana ante el auge del nearshoring.
El foro contó con la participación de Waldo Fernández, Senador de Morena por Nuevo León; Salvador Portillo, Presidente de la Cámara Nacional de Manufacturas Eléctricas (CANAME); Roberto Macías, Presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción en Nuevo León (CMIC NL), Jorge Ávalos, Presidente de la Asociación Mexicana de Parques Industriales Privados (AMPIP), e Iván Rivas, Secretario de Economía del Gobierno de Nuevo León. El moderador fue Carlos Garza Galán, Presidente de la Comisión de Enlace Legislativo México y Asuntos Públicos con América del Norte de la Concamin, y Vicepresidente de Asuntos Corporativos de Cemex México.
Los expertos discutieron las principales fortalezas competitivas del país que podrían atraer más inversión extranjera, así como las oportunidades para potenciarlas. Además, analizaron los retos estructurales y las políticas públicas que se necesitan para capitalizar esta oportunidad en el corto y mediano plazo.
De acuerdo con datos del Gobierno de México, en el primer semestre de 2024, el país recibió 31 mil millones de dólares en inversión extranjera, un 7% más que en el mismo periodo de 2023. El sector manufacturero ha sido uno de los principales beneficiados por este crecimiento.
Finalmente, los panelistas concluyeron que tanto el sector público como el privado deben colaborar estrechamente para crear incentivos de inversión, principalmente en nuevas tecnologías, y fomentar el diálogo para impulsar la relocalización de empresas, mejorando así la competitividad y el nivel de vida de los trabajadores. También subrayaron la importancia de la revisión del T-MEC en 2026, y de posicionar a Norteamérica como una región competitiva frente a economías como las del sureste asiático o Europa del este.