Intentarlo cuantas veces sea necesario, atreverse a innovar y creer en uno mismo.
Son algunas de las premisas de muchas de las mujeres que han conseguido el éxito en el ámbito tecnológico de América Latina, donde el panorama no siempre es alentador.
Según la CEPAL, en la mayoría de los países de la región, el porcentaje de mujeres graduadas de carreras de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM) no supera el 40%.
Un campo “crítico”, indica la organización, es el de las tecnologías de la información y las comunicaciones, que registró en 2019 un solo un 18% de mujeres en las matrículas en la educación superior.
Además, “se estima que 4 de cada 10 mujeres en la región no están conectadas y/o no pueden costear una conectividad efectiva, entendida como acceso a internet, disponibilidad de dispositivos y habilidades básicas para su utilización”.
Pese a esa realidad, hay muchas líderes e iniciativas que buscan cambiar esas estadísticas para ayudar a que más mujeres encuentren en la tecnología una aliada.
En 2012, un ingeniero que trabajaba en tecnología de microfluídos visitó a la bióloga Lucía Policastro en su laboratorio de Buenos Aires.
“Vino con sus chips y me contó lo que hacía. Cuando vi esos chips, dije: ‘Guau, ¿vos hacés esto? Con eso podemos hacer nanomedicinas. ¡Probemos!’”, recuerda la doctora.
“Partiendo absolutamente de cero, cada uno poniendo su conocimiento, construimos un chip, empezamos a hacer mezclas y salieron nanomedicinas homogéneas, parejitas”.
Ese fue el inicio de Plamic, una plataforma tecnológica para desarrollar nanomedicinas que fue reconocida, en 2021 en el Concurso Innova Salud del ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Argentina y, en 2022, en el programa Brain Chile, de la Pontificia Universidad Católica.
A lo largo de los años, muchos investigadores han integrado el equipo liderado por Policastro, quien es directora del Laboratorio de Nanomedicina de la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).
“La nanomedicina es un fármaco o una droga inmersa en un vehículo muy pequeño, un nanoenvase”, le dice la experta a BBC Mundo.
Un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro y las nanomedicinas tienen una dimensión que ronda los 100 nanómetros.
Cuando está dentro del cuerpo, el envase protege al medicamento hasta que llega al sitio donde debe actuar y una vez ahí, la célula lo incorpora y ejerce su función.
Al estar encapsulados, los fármacos tienen menos efectos tóxicos en los pacientes.
“Hay muchas patologías en las que las nanomedicinas podrían ser útiles y, sin embargo, a nivel mundial no hay más de 120 nanomedicinas”, indica la investigadora.
“Eso habla de la limitación y del cuello de botella que es su método de producción”, pues, pese a los grandes avances, aún es difícil replicarlo a gran escala.
Eso es precisamente en lo que Policastro y su equipo están enfocados.
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La tecnología utilizada por la bióloga y su equipo se llama microfluídica, y consiste en manejar fluidos a escala micrométrica.
“Esta tecnología tiene la particularidad de que los fluidos que contienen los reactivos van por canales muy chiquiticos y uno los puede controlar”.
“Cuando los fluidos se mezclan lo hacen de forma ordenada, lo que provoca que las moléculas también se acomoden de manera ordenada y formen siempre los mismos productos”.
Y eso es clave. “Hemos hecho varias pruebas de concepto que nos han permitido encapsular drogas quimioterapéuticas, como las que se usan en el tratamiento del cáncer, o ácidos nucleicos”.
Esas pruebas buscan validar que la tecnología que están desarrollando sirve para hacer nanomedicinas de forma repetitiva y homogénea.
“Estamos en la etapa de generar una plataforma tecnológica que en el futuro podamos transferir a una industria que la use para producir nanomedicinas a gran escala y, así, beneficiar a un amplio número de pacientes”.
“Uno no cuida lo que no conoce” es una frase común entre biólogos, le cuenta a BBC Mundo Marcela Ruíz.
Y, como una de ellos, decidió dar a conocer algo que le fascina: los océanos.
“Nos hemos dado cuenta de que los sonidos de los océanos son una fuente de información infinita para determinar su salud”, indica la bióloga marina chilena.
“Nos permiten entenderlos, generar alertas, tomar mejores decisiones”.
Ruíz es la directora y una de las fundadoras de Acústica Marina, una empresa liderada por mujeres que desarrolla tecnología hidroacústica para estudiar los océanos.
“En el sonido es donde centramos nuestra tecnología, que va en la línea del desarrollo de hardware y software y que está impulsada por la inteligencia artificial (IA). Ella nos ayuda a medir, monitorear y procesar la onda acústica para identificar patrones”.
Analizar los océanos presenta muchos desafíos: sus vastas extensiones hacen difícil la recolección de datos en tiempo real.
“Y todo lo que aún nos falta por explorar” -advierte Ruíz- “pues solo conocemos un 20%”.
Por eso, cree que “la IA es una tremenda herramienta. Hay cosas que humanamente son imposibles de hacer por la cantidad de datos que manejamos, sobre todo en acústica”.
“La IA juega un rol fundamental, pero es necesario que la herramienta aprenda de cada ecosistema con supervisión humana”.
Eso ayudará no solo al levantamiento de datos sino también “a la gobernanza de las áreas marinas protegidas”.
Junto a su equipo, Ruíz trata no solo de investigar constantemente, sino de innovar y establecer alianzas en la región. “Tenemos boyas 100% operativas en el mar chileno como herramientas para adquirir información”.
Y es que con el monitoreo acústico pasivo, también se pueden advertir posibles riesgos de colisión entre la fauna marina y las embarcaciones, así como también alertar sobre la pesca ilegal.
El trabajo de Ruíz ha sido reconocido por diferentes organizaciones. En 2021, recibió el premio Mujeres Líderes de Ciencia, Tecnología, Innovación y Talento del Women Economic Forum Chile.
Liderando Acústica Marina, obtuvieron el primer lugar del Desafío Avante, un concurso de la Armada de Chile para distinguir iniciativas innovadores.
En 2022, Ruíz ganó el premio Tech Entrepreneur en los Women that Build Awards, que otorga la reconocida empresa de ingeniería de software y tecnología Globant.
Y este año fue la ganadora en la categoría “Most Disruptive” de los premios Woman in Tech, organización que fomenta la participación de las mujeres en las disciplinas CTIM.
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Hace casi 20 años, Adriana Noreña tenía en Cali un pequeño negocio de cosméticos.
Empezó a indagar sobre herramientas tecnológicas, en particular sobre Google, que pudieran ayudar a su compañía.
“Me picó el mundo de la tecnología porque me expuse a la publicidad online, algo que desconocía”, le dice a BBC Mundo.
Esa experiencia la describe como “el momento ¡Aha!”, en el que vio cómo una plataforma tecnológica podía servir a emprendimientos pequeños.
“Y eso es algo que hoy me apasiona porque creo que es un motor de crecimiento económico”.
“Cuando la tecnología se pone a disposición del ser humano para ayudarnos a resolver problemas, se convierte en un elemento igualador que democratiza las oportunidades”.
Dejando atrás su faceta como microempresaria, asumió cargos de liderazgo en compañías reconocidas.
Su vida dio muchas vueltas y en una de ellas, dos noticias que transformarían su vida llegaron al mismo tiempo.
El 2 de noviembre de 2005, tuvo su primera entrevista para un empleo dentro de Google.
“Después de muchas entrevistas, el 5 de diciembre debo informar si acepto la oferta. El 1 de diciembre, me doy cuenta de que estoy embarazada”.
“Como latinoamericana me empiezo a hacer una serie de rollos: en algo tan bonito como es estar embarazada, me preguntaba: ¿será que podré trabajar? ¿será que me aceptarán?”
Al recibir la llamada de su futuro jefe, le dijo que antes de darle su respuesta quería contarle que estaba embarazada.
Del otro lado escuchó: “Felicitaciones. ¿Cuándo empiezas?”.
Ingresó a Google en enero de 2006 y tras desempeñar distintos cargos, se convirtió en 2011 en la vicepresidenta de Google para Hispanoamérica.
Reconoce que la reacción de su antiguo jefe no es la regla en el mercado laboral, sino la excepción. “Espero que se vuelva la regla”, dice.
Dentro de Google, Noreña cuenta que creó una iniciativa que busca impulsar a las mujeres a abrirse paso en la organización, con esquemas en los que las colegas más senior se vuelven mentoras de las más jóvenes.
Esa iniciativa también tiene un enfoque externo, dirigido a las mujeres de cada país para, por ejemplo, apoyarlas a gestionar sus negocios o a participar en talleres educativos.
Su “gran objetivo” es que “Google sea el aliado de preferencia de los usuarios”.
A lo largo de sus 25 años de existencia, el buscador de internet más usado en el mundo no ha estado exento de controversias, algunas relacionadas con dos grandes retos de nuestra era: la privacidad y la desinformación online.
“La privacidad es el activo y el tesoro más importante de cualquier ser humano y es algo que vamos a preservar sobre todo”, asegura Noreña.
“El desafío más importante es educar y concientizar sobre el uso responsable de internet y lo tratamos de hacer desde nuestras plataformas, mostrando con transparencia que tus datos son tuyos, no nuestros, y lo que tienes que ver en un sitio antes de firmar para no comprometer tu vida personal”.
Sobre el, en ocasiones, cuestionado algoritmo de Google, señala que “se ha ido sofisticando cada vez más para ofrecer información relevante y ahí estamos yendo a las fuentes que son confiables”.
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Hubo una época en la que Jennifer Samaniego soñó con cadáveres.
Lideraba un proyecto para crear autopsias virtuales que pudieran usar los estudiantes de Derecho de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), en el sur de Ecuador.
“Estuve en varias autopsias reales porque tenía que asegurarme de comprender todo el proceso”, le cuenta a BBC Mundo.
“En un inicio, fue chocante porque no soy del área de salud, soñaba con los cadáveres. Pero luego, para mí, fue muy normal estar en autopsias. Se convirtió en un reto fuerte que pude asumir”.
“Ver cómo ese proyecto impactaba en los estudiantes que tomaban el curso a distancia”, hace que esté entre los que más satisfacción profesional le han dado.
“Lo ideamos desde cero por una necesidad de nuestros estudiantes y docentes”.
Y es que antes de esa plataforma, el profesor a cargo de medicina legal hacía dibujos a mano para acompañar sus clases.
Ahora, con la realidad aumentada, los estudiantes pueden ver “los tipos de cadáveres, de muertes, todo el proceso de análisis interno y externo, acceder a un glosario, al informe forense”.
“Eso permite que el alumno deje el Zoom y vaya a un centro forense virtual a hacer la práctica”.
De acuerdo con Samaniego, la universidad cuenta con unos 40.000 estudiantes a distancia y unos 10.000 presenciales.
Ese proyecto, le permitió a la ingeniera y a sus colegas ganar en 2020 en la Universidad de Georgia, Estados Unidos, el primer premio del concurso que convoca el Global Online Laboratory Consortium, una organización que promueve “el desarrollo, el intercambio y la investigación de laboratorios accesibles de forma remota para su uso educativo”.
“Hay que creer en uno mismo”, dice, sobre esa experiencia la investigadora ecuatoriana, que estudió Ingeniería en sistemas informáticos y computación y que se especializó en ciencias de los datos.
“Creamos un club de realidad virtual en la universidad. No importa de qué carreras vengas, la idea es que sepas que puedes innovar en cualquier área”.
Samaniego, quien lleva ocho años dedicada al aprendizaje inmersivo, fue clave en la creación de la Red de Aprendizaje Inmersivo, que reúne a instituciones de educación superior en Ecuador. “Empezamos 4, ahora somos 12”.
Eso le ha permitido crear alianzas con otras instituciones educativas en América Latina.
De hecho, gracias a esa iniciativa, en 2023 junto a su equipo fueron seleccionados en el Metaverse Community Challenge, que organizan el Banco Interamericano de Desarrollo y Meta, como una de las comunidades con mayor impacto en la implementación de tecnologías inmersivas en Latinoamérica y el Caribe.
Este año, a Samaniego también se le distinguió como la ganadora global en la categoría inspiring leader en los Women that Build Awards.
En la UTPL, la investigadora también lidera el proyecto XR Mujeres, que busca empoderar a niñas y jóvenes en el uso y creación de tecnologías inmersivas.
Cuenta con varias experiencias que le han demostrado “que las mujeres somos fuertes y que contar con una red de apoyo confiable es fundamental para poder afrontar exitosamente los roles de madre y profesional”.
Blanca Treviño decidió estudiar la licenciatura en sistemas computacionales a finales de los años 70, una época en que hablar de ese campo “se escuchaba como ir a la Luna y regresar”, le cuenta a BBC Mundo.
Vivía en México y “entrar a algo muy desconocido” la había cautivado. “Sonaba retador”.
Como estudiante, se postuló con éxito para un trabajo en un grupo industrial.
“En mi primer día de trabajo, me dicen que tengo que firmar mi carta de renuncia. No lo entendía”.
El documento estipulaba que “aceptaba renunciar” cuando se casara.
Y aunque, en esos momentos, la posibilidad de contraer matrimonio “estaba lejos”, lo que ese papel le hizo ver fue “lo poco conocido” que era que las mujeres quisieran hacer las dos cosas, sin tener que sacrificar una.
Debido a la crisis de la economía mexicana de los 80, la empresa -como tantas otras- tuvo que hacer recortes de personal. “Salieron algunos de mis amigos”.
Uno de ellos le planteó la idea de que formaran una compañía. Treviño se entusiasmó con el “sueño” de crear una empresa global.
Por esos mismos años, también le llegó "el anillo de compromiso" y renunció con el argumento que le habían dado años antes. Sin embargo, la respuesta fue que “la regla no aplicaba” en su caso.
“Finalmente les dije: ‘Me estoy yendo porque estamos formando una empresa’ (...) En esa época, no se hablaba de emprendedores, la palabra era poco entendida”.
Así fue como Treviño se convirtió en la cofundadora de Softtek, una empresa dedicada a soluciones tecnológicas y transformación digital. Actualmente, es su presidenta y CEO.
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Ha sido clave para que Softtek no solo se posicionara en la industria de las tecnologías de la información de su país y el resto de Latinoamérica, sino para entrar en el mercado estadounidense con un modelo que denominaron nearshore, término con el que se definen "los servicios de outsourcing prestados desde países vecinos”.
En 2014, Hiroshi Takahashi escribió en la revista Forbes: “Si Blanca hubiera nacido en California o Tokio, hoy sería reconocida mundialmente por ser una de las precursoras de la industria de las soluciones tecnológicas; tan sólo por saber desde hace más de 30 años lo que hoy mueve al mundo. Pero no. Nació en Monterrey y su historia es mucho más conservadora que las historias que tanto nos venden desde California, específicamente desde el mismísimo Silicon Valley”.
En 2019, Treviño participó en la edición internacional de Fortune’s Most Powerful Women Summit, que organiza la revista estadounidense dedicada a los negocios.
Es parte del Salón de la Fama de Mujeres en Tecnología del WITI (Women in Technology Internacional), que promueve la inclusión femenina en las áreas de CTIM.
Para ella, la mejor manera de promover la equidad de género en su campo no es forzando cuotas, sino privilegiando el talento “por encima de cualquier otra cosa” y recordándoles a las mujeres que no permitan que el género sea un obstáculo para aspirar a cualquier posición.
Esta nota forma parte del especial de la BBC con 100 mujeres inspiradoras e influyentes del mundo en 2023.
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