puso a la mujer entre la espada y la pared. Elevó la carga de trabajo que tienen en el hogar y limitó sus posibilidades de desarrollo laboral y profesional, opinaron especialistas consultados por EL UNIVERSAL.
En promedio, cada mujer mexicana pierde 5 mil 761 pesos mensuales por el trabajo y los cuidados que realiza en casa, señala la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México 2020 , que publicó el Inegi este mes.
Esta cifra es más del doble en comparación con los hombres, cuyas labores domésticas sin paga fueron valoradas en 2 mil 265 pesos por mes.
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“Es una situación que deja en una desventaja muy grande a la mujer porque lo que necesitamos es que ella se sume al esquema de trabajo laboral activo, que gane más, que trascienda puestos y no que se quede en la condición de la reina del trabajo no remunerado”, dijo Ivonne Vargas, representante de América Latina en el consejo del Workforce Institute.
“Por un tema cultural, [las mujeres] nos autoasignamos los roles y seguimos mucho más presentes en las tareas del hogar y de cuidado de la familia”, agregó.
La mujer es cuestionada en una situación tan difícil como es la pandemia, teniendo que escoger entre su trabajo remunerado o priorizar el cuidado del hogar, con el agravante de tener niños en casa y familiares enfermos.
En este contexto, la crisis sanitaria dejó a la mujer en la disyuntiva de si ella es la que debía regresar de tiempo completo al hogar y, con ello, poner en pausa su desarrollo laboral, dejando de lado la posibilidad de un ascenso o seguir marcando pasos en su carrera profesional.
Lo delicado, en opinión de Vargas , es que el trabajo no remunerado “se convierte, de alguna manera, en estos casi dos años, en otro tipo de pandemia. En una pandemia que, desde hace muchos años era invisible y que ahora es más evidente”.
La mujer está despuntando en una actividad que no es reconocida, que no le va a dar la oportunidad de percibir un salario que le brinde independencia económica y la libere del círculo de violencia que implica no contar con sus propios recursos.
“Estos dos años nos dejan ver lo importante que son las mujeres para la actividad económica, todo lo que aportan. Esto no es argumento para estigmatizar la presencia de la mujer en las actividades no remuneradas, porque si a eso le agregamos que hay un asunto cultural, entonces encuentras la mancuerna perfecta para perpetuar un esquema que no necesariamente beneficia a las mujeres”, destacó la especialista.
Más trabajo
Medir el valor de las actividades domésticas y de cuidados permite dimensionar su importancia y visibilizar la carga desigual que enfrentan las mujeres al desempeñar la mayoría de este tipo de tareas, dijo Francisco Guillén , director General adjunto de Cuentas Nacionales del Inegi y responsable de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México.
Al llevar a cabo dichas actividades en el hogar se reduce el tiempo disponible que las mujeres tienen para participar en trabajos remunerados, desarrollarse profesionalmente o para dedicar tiempo a recibir educación, agregó el directivo.
Destacó además que, con la pandemia, la problemática se ha agudizado, como lo revelan los datos recientemente publicados por el Inegi .
Los resultados del estudio permiten conocer la carga total de trabajo, es decir, el tiempo que las personas destinan a las principales actividades considerando tanto las labores de mercado como aquellas que no son remuneradas.
En 2020, las mujeres tuvieron la mayor carga de trabajo, con 3 mil 322 millones de horas a la semana, frente a los 2 mil 818 millones de los hombres; es decir, por cada 10 horas de trabajo del género femenino, el masculino realizó 8.5 horas.
En este sentido, la responsabilidad de las labores domésticas y de cuidados recae principalmente sobre las mujeres, quienes destinaron a estas actividades alrededor de 64.2% de su tiempo de trabajo total y 33.9 de cada 100 horas al empleo remunerado.
En contraste, las actividades de los hombres se orientan principalmente al trabajo que les permite recibir ingresos económicos y a la producción de bienes de autoconsumo, con 71.4% y 2.6%, respectivamente de su trabajo total. En tanto, destinan 25.5 de cada 100 horas a labores domésticas y de cuidados.
Además de que la mujer en general labora más horas, la participación por género entre el trabajo que es remunerado y el que no lo es sigue mostrando una amplia brecha.
En relación con el cambio en el tiempo del trabajo no remunerado , hubo un aumento de horas en las labores domésticas y de cuidados en 2020.
Las actividades que presentaron un mayor crecimiento en horas fueron cuidados de salud dentro del hogar, al aumentar 9.4%, seguido de la limpieza y mantenimiento de la vivienda, con 7.5%; las actividades de apoyo a otros hogares, con 7.3%, y las tareas de alimentación, con 4.8%. En todas, la mujer tiene una participación mayoritaria, que va de 70% a 82%.
El trabajo no remunerado tiene un valor económico que conlleva un costo de oportunidad, pues representa la cantidad de tiempo invertido y el dinero que una persona pudo haber obtenido en el mercado laboral u otra actividad productiva, explicó Francisco Guillén .
La diferencia de tiempo invertido por género es más contrastante si se mide en términos de su valor económico. El monto total de las labores domésticas y de cuidados repuntó de 22.9% a 27.6% del Producto Interno Bruto (PIB).
Si el trabajo no remunerado fuera un sector, sería el más grande del país por su valor económico. La estimación para 2020 fue 48% mayor que las actividades comerciales y cinco veces más grande que el sector transporte.
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Perder lo ganado
Si bien las labores no remuneradas pueden tener un valor económico importante, el beneficio se pierde cuando no existe un equilibrio en su realización y hablamos del retroceso de la representación de la mujer en la fuerza laboral, así como de su menor participación en posiciones de liderazgo, advirtió Vargas.
En México, las mujeres representan sólo 39% de la fuerza laboral , una de las tasas más bajas entre los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). No obstante, incrementar la representación del género femenino en el mercado laboral tendría beneficios económicos.
El Instituto Mexicano para la Competitividad
(Imco) estimó que la economía mexicana puede crecer 15% en la siguiente década si se suman a 8.2 millones de trabajadoras para el año 2030.
Lo que ganó la mujer antes de la pandemia , en términos de visibilidad y de hacerse de su propia red de recursos, es lo que está en juego en estos momentos. “Creo que cierta independencia que se había logrado, hoy es cuestionada”, destacó Vargas.
La violencia proviene de ese patrón que dice que los niños son mejor cuidados por las mamás y que los ancianos son mejor cuidados por las mujeres de la casa, que cuando hay una dificultad económica. El hombre puede tardar siete meses en encontrar el trabajo que quiere, y la mujer no, ella tiene que salir por su familia y agarrar casi cualquier trabajo informal”, dijo la especialista.
La mujer está sobrerrepresentada en sectores que son informales o menos remunerados. Así que el ciclo de violencia, de alguna manera, no termina para el género femenino, destacó Vargas.
“Es algo que la mujer lleva en el ADN, siente que tiene que trabajar más para estar al nivel de lo que el hombre está percibiendo, y es una situación que las violenta emocionalmente y hasta físicamente. Además, genera marcos sociales muy confusos con las familias, con los hijos, y es un cuadro de violencia que no termina”, abundó la experta.
Qué hacer
La Organización Internacional del Trabajo
(OIT) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) destacan el tema del trabajo digno para la mujer.
Desde su perspectiva, hay que llevarlas a una posición en la que elijan la carrera que naturalmente deja más dinero, opten por las que son más demandadas en los mercados y las disciplinas mayormente relacionadas con las vocaciones de los países a futuro.
Especialistas del Imco consideran necesario retomar la discusión sobre la creación del Sistema Nacional de Cuidados , acompañado de un presupuesto público para su implementación, así como de acciones que impulsen la redistribución del trabajo no remunerado al interior de los hogares, por ejemplo, a través de licencias de paternidad.
En su opinión, si más mujeres alcanzan su autonomía económica, México se convertiría en un país más competitivo.
Desde el ámbito público, hasta el privado, existe esa posibilidad de apoyo a la mujer. Hay empresas que han empujado esta parte, con iniciativas como, por ejemplo, los tiempos libres y flexibles en las oficinas, así como los meses sabáticos.
“Creo que todo eso ayuda mucho, pero ahora es el momento de homologar o hacer de esto un espejo de la política educativa, de una política de las empresas, hacerlo mucho más formal para que la mujer tenga un respiro”, destacó Ivonne Vargas .
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