Con la economía en caída libre, con un gobierno que vive crecientes problemas de gasto y con un estilo inflexible de gestión presidencial, se antoja imposible que Petróleos Mexicanos ( Pemex ) y Comisión Federal de Electricidad ( CFE ) se vuelvan palanca de desarrollo, aseguró Edna Jaime Treviño, directora general de México Evalúa .

Al presentar el Mapa de Vigilancia del Estado Mexica no que tiene una función de seguimiento sobre , señaló que actualmente ambas empresas del sector energético succionan recursos, pero no están regresando valor a los mexicanos, sólo pérdidas, y el costo de mantenerlas improductivas es enorme para los mexicanos.

Al respecto, Fernanda Ballesteros, coordinadora del Programa de Regulación y Competencia Económica de esta organización civil expresó que tan sólo en el primer semestre de este año Pemex y CFE reportaron pérdidas netas del orden de 703 mil 368.5 millones de pesos.

Indicó que ambas empresas son prioridad para este gobierno, la nueva política energética las pone en el centro, pero un balance de ellas arroja que en este año se les ha otorgado más del 20% del gasto público lo que contrasta con el “pobre desempeño” que han tenido.

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Pemex tiene su nivel de producción más bajo en 40 años y en sus indicadores de productividad están muy por debajo de empresas que son su pares:

Mientras que empresas como Equinor o Petrobras, que también son empresas estatales, producen 97 y 48 millones de barriles diarios por trabajador, Pemex produce 15 millones por trabajador.

Lo mismo ocurre con CFE que está muy por debajo de empresas como Electricité de France, KEPCO, Enel o Israel Electric Corporation.

Jaime Treviño explicó que estos últimos años de Pemex y CFE se pueden titular como el “sueño de dos presidentes”.

El primero es el sueño de Enrique Peña que impulsó una ambiciosa reforma energética, “una buena reforma que abría una nueva etapa para el sector energético… pero que se abusó de ella, lo que le dio un mal nombre a la reforma”.

Por eso el sueño de Enrique no terminó bien para los mexicanos y “no eran malas ideas ni los propósitos que la animaban estaban equivocados, pero una parte de su implementación estuvo lejos de sus objetivos'', agregó.

Culpo de ello al ex director de Pemex: “un hombre se volvió el ejemplo de lo que se hizo mal, Emilio Lozoya Austin, ante lo que hemos sabido de los manejos turbios en Pemex durante su gestión, nos queda claro que no se alcanzaron a consolidar modelos de gobernanza efectivos dentro de la empresa, tampoco esquemas de transparencia y rendición de cuentas suficientes”.

Esto benefició a otro hombre con ideas transformadoras, Andrés Manuel López Obrador, y “él no está vendiendo otro sueño completamente distinto: el sueño de Andrés”.

En este sueño la honestidad lo puede todo, no hace falta experiencia, conocimiento o planeación. En este sueño Pemex y CFE no deben conformarse con ser simplemente empresas productivas, deben recuperar su papel como la principal palanca de desarrollo de México”.

En el sueño de Andrés están dos “viejas locomotoras” que tiene que impulsar a la economía del mundo.

Sin embargo, en octubre de 2019, cuando nadie había escuchado la palabra COVID-19, el sueño de Andrés ya empezaba a tener visos de pesadilla.

La petrolera perdía dinero a tasas aceleradas, en la CFE las cosas no pintaban mejor, su utilidad neta cayó casi 60%. Ambas empresas ya eran un riesgo para las finanzas públicas.

Lo que se alcanza a percibir, explicó la directora general de México Evalúa, es que la meta más importante no es sanear financieramente a las empresas productivas del Estado, elevar su productividad o inyectarles tecnología para que salgan adelante, “sino desmantelar en lo legal la reforma energética de 2013”.

Es decir, el “sueño de Andrés es destruir lo que queda del sueño de Enrique”.

Ballesteros subrayó, sin embargo, que muchos de los vicios de años anteriores se repiten en esta administración, como los niveles de corrupción.

Citó como ejemplo la adjudicación de compras de medidores de consumo básico en CFE, en donde dos empresas del mismo grupo siempre son las que ganan las licitaciones (IUSA y Conymed), a pesar de que un estudio de la OCDE de 2015 y 2018 identificó licitaciones simuladas a modo en CFE.

“Siguen malas prácticas en concursos en 2019 y 2020, acotando el alcance de concursos limitando el número de competidores sin justificación y eliminando el mecanismo de subastas.

En el estudio, México Evalúa detectó, además, que no es claro el plan para mejorar el desempeño de Pemex y CFE, más allá de la advertencia de desmontar la reforma energética; hay fallas en la labor de vigilancia de algunas entidades, tanto en el diseño como en la implementación de mecanismos de rendición de cuentas; la política de propiedad del Estado es poco clara en su objetivo y en su justificación.

En relación con la neutralidad regulatoria, encontró que en ciertas actuaciones los reguladores y organismo técnicos, comprometen su independencia y capacidad, lo que interfiere en su encomienda de generar confianza en el sector; tampoco se han dado a conocer objetivos relacionados con responsabilidad social y medioambiental, como tampoco es clara la ruta para mejorar la política anticorrupción.

Este es probablemente el vacío más grande en términos de vigilancia del Estado hacia las empresas productivas.

Por ello, el organismo recomendó el acompañamiento de la política de propiedad a través de un contrato de gestión entre empresas y el Estado; la revisión del régimen especial; y, la creación de una entidad propietaria del Estado.

vcr

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