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“La evaluación y la medición de la pobreza son incómodas para cualquier gobierno”, considera Gonzalo Hernández Licona, exsecretario ejecutivo General del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), quien fue relevado de su cargo el pasado lunes.
En entrevista con EL UNIVERSAL, desconoce los motivos de su salida; lo atribuye a “mil factores”, desde la posibilidad del Presidente de designar a alguien nuevo hasta que, “estaba yo enchinchando con el tema presupuestario del Coneval desde hace dos meses”.
“La evaluación es para mejorar las políticas públicas y los programas. La democracia implica esos contrapesos”, afirma.
Considera que hay elementos para pensar que en esta administración los contrapesos democráticos no “son bien vistos” y espera que la sociedad civil y la ciudadanía defiendan organismos como Coneval, Inegi y Cofece.
¿A qué atribuye su salida?
—No tengo idea. Hay mil factores posibles: el Presidente tiene la facultad de nombrar al secretario ejecutivo general, eso lo pudo haber hecho cualquier mandatario; pudo ser un proceso normal de un gobierno nuevo; que no siempre la evaluación es fácil para los gobiernos; que estaba yo enchinchando con el tema presupuestario del Coneval desde hace dos meses.
¿Era un funcionario incómodo para el gobierno?
—La medición y la evaluación de pobreza son incómodas para cualquier gobierno. La evaluación es para mejorar las políticas públicas y los programas, ayuda a que nos vaya mejor a todos. La democracia implica esos contrapesos, la evaluación debe ser bienvenida.
¿Ve una intención del gobierno federal de debilitar los organismos autónomos?
—Tengo la impresión de que sí hay un elemento en el cual las autonomías no son bien vistas. Hay que estar pendientes como sociedad civil para que los contrapesos subsistan, porque son importantes para la democracia. El Coneval, Inegi y la Cofece son fundamentales.
¿Cómo le afecta al gobierno el trabajo de evaluación y medición de la pobreza?
—Si los gobiernos asumen que la evaluación independiente, rigurosa y sin fines partidistas es para mejorar, vamos de gane. Si queremos transformar al país se requiere un liderazgo fuerte de la Presidencia, el cual existe; pero si se combinara en el que el Presidente fuera checando cómo va todo para corregir.
¿Es difícil convencer al Presidente?
—Es difícil convencerlo a él, es más fácil convencer a los secretarios. Si pudiéramos convencer al Presidente de que le conviene escuchar voces de evaluaciones y las mediciones, podríamos tener un gobierno con mayores resultados.