El crecimiento que alcanzó la economía mexicana en julio pasado sorprendió a especialistas, quienes vieron superadas sus expectativas luego de que las actividades relacionadas con el campo tuvieron un repunte importante, el cual está relacionado con la llegada de la temporada de lluvias.
Con ello, el Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) hiló tres meses al alza con un crecimiento mensual de 0.6% en julio, informó ayer el Inegi.
El desempeño se explica por la recuperación significativa de la producción agropecuaria, que repuntó 11.6% en el séptimo mes del año, luego de una caída de 0.3% en junio, y contribuyó con más de la mitad del incremento mensual de la actividad económica.
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“El repunte estuvo en línea con la mejora en la exportación agropecuaria, en la manufactura de alimentos, y, posiblemente, la dilución de los efectos de las sequías de hace unos meses”, explicó Alejandro Saldaña, economista en jefe de Ve por Más.
“Sin embargo, este crecimiento debe ser visto con cautela, pues el avance de las actividades primarias está asociado a un efecto rebote tras caer en meses previos, acumulando en el primer semestre (hasta junio) una caída anual de 2.3%”, advirtieron analistas de Grupo Financiero Base.
“A pesar del crecimiento de julio, el nivel de actividad económica promedio entre noviembre de 2023 y julio de 2024 se ubica por debajo del registrado en septiembre-octubre pasado, lo que ilustra la desaceleración de esta observado desde finales de 2023”, destacaron especialistas de CitiBanamex.
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Debilidad y resiliencia
En julio la producción industrial aumentó 0.2% mensual, desde una expansión de 0.4% un mes antes, impulsada por la construcción, con alza de 2.6%, y minería, 1.4%.
Sin embargo, hay señales de debilidad, pues se vio una contracción mensual en los servicios básicos de electricidad y gas, de -0.9%, y de -0.8% en la manufactura, ante la desaceleración industrial de Estados Unidos por el huracán Beryl, reforzando la fragilidad del sector en México, que ha caído en tres de los últimos cuatro meses.
En los primeros siete meses del año la manufactura acumula una contracción de -0.5% respecto al mismo periodo de 2023, el peor desempeño para un mismo periodo desde 2020, a causa de la pandemia.
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Los servicios registraron un avance mensual de 0.4%, desde una variación nula en junio. En ocho de las 14 actividades que la integran se reportó crecimiento, destacando la educación, con 2.3%; actividades de gobierno, 1.6%; comercio al por mayor, 1.2%, y servicios de transporte, 1.0%.
Sin embargo, se observó un desplome de -21.3% mensual en servicios de esparcimiento y culturales debido a un ajuste tras crecer 29.5% el mes previo. Otras actividades que reportaron retrocesos fueron los servicios profesionales, -1.1%; comercio al por menor -0.6%, y servicios de alojamiento y preparación de alimentos, -1.1%.
Con cifras originales el IGAE aumentó 3.8% anual, tasa superior al consenso de los analistas, de 1.8%. El crecimiento se explica por avances en los servicios, con una tasa de 4.3%, la producción industrial, 2.1%, y el sector primario, con 11.9%, el mayor crecimiento desde agosto de 2016.
“La heterogeneidad entre los sectores será todavía más marcada, con mayor incertidumbre en la industria, pero con probable resiliencia en los servicios”, estimaron especialistas de Banorte.
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Perspectiva pesimista
Las buenas cifras de crecimiento en julio deben tomarse con cautela debido a un efecto calendario que puede distorsionar las cifras originales y desestacionalizadas.
“Al momento, mantendremos la hipótesis de que la economía local mantendrá un paso lento en los próximos meses y a lo largo de 2025”, dijo Adrián Muñiz, subdirector de análisis económico de Vector.
Asumiendo que en agosto la actividad económica haya crecido 0.3%, como muestra el indicador oportuno, y que en septiembre haya un crecimiento nulo, la expansión del PIB del tercer trimestre sería cercana a 1.2% trimestral y 1.4% anual, acumulando en los primeros tres trimestres un avance anual de 1.38%, estimó grupo financiero Base.
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Considerando que la demanda externa permanece casi estancada, la desaceleración paulatina en la generación de empleo, la caída proyectada en el gasto público y el elevado nivel de incertidumbre, que podría afectar las decisiones de inversión, la mayoría de los analistas mantiene su proyección de crecimiento del PIB para 2024 en 1.3%.
Así, el repunte del IGAE en julio no es suficiente para confirmar un crecimiento sostenido de la actividad económica y no se pueden descartar caídas posteriores, principalmente en el último trimestre del año, debido a la cautela provocada por la aprobación de la reforma judicial y a la disminución del gasto público típica de un segundo semestre en año de elecciones.