Para prosperar en una era de constantes cambios tecnológicos, se suele decir que debemos ser aprendices de por vida y fomentar habilidades como la creatividad, la adaptabilidad y la inteligencia emocional.
Pero a menudo hay poca orientación sobre cómo hacerlo. Navegar por la desconcertante variedad de opciones educativas a nuestro alcance puede ser una tarea desalentadora.
Qué pasaría si hubiera una manera de cuantificar el valor de cada módulo universitario, curso de capacitación o elección de carrera, y mapear cómo darían forma a tus habilidades y las oportunidades disponibles para ti.
Ese es el objetivo de Learning Economy (Economía de aprendizaje), una compañía sin fines de lucro con sede en Washington que está construyendo una forma segura de compartir datos sobre nuestras habilidades, educación e historial de trabajo utilizando blockchain, la tecnología detrás de bitcoin, la criptomoneda.
El sistema podría simplificar las tareas administrativas como verificar las calificaciones, pero lo más importante es que podría hacer un seguimiento de cómo las personas aprenden desde el jardín de infantes hasta su retiro.
Esos datos podrían dar a los educadores una visión sin precedentes de la línea educativa y proporcionar a las personas una orientación personalizada sobre cómo trazar un curso a través de la capacitación y el trabajo.
Puede parecer una tarea difícil para un proyecto que comenzó hace menos de dos años, y que hasta ahora contó con voluntarios y el apoyo financiero de dos de sus cofundadores, el director ejecutivo Chris Purifoy y el director de tecnología Jacksón Smith.
Pero el Departamento de Educación Superior de Colorado y las Escuelas Públicas del Condado de Broward en Florida, a la que estas últimas asisten en torno a 250.000 estudiantes, ya se anotaron para una prueba de la tecnología de Learning Economy y los pilotos deberían estar listos para el final del verano, que en el hemisferio norte es en septiembre.
El equipo innovador también está en proceso de recaudar fondos más sustanciales de fundaciones educativas con ideas afines.
Smith cree que el sistema que están construyendo podría apoyar a crear una economía global donde las habilidades sean una nueva moneda y se les paga a los estudiantes por aprender a cambio de sus datos.
"Tenemos este mantra: ¿y si la educación fuese el nuevo patrón oro?", dice Smith.
"Si puedes cuantificar el valor de la educación... en realidad puedes construir un mercado sobre ella".
Smith cree que primero la cadena de suministro educativa necesita ser reparada.
Las escuelas, los empleadores y los gobiernos miden el desarrollo de habilidades, pero la falta de intercambio de datos significa que el proceso está fragmentado.
La concentración de toda esa información en un solo lugar podría ser enormemente valiosa, pero también crearía enormes preocupaciones de privacidad, por lo que Learning Economy está desarrollando una forma de compartirla de forma segura y anónima en una base de datos pública.
Eso es posible gracias a blockchain, un sistema de mantenimiento de registros de alta tecnología inventado para alojar la criptomoneda bitcoin.
La tecnología permite compartir registros a través de una gran red de computadoras y los cambios deben ser acordados por toda la red en lugar de depender de una sola autoridad central.
Los registros también están protegidos por un potente cifrado que hace que sea prácticamente imposible manipularlos y oculta la identidad de los usuarios.
Un número creciente de compañías está experimentando con el uso de esta tecnología como una forma más rápida y segura de compartir información para aplicaciones tan variadas como el mantenimiento de registros médicos y el seguimiento de la procedencia de los alimentos.
Y Learning Economy también la ha adaptado para unir el vasto tesoro de datos de aprendizaje que están perdidos en bases de datos privadas.
"Unifica toda la cadena de suministro", asegura Smith. "Una vez que tienes la cadena de suministro, puedes hacer una serie de cosas profundas e importantes".
Según la propuesta de Learning Economy, cada usuario tendría una "billetera universal para el alumno".
Dependiendo de la aceptación de otras organizaciones, eso podría incluir calificaciones escolares y universitarias, registros de empleo, cursos en línea completos, asistencia a talleres, incluso idiomas aprendidos.
Los usuarios no subirían detalles de ellos mismos sino que confiarían en los que tienen los registros para suscribirse al sistema.
Pero solo el usuario tendría una vista completa de su registro y podría controlar con quién lo comparte.
Esto podría usarse para probar automáticamente las credenciales a posibles empleadores o escuelas, que puede ser un proceso largo y costoso en Estados Unidos, dice Smith.
Los registros de los alumnos también podrían usarse para evitar el proceso altamente burocrático de transferencia de créditos entre universidades, agrega.
Pero el verdadero valor del sistema estaría en los datos agregados.
El sistema de Learning Economy lograría generar patrones (sin identificar a las personas) que podrían analizarse para proporcionar un "gráfico de habilidades": un mapa detallado del desarrollo de habilidades que las escuelas, los administradores y los empleadores podrían usar para identificar áreas de excelencia, mejores prácticas y brechas de habilidades.
Y lo más importante, los datos también podrían usarse para mapear potenciales rutas a través de la educación y el empleo cuantificando cómo diferentes detalles de aprendizaje y experiencia contribuyen a las habilidades y trayectorias profesionales.
Smith dice que Learning Economy se encuentra en las primeras fases de un proyecto conjunto con el brazo de investigación de Alphabet para crear una interfaz impulsada por inteligencia artificial (IA) que utilizaría estos datos para proporcionar consejos de aprendizaje.
"La idea es que puedas trabajar con IA para determinar cuál es tu objetivo en el aprendizaje", asegura Smith. "Y te dará una especie de menú de tácticas para lograr ese objetivo".
Muchos sistemas educativos han intentado implementar sus propias soluciones para mapear las rutas de aprendizaje, dice Jennifer Adams, exdirectora de Educación de una junta escolar que supervisó 147 escuelas en Ottowa, Canadá.
Pero usar blockchain para descentralizar el proceso y traer datos de muchas más fuentes podría ampliar en gran medida el alcance de estos esfuerzos y reducir la barrera de entrada para las nuevas organizaciones que actualmente no tienen las capacidades tecnológicas para hacerlo, opina.
Sin embargo, advierte que no es bueno confiar solo en el enfoque de forma aislada, y dice que debe usarse junto con otros métodos para guiar a los alumnos.
"Tenemos que asegurarnos de ser realistas en la forma en que hablamos de esto, que reconocemos que es complejo", dice Adams.
"Puede haber cierta previsibilidad, pero no es un camino definido".
Sin embargo, dado el alcance expansivo de los datos que Learning Economy quiere agrupar, ella dice que el trabajo más difícil puede ser convencer a los estudiantes, las escuelas y los padres de que blockchain puede mantener sus datos seguros y que no se los utilizará para otras cosas.
"Los padres, completamente comprensible, serán cautelosos al respecto", afirma Adams. "Tiene que haber herramientas de comunicación realmente buenas para decirles cómo se están usando esos datos y cómo pueden ayudar a sus hijos".
Learning Economy es consciente de esto.
Es por eso que el sistema y los datos serán propiedad (mitad y mitad) de aquellos que los producen, como estudiantes, maestros y empleados, y las organizaciones que actualmente los recopilan, como escuelas, administradores y empleadores.
Además se está desarrollando un sistema de autoridad para ayudar a la red a decidir cómo se utilizan los datos que incluirán un voto directo sobre los problemas y cómo elegir representantes.
Smith cree que los datos que recopila su sistema serán tan valiosos para los gobiernos y los empleadores que estarán dispuestos a pagar para acceder a un tablero que les permita explorar el gráfico de habilidades.
Si la idea logra escalar a proporciones nacionales o incluso internacionales, han creado modelos en los que este dinero podría utilizarse para crear una "reserva central de aprendizaje" que paga automáticamente a los alumnos y maestros que crean los datos.
"El aprendizaje en sí mismo es la energía que entra en esta economía", dice Smith. "El mundo no está todavía listo para eso, pero estamos trabajando para llegar hasta ahí", asegura.
El director ejecutivo Purifoy reconoce los peligros de usar un enfoque diseñado en términos explícitamente económicos para cuantificar el valor de la educación.
Es por eso que sus planes no terminan con el gráfico de habilidades.
A largo plazo quieren crear un "gráfico de vida" integrando una variedad mucho más amplia de fuentes de datos, como encuestas sobre la vida y la satisfacción laboral, pruebas de personalidad o incluso datos de ejercicio de dispositivos portátiles.
Eso podría permitir trazar rutas de aprendizaje que no se basen únicamente en el éxito académico y profesional, y permitir a los usuarios crear un camino personalizado para una vida más feliz y exitosa, lo que sea que eso signifique para ellos, dice Purifoy.
"Esto puede ayudarnos a protegernos contra la optimización solo para el trabajo", asegura.
"Debe tenerse en cuenta la vida holística y la felicidad y las cosas cualitativas que no obtendrás de la economía", agrega.
Poner en práctica la idea de Purifoy y Smith requerirá la aceptación de muchas más escuelas, universidades y empleadores.
Pero el esfuerzo podría no ser tan alocado como parece, dice la consultora de Educación Sarah Lee, que participó en un taller de Learning Economy en la Cumbre Mundial de Innovación para la Educación 2019, que se celebró en Doha.
Básicamente, muchas compañías están pagando a las personas para que aprendan a través de pasantías, financiando posgrados o brindando capacitación en el trabajo.
"Existe impulso en este sentido, pero solo es dentro de cada burbuja corporativa", detalla Lee.
"Ahora, una vez que empiece a abrirse y ser intercambiable, eso se convierte en increíblemente interesante".
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