Hace un año, por la pandemia de Covid-19 y el gran confinamiento , los medios remotos fueron parte de la respuesta para seguir trabajando desde casa, mantener las relaciones comerciales e, incluso, para la educación a distancia .
Sin embargo, también se aceleró un paso que, tarde o temprano, tenían que dar algunas personas para empezar a utilizar los pagos electrónicos, las herramientas tecnológicas para realizar trámites y para cumplir o bligaciones fiscales , así como todo tipo de compromisos.
Con el coronavirus, que vive su tercera ola en México , quedó claro que las costumbres son difíciles de romper, ya que la gente sigue haciendo filas en los bancos y acude a los supermercados y centros comerciales a hacer sus compras, en una nueva normalidad en donde la economía se sigue moviendo con el efectivo, más que por la vía digital.
A la par, el Banco de México (Banxico) continúa reportando semana a semana que la demanda de efectivo por parte del público como medio de pago sigue aumentando, con algunas reducciones excepcionales.
Así, el total de billetes y monedas que circula en la economía mostraba un saldo de 2 billones 173 mil 547 millones de pesos, un incremento anual de 13.6%, de acuerdo con datos del banco central al 20 de agosto pasado. Ese monto supera lo que el gobierno prevé recaudar este año por Impuesto Sobre la Renta (ISR), que son 1.9 billones de pesos.
De acuerdo con el banco central, este nivel y comportamiento de lo que se conoce como la base monetaria refleja hasta cierto punto las medidas sanitarias implementadas en el país.
Hace un año, a mediados de agosto, el total de billetes y monedas en circulación tenía un saldo de un billón 913 mil 219 millones de pesos, es decir, una variación anual de 22.3% respecto a la misma fecha de este año.
Con el surgimiento del Covid-19, una gran cantidad de comercio s restringieron los pagos en efectivo por creer que el papel moneda representaba un riesgo de contagio.
1.9 Billones de pesos en efectivo estaban en circulación a mediados de agosto del año pasado.
En su momento, Banxico aclaró que, como cualquier superficie que se toca a diario con las manos, lo que procedía al manejar billetes y monedas era lavarse las manos con agua y jabón.
En algunos países como en China, que fue el lugar en donde comenzó a propagarse el virus que produce Covid-19, se llegó al punto de esterilizar monedas o quemar billetes viejos para evitar contagios, además de poner nuevas piezas en circulación .
Aunque parece que ya se olvidó ese momento de angustia, muchas empresas y personas se adecuaron a la nueva normalidad, como pasó luego de los sismos y de la llegada del celular.
Una de ellas es la pastelería y panadería Ballaró, ubicada en la colonia Roma, que acepta pagos tanto en efectivo como con tarjeta de crédito o débito. Sin embargo, para la modalidad en efectivo cuenta con una máquina que recibe el dinero y da cambio.
Los clientes sólo tienen que introducir billetes o monedas, sin necesidad de que sea la cantidad exacta, porque el dispositivo puede darles la diferencia.
La pastelería es de origen italiano, al igual que la comida que ofrece su restaurante ubicado en el mismo lugar, aunque la máquina es de manufactura española.
Formatos novedosos
Otro caso a destacar es el del regreso al cine, donde la compra de boletos se hace por medio de cajeros con pago con tarjeta, mientras que en las dulcerías aumentaron las medidas de higiene.
Algunos supermercados tienen la opción a la salida de meter el carrito con la despensa a un compartimento para pasar por un proceso de desinfección.
Lo mismo ocurre en tiendas departamentales, en las cuales luego de comprar una prenda o zapatos, el cliente puede desinfectarlos, al introducirlos en una gran caja que funciona como un vaporizador.
Antes escasearon las mascarillas sanitarias, que eran de uso exclusivo para el personal médico, así como el gel antibacterial, productos de higiene y limpieza para el hogar, y hasta el alcohol, a causa de la gran demanda que despertó el temor de contagiarse.
Hoy la mayoría de las empresas nacionales y extranjeras de ese sector tienen una amplia variedad de productos y accesibilidad en el precio, de acuerdo con el presupuesto de la gente.
Las empresas encontraron un nuevo nicho de negocio y empezaron a producir en sus fábricas spray antibacterial, toallitas húmedas para manos, gel en todas sus presentaciones y desinfectantes y jabones, por ejemplo.
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Otros productos novedosos se importaron como jergas antibacteriales para trapear pisos, o el estuche para desinfectar el celular y las llaves de la casa y el auto.
La moda también llegó a los cubrebocas y caretas protectoras de policarbonato , y ahora todo mundo aprovecha cualquier momento para presumir su gel con olor o sin fragancia, o el spray desinfectante de bolsillo.
También el arte popular se adaptó a los tiempos del Covid-19 , con la elaboración de cubrebocas artesanales hechos a mano.
Alrededor de estas mascarillas, hay otra industria, la de los accesorios. Hechos en México o en China, hay porta cubrebocas y cadenas para sostenerlos y no perderlos, pero sirven lo mismo para el tapabocas, como también para los lentes o como collar.
Los anteojos de uso industrial y goggles de seguridad ya hasta se venden en las ópticas y supermercados como parte del atuendo anti-Covid-19 .
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Vivir sin efectivo
Los medios electrónicos representan una gran oportunidad para la inclusión financiera, algo en lo que ya trabajan los bancos centrales en el mundo, en busca de enfrentar el reto del surgimiento de las monedas digitales. Sin embargo, como toda innovación, requerirá de un proceso de transición que depende de cada país.
Tommaso Mancini-Griffoli, jefe de división en el Departamento de Mercados Monetarios y Capital en el Fondo Monetario Internacional (FMI) , escribió un artículo didáctico sobre la posibilidad de que a futuro el dinero en efectivo sea reemplazado por una moneda digital emitida por un banco central.
En el texto, escrito a modo de carta, el economista italiano explica a su madre qué son las monedas digitales de los bancos centrales: “Querida mamá, olvídate del dinero en efectivo”.
“Sé que te gusta la seguridad del efectivo, la sensación de tener en la mano un billete nuevo. Te ayuda a controlar los gastos y te recuerda que somos parte de una unión monetaria con valores comunes y un compromiso con la estabilidad de precios”, dice.
Recuerda lo que pasó cuando le robaron el monedero para ponderar que el efectivo no es muy seguro, o lo que pasa cuando la sucursal bancaria está cerrada.
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Destaca que, desde que se desencadenó la pandemia, menos tiendas aceptan efectivo por cuestiones de salud.
En la carta relata que, de regreso a Washington D.C., después de pasar unos días con ella en Italia, mientras desempacaba encontró “vestigios” de la visita: billetes de euros que no usó.
“Me llamaste ‘el americano’ cuando saqué la tarjeta. Y tienes razón, aquí sólo uso tarjetas; ¡me resulta mucho más fácil pagar con ellas!”, esgrime. Sin embargo, reconoce que no todo el mundo estará de acuerdo, porque las personas sin cuentas bancarias dependen del efectivo incluso más que su propia mamá.
Por eso se cuestiona qué pasará si el efectivo desaparece, y responde que quizá se utilizará una moneda digital del banco central. Explica que sería como una forma digital de efectivo que se puede guardar en el teléfono, en una aplicación de monedero digital.
“Me llamaste ‘el americano’ cuando saqué la tarjeta. Y tienes razón, aquí sólo uso tarjetas; ¡me resulta mucho más fácil pagar!”; Tommaso Mancini-Griffoli, Jefe de división en el Departamento de Mercados.
Apoyo privado
En la carta pondera que los bancos centrales no están solos en materia de las monedas digitales, ya que el sector privado puede asociarse con ellos para ampliar su funcionalidad.
Por ejemplo, explica, una empresa podría permitir al usuario enviar dinero a un número de teléfono de la agenda de contactos que esté vinculado a una identidad de usuario verificada.
Las empresas también pueden diseñar monederos para que contengan monedas digitales oficiales, e incluso podrían crear las suyas propias, aunque plenamente respaldadas y supervisadas por el banco central; entre paréntesis, Mancini-Griffoli destaca: “no como muchas criptomonedas que circulan por ahí”.
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