Ante los inminentes efectos del cambio climático, la producción y consumo de bienes, así como su disposición final, ya no pueden seguir basadas en el modelo de economía lineal donde se promueve el consumo constante de bienes de vida útil de corto plazo.
Este modelo se basa en el esquema de extracción, producción, consumo y disposición final, pero a largo plazo es insostenible porque agota los recursos y genera residuos que tardan años en descomponerse.
Desde hace algun tiempo, se propone migrar a una economía circular donde, desde la producción de los bienes, se piense en reducir, reusar y reciclar los productos. El objetivo de la economía circular es que cada producto tenga múltiples ciclos de uso y producción.
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Con esto, además de combatir el cambio climático y promover el reciclaje, se protege la biodiversidad, disminuye la contaminación del agua y del suelo y se reducen los residuos peligrosos.
En México hay varias empresas que están poniendo en marcha sus propias iniciativas de reciclaje para contribuir con una menor generación de residuos sólidos, y también para encontrar materiales más sustentables.
Thais Vojvodic, gerente de la Red para el Pacto del Plástico de la Fundación Ellen MacArthur, dijo que el gobierno mexicano ya incluyó a la economía circular como una de las estrategias para alcanzar sus metas climáticas.
Un ejemplo es la decisión del Gobierno de la Ciudad de México de restringir la venta de plásticos de uso único, como las bolsas del supermercado y los popotes.
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“México es benchmark (comparativo) internacional en la circularidad de las botellas de PET y, aunque no todas las botellas son circulares, hay oportunidad para mejorar porque hay una industria muy fuerte”, destacó.
La Fundación Ellen MacArthur es uno de los principales impulsores de que los fabricantes tengan algo de responsabilidad en la disposición final de sus productos, lo que los obliga a pensar desde el diseño y empaque cómo se puede recolectar y reciclar.
Vojvodic destacó que la generación de residuos sólidos es un reto global, no de un sólo país y es un desafío importante.
“Si comparamos la infraestructura de recolección, acopio y reciclaje que hay en Europa, en América Latina estamos muy atrás y hay bastantes evidencias de que una de las principales causas de esta diferencia es el nivel de inversión para el acopio y recolección de residuos que pueden reciclarse”, comentó.
De acuerdo con la fundación, a escala mundial se pierden entre 100 mil y 120 mil millones de dólares al año en artículos que terminan en los rellenos sanitarios o en el medio ambiente, pero que pudieron ser reciclados.
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La pandemia de Covid-19 incrementó el uso de plásticos para proteger alimentos, superficies o crear barreras, aunque todavía no hay cifras oficiales de cuánto se incrementó el consumo de plástico, pero se anticipa que fue un crecimiento importante.
Vojvodic destacó que la economía circular no es la respuesta a todo: hay otros factores por considerar, pues es inviable eliminar el plástico de todo el mundo.
Tetra Pak
La compañía cuenta con la iniciativa Aliados en Reciclaje donde asesora y capacita a empresas mexicanas y a emprendedores sobre cómo reciclar los envases de Tetra Pak para elaborar materiales que se utilizan en la industria de la construcción.
Los envases de Tetra Pak se componen en 70% de cartón, 20% de polietileno y 5% de aluminio, que al pasar por un proceso hidromecánico de reciclaje, la fibra de papel se separa del resto de los materiales y se obtiene celulosa o fibra de papel.
Además, tienen un nuevo material llamado polialuminio, el cual es de larga durabilidad, versatilidad, resistencia a la humedad y aislamiento acústico.
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Con el polialuminio se producen materiales para la construcción, como lámina acanalada para techado, la cual da un acabado rústico. El material también disminuye 30% la temperatura interior de una casa.
El polialuminio también sirve para fabricar pisos permeables mediante un sistema de rejillas que se ensamblan entre sí y se rellenan con grava o pasto.
El piso resiste hasta 20 toneladas por metro cuadrado y se usa en áreas peatonales o superficies que soporten poca carga, como parques, patios, ciclopistas o pistas para correr.
TeleVía
El mes pasado, TeleVía, firma subsidiaria de Aleatica, dio a conocer su programa para reciclar los dispositivos de pago electrónicos en las autopistas de cobro, conocidos como tags.
La compañía tiene como objetivo reciclar un millón de dispositivos en 2021, el equivalente a 18 toneladas de materiales.
“Buscamos minimizar los residuos que dañan nuestro planeta y desechar correctamente los materiales con que están hechos, es decir, esta es una campaña de residuos plásticos y electrónicos”, dijo Rodrigo Bernal, director General de TeleVía, durante el lanzamiento de la campaña.
La empresa colocará 24 contenedores en autopistas urbanas, como el Circuito Exterior Mexiquense, la Autopista Urbana Norte y la Supervía Poniente, donde los usuarios pueden depositar los tags que ya no usan.
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Los equipos serán procesados por una compañía externa especializada en reciclaje, la cual se encargará de triturar y separar los componentes.
Los dispositivos están hechos de metal, plástico, policarbonato, litio y aluminio. De acuerdo con TeleVía, hay más de 7 millones de tags en el país, de los cuales, 2.4 millones fueron comercializados por la empresa.
Las máquinas recolectoras ya están instaladas y son fácilmente identificables en puntos estratégicos del Valle de México.
General Motors
La automotriz está pensando cómo diseñar y fabricar vehículos desde un enfoque que minimice el impacto ambiental a lo largo de su ciclo de vida. A principios de 2020 anunció su compromiso con el abastecimiento sostenible de materias primas para su cartera de productos.
Estos materiales pueden ir desde los de base biológica, renovables o altamente reciclables, como vidrio o aluminio, que pueden ser reprocesados de manera indefinida sin necesidad de recursos minerales adicionales.
GM ya utiliza en sus automóviles componentes interiores hechos de un tejido sintético de gamuza que contiene material reciclado en los modelos Corvette, Camaro, Traverse y Blazer.
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Además, las alfombras y componentes acústicos reciclados instalados en los vehículos a escala global están hechos con materiales diseñados, validados y aprobados por el equipo de ingeniería de General Motors de México. Los componentes de paneles de puerta y pisos de carga en cajuelas están hechos con materiales biodegradables.
Para 2030 el objetivo es lograr al menos 50% de contenido de material sostenible en sus automóviles, medido por el peso total del vehículo o camioneta.
Para promover el reciclaje, GM trabaja de cerca con sus proveedores, solicitándoles reducir los materiales de empaque o sustituirlos por piezas reciclables o retornables. En las plantas de Toluca y San Luis Potosí se reemplaza el empaque de cajas de cartón emplayado en plástico por un empaque retornable.
En 2020, la firma envió 91% de sus residuos a procesos de reciclaje con diferentes compañías, donde pueden ser utilizados como materia prima. En total se enviaron 166 mil 142 toneladas de residuos a reciclaje.
Menos de 9% de los desechos se enviaron a destrucción térmica para ser utilizados como combustible alterno.
Proyecto de ley
A finales de 2019 se presentó en la Cámara de Senadores una iniciativa de Ley General de Economía Circular, cuya intención es reducir los problemas socioambientales derivados de la presión demográfica, el desarrollo económico, la rápida urbanización y la aceleración tecnológica.
Sin embargo, organizaciones como Greenpeace, Oceana y la Alianza México sin Plástico consideran que la propuesta de los senadores obstaculiza la aprobación de una regulación efectiva para contener la contaminación por plásticos, al crear dispersión normativa en la regulación de la gestión de residuos sólidos y de otros asuntos ambientales.
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Además, contempla la exención de productos y materiales usados en el área de alimentos y bebidas de las disposiciones relativas a la economía circular, dejando la problemática de los plásticos de un solo uso sin alteraciones significativas.
Los críticos de la propuesta consideran que una verdadera Ley de Economía Circular debe partir de una transformación en el modelo de producción y consumo de productos hechos para usarse y desecharse, lo que implica buscar soluciones no en la última fase de la gestión de los residuos ya generados, sino antes de que los combustibles fósiles se transformen en artículos diseñados para ser desechables.