Abundan los nubarrones negros en la escena económica internacional. Por donde se mire, encontramos fuentes de riesgo que generan un cúmulo de incertidumbre y ensombrecen el panorama global.
La combinación de diversos factores está derivando en pronósticos cada vez más pesimistas sobre el crecimiento de la economía.
Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recortó por segunda vez en dos meses sus previsiones de crecimiento global para 2019, exhortando a los países a prepararse para tiempos difíciles, a reforzar su cooperación y alistarse para reaccionar conjuntamente con medidas presupuestarias.
En primer lugar, las olas proteccionistas y la escalada en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China han agregado una alta dosis de incertidumbre al entorno de negocios y de inversión.
Es probable que los resultados de las elecciones intermedias en Estados Unidos compliquen la aprobación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en el Congreso de aquel país.
Expertos alertan que el proceso no será sencillo, dada la polarización política que predomina en nuestro vecino del norte entre los demócratas y el presidente Donald Trump.
Otro riesgo externo para la economía mexicana proviene del proceso de alza de interés de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, la cual ha fortalecido al dólar y presiona la política monetaria en México.
Asimismo, el incremento de la producción de Arabia Saudita y las expectativas de una disminución en la demanda global han impactado a la baja el precio del petróleo. Estos y muchos otros factores han contribuido, a su vez, a una caída significativa del peso, la moneda que ha mostrado el peor desempeño entre los mercados emergentes en las últimas semanas.
Ante esta compleja coyuntura, el presupuesto para el año fiscal 2019 representa una prueba fundamental para brindar una visión importante y temprana de los objetivos y prioridades presupuestales del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Señales de responsabilidad, credibilidad y prudencia contribuirán a disminuir la vulnerabilidad de la economía mexicana ante choques externos y permitirán iniciar el sexenio con cimientos sólidos de seguridad y confianza, pilares indispensables para llevar a buen puerto los proyectos sociales y de infraestructura que el nuevo gobierno se comprometió a desarrollar. Por tratarse del primer paquete fiscal del sexenio, este será revisado con lupa tanto por los votantes como por los analistas financieros, nacionales e internacionales.
El presupuesto será la pieza fundamental para conocer qué tipo de país apunta a construir el gobierno entrante, cuáles serán las prioridades y qué tan factible será cumplirlas; pero, sobre todo, si cumple con sus compromisos de finanzas públicas sanas. Entre otros factores, se evaluará si los criterios de política económica son realistas ante la coyuntura nacional e internacional, si las proyecciones de ingresos parecen viables, si los recortes al gasto y las medidas de austeridad son suficientes para cubrir los principales compromisos de inversión del gobierno, y si se avanza en el mejoramiento del ejercicio de los recursos públicos y la disciplina fiscal.
Más allá de los discursos y promesas durante la campaña electoral y el proceso de transición, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2019 será la primera prueba crucial del presidente López Obrador y su equipo económico.
Ante la complejidad del contexto internacional, parecería que hacer lo responsable ya no será suficiente para figurar en el mapa global. Anticipar, prevenir y sortear riesgos externos es un paso indispensable para superarlos y salir fortalecidos. El PEF 2019 debe rebasar las expectativas de los analistas para fortalecer la confianza en el nuevo gobierno.
Presidente y director general de la UVM
Twitter: @LuisEDuran2