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El emprendimiento es un tema hoy recurrente en los foros de negocios, incluso su incursión en la educación ha generado mucho entusiasmo en las últimas décadas. Esa palabra hace apenas algunos años sonaba distante en nuestro país, reservada para sólo algunos que “eran capaces de atreverse”. Actualmente, se ha gestado una verdadera revolución, un giro de 180 grados.
El emprendimiento significa mucho más que comenzar con un nuevo negocio, es la oportunidad de convertir a las personas en entes más creativos, proactivos, innovadores y cualquier persona la debería tener en su ADN, independientemente de la elección de su profesión. De acuerdo con Jeff Timmons, profesor de la Universidad de Babson y considerado como uno de los padres del emprendimiento, “esto significa crear en el individuo un espíritu ingenioso para beneficio de la humanidad“.
Esta educación debería comenzar desde la niñez, despertar el interés por crear valor, sensibilizar y aprender a “oler las oportunidades”, las necesidades del mercado, porque como decía el gurú de los negocios Peter Drucker: “El emprendimiento no es ciencia ni tampoco es arte, es práctica”.
La afamada metodología “Lean Startup“, que ha revolucionado la forma en cómo se lanzan al mercado los productos y servicios, la más usada en Silicon Valley, precisamente trata de esto de encontrar un “producto mínimamente viable”, lo que significa probar la idea en el mercado, perfilarla, pivotearla, hasta llegar a éste.
O como afirma el profesor Dani Rodrik de la Universidad de Harvard, “el impacto de la innovación sobre la productividad y el empleo e incluso la equidad consiste en qué tan rápido se trasmine al mercado laboral y a la economía real”. La metodología Lean es precisamente crear empresas exitosas utilizando la innovación continua.
Sin duda, en México urge seguir fomentando la innovación y la productividad porque sin éstas no es posible la generación de crecimiento y la reducción de la pobreza. Es interesante observar que si bien en casi todos los candidatos a la Presidencia de la República hay mención al tema, sus planteamientos parecen tímidos frente a décadas de crecimiento decepcionante.
Apenas hace unas semanas los emprendedores lanzaron su decálogo (emprendecálogo) a los presidenciables, entre las que sobresalen: impulsar el pago a proveedores en un máximo de 30 días, facilitar trámites migratorios a emprendedores extranjeros, mejorar las condiciones en las que emprenden las mujeres, impulsar el emprendimiento de alto impacto social y ambiental, simplificar trámites con el uso de la tecnología, modernizar todas las figuras societarias, garantizar la existencia de una institución pública de fomento al emprendimiento y la participación de los emprendedores en los órganos de consulta de las políticas públicas.
Este último es de especial relevancia, ya que el diálogo de los agentes económicos con las autoridades es fundamental para subsanar las “fallas de mercado” que los reguladores no alcanzan a percibir porque ellos no operan en éste.
La Asociación de Empresarios Mexicanos (ASEM) buscará espacios de diálogo con el presidente electo para extender esta discusión. Ojalá que el equipo de candidato electo tenga apertura de escucha y voluntad de acción, para “hacer de México un mejor país para emprender”.
Directora del Instituto de Desarrollo
Empresarial Anáhuac en la Universidad
Anáhuac, México Norte
Email: idea@anahuac.mx