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Si algo nos ha mostrado el presidente Trump desde que llegó a la presidencia el 20 de enero de 2017 es congruencia entre sus postulados de campaña y su agenda de gobierno.
Recordemos algunos ejemplos. En su búsqueda por la nominación de su partido prometió retirar a su país del TPP, lo que hizo tres días después de asumir el cargo. Aseguró que renegociaría el TLCAN, lo que inició el 16 de agosto de 2017. En campaña prometió utilizar todos los poderes presidenciales, incluidas las salvaguardas previstas en la Sección 201 de la Ley de Comercio de 1974, y hace unas semanas aplicó aranceles a importaciones de lavadoras y de paneles solares para proteger a su industria y sus trabajadores. También aseguró que utilizaría la Sección 232 de la Ley de Comercio de 1962, para devolver empleos a su país, por lo que el 1 de marzo anunció que EU aplicará un arancel global de 25% a las importaciones de acero y de 10% a las de aluminio argumentando consideraciones de seguridad nacional.
Aún está por verse la aplicación práctica de este anuncio que deberá publicarse en el Federal Register en los próximos días. Pero lo que queda muy claro es que, la administración Trump está midiendo sus decisiones de política comercial, no por las implicaciones para su economía, industria o empleos sino para sus ganancias político-electorales. En efecto, en unos días el presidente Trump estará haciendo campaña en Pittsburgh para apoyar al candidato republicano Rick Saccone quien contenderá el 13 de marzo, en una elección especial, por el Distrito 18 de Pennsylvania. En la visión de Trump la aplicación de aranceles en el sector siderúrgico podría ayudar a que la elección sea favorable al candidato republicano quien, por ahora, no tiene asegurado el triunfo. La administración Trump ha politizado la política comercial de tal forma que está dispuesta a desatar una guerra comercial, aun con sus principales socios y aliados, con tal de ganar una elección.
El apetito proteccionista de Trump; sin embargo, ha enfrentado de inmediato una reacción firme dentro y fuera de EU. En su país Trump no sólo vio caer los índices bursátiles sino que recibió abiertas críticas de los sectores agrícola e industrial, así como de gobernadores, congresistas y analistas que rechazaron de manera decidida la aplicación de la medida por sus posibles efectos sobre la economía en su conjunto y el empleo, en particular. Tampoco se hicieron esperar las advertencias sobre las represalias que EU podría esperar. El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, advirtió que “cualquier restricción comercial sobre el acero y aluminio canadiense sería absolutamente inaceptable”. Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, indicó que la UE reaccionará de manera firme y proporcional a la medida que imponga EU.
Este uso de la Sección 232 es una llamada de atención para el proceso de renegociación del TLCAN que nos deja varias lecciones.
La primera es que el presidente Trump ha cumplido todo lo que ha prometido, lo que significa que, si la renegociación no se acomoda a sus peticiones, podría denunciarlo. La segunda es que el olfato político de Trump y su uso electoral de la política comercial podrían inclinar la balanza a favor de mantener o denunciar el acuerdo. Si considera que éste le puede ayudar a su reelección lo mantendrá, pero si su evaluación es la contraria no nos debería de extrañar su denuncia. La tercera es que los únicos que pueden detener el voraz apetito proteccionista de la administración Trump son los propios afectados por estas medidas en EU a través de los pesos y contrapesos de sus instituciones. Sin duda, los costos que le impongan las medidas de represalia que adopten los países afectados por estos aranceles acentuarán la presión política al interior para buscar contener los arrebatos proteccionistas de Trump alimentado por el nacionalismo económico de su principal asesor comercial, Peter Navarro y del representante comercial Robert Lighthizer.
La lección más clara, tal vez, sea que la única defensa del TLCAN está en EU entre los grupos que apoyan al tratado y son los que efectivamente podrían frenar o revertir una decisión de Trump respecto al futuro del acuerdo.
La aplicación de aranceles al amparo de la Sección 232 nos obliga a recordar que Trump es congruente con sus postulados proteccionistas y a tomar con toda seriedad su promesa de campaña: renegociar el TLCAN para reducir el déficit y devolver el empleo o denunciarlo; eso es lo que enfrentan México y Canadá en esta negociación.
Directora, LMMConsulting Profesora afiliada
en la División de Estudios Internacionales del CIDE
@luzmdelamora @lmmconsultingmx