La inflación será más persistente en México debido al efecto de los precios de las gasolinas y por la ausencia de un estímulo fiscal para enfrentar la pandemia de Covid-19, anticipó el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF).
En su ponencia anual 2021 titulada Nueva economía: iniciativa privada, políticas públicas y desarrollo, la institución aborda el tema de la elevación significativa de la inflación.
Se destaca que, a pesar de que el efecto base de comparación se va a diluir en el tiempo y que varias presiones inflacionarias probarán ser transitorias, el efecto asimétrico de la dinámica de los precios de las gasolinas en otros bienes y servicios, así como la falta de apoyo fiscal, pudieran hacer que las presiones inflacionarias en México sean más persistentes que en otros países.
Se pondera que, juzgando por el tono del último comunicado de política monetaria, se ve más difícil que el banco decida acelerar el ritmo de alza de tasas en el corto plazo. No obstante, agrega el análisis, es factible que continúe su ciclo de alza de tasas, al menos en una ocasión más.
Hacia adelante, se estima que el Banco de México podría reiniciar un segundo ciclo de alza de tasas en el momento en el que la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos empiece a elevar la tasa de referencia.
Choques de oferta
El documento subraya que, a diferencia del periodo postrecesión 2008-2009, esta vez la inflación sí se ha elevado considerablemente, tanto para economías avanzadas como emergentes.
De lo que está afectando a los precios al consumidor, el análisis menciona que primero se identifican tres choques de lado de la oferta: las restricciones que se impusieron en muchos países para atajar la emergencia sanitaria, incluyendo el paro de fábricas enteras por un tiempo; la desaparición de muchas empresas que no pudieron resistir el embate de las políticas de confinamiento, y la dificultad de planear la producción hacia adelante con un choque tan sui géneris.
De lado de la demanda se señalan choques como las políticas de confinamiento porque hicieron que las personas no demandaran servicios como por ejemplo restaurantes, hoteles, salas de conciertos y algunos bienes, como los automóviles.
Otros factores son la cautela de una buena parte de la población por temas sanitarios, aun cuando se habían levantado las políticas de confinamiento, y la mesura en el gasto de los hogares ante la incertidumbre laboral, sobre todo en países en los que no se instrumentaron paquetes de estímulo fiscal.
Lo anterior tienen un impacto importante en el transporte de los bienes, considera el IMEF.
La necesidad de buques cargueros para transportar productos provoca escasez de contenedores, saturación de puertos y mayor demanda de combustibles, al tiempo que las grandes empresas energéticas dejaron de invertir en hidrocarburos.
“La infraestructura prepandemia es insuficiente para la nueva normalidad que estamos viviendo”, alerta el reporte.
“He aquí la complejidad para saber qué tan transitorias serán las disrupciones en las cadenas de suministro, así como las presiones inflacionarias”, advierte.