Hace dos años, en la cuarta semana de marzo de 2020, al inicio del primer confinamiento por la pandemia de Covid-19, un ama de casa compraba el litro de leche en 18.50 pesos y un kilo de tortillas en 15.6 pesos, precios promedio nacionales.
Dos años después paga casi 4 pesos más por cada producto.
Ante ese panorama, expertos anticipan que las presiones en los bolsillos se mantendrán este año y buena parte de 2023.
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Mientras el Banco de México (Banxico) anticipa que la inflación volverá a su objetivo de 3% hasta los primeros meses de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador esbozó ayer la posibilidad de intervenir.
“Hemos podido controlar la inflación, que no se nos salga de control por completo por el manejo en precios de combustibles, y lo mismo vamos a hacer en el caso de los alimentos, si se prolonga la inflación o si se mantiene alta, pues perjudica el ingreso de trabajadores la carestía”, dijo en su conferencia mañanera.
Sin embargo, una política de control de precios no es bien vista por especialistas.
“Se podría pensar que imponiendo control de precios se acaba con la alta inflación, pero ocasiona problemas más graves y la inflación termina subiendo”, opinó la directora de análisis económico de grupo financiero Base, Gabriela Siller.
De acuerdo con un análisis de Banxico, desde fines de los 80 se terminaron los precios de garantía para el frijol, trigo y maíz, que operaron a partir de 1953.
“Al menos todo 2022 es 100% seguro que esta alza de alimentos continuará. Hacia 2023 es probable que empiecen a estabilizarse inventarios y cadenas”, dijo el profesor del Tec de Monterrey, Raymundo Tenorio.
Sin embargo, explicó que un control de precios sólo provocará escasez, especulación y generará un mercado negro, pues los alimentos no perecederos y productos en general pueden guardarse. Y hay industrias y agroproductores que ya no pueden asumir las alzas en costos y preferirán perder producción.
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El director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico (Idic), José Luis de la Cruz, dijo que el control de precios por decreto de los años 70 y 80, o por pactos entre sectores privado y público, no tuvo los resultados deseados.
Más bien, agregó, hubo afectación al poder adquisitivo, además de que se generó escasez, especulación y mercado negro. Dijo que no es lo mismo controlar precios de combustibles, porque ahí el gobierno aplica subsidios vía el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios.
“En los alimentos, hay muchos de importación. Hay presiones externas para los precios, y quién va a asumir el costo, porque los productores ya no tienen margen de maniobra tras dos años de pandemia”, recalcó.
Incrementos récord
La inflación suma cuatro meses y medio por arriba de 7%, lo que no se veía en 21 años. De acuerdo con los precios promedio nacionales del Inegi, los productos que más subieron del 15 de marzo de 2020 al 15 de marzo pasado fueron el limón, en 210%; la cebolla, 73%; manteca de cerdo, casi 55%, y aceites y grasas vegetales comestibles, en 51%.
El limón destaca por su encarecimiento, pues de venderse en 31 pesos por kilo en marzo de 2020, hace semanas rebasó los 78 pesos y en algunas ciudades se vende casi en 100 pesos.
“El aumento de precios continuará en abril y mayo, porque en Semana Santa y Pascua los precios tradicionalmente aumentan. Además, la sequía aumenta los precios agrícolas”, dijo el coordinador de Análisis de Laboratorio de Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la UNAM, Ignacio Martínez.
Con información de Alberto Morales y Víctor Gamboa