Para los argentinos es cada vez más difícil comer carne: en apenas cuatro semanas el precio de la carne picada común en el Gran Buenos Aires subió un 35%, convirtiéndose en un lujo para las familias que no pueden hacer frente al frenético aumento en el costo de la vida.
Y es que el acelerado aumento del precio de los alimentos en febrero, liderado por las carnes, los lácteos, los huevos y la fruta, ha dejado a las familias con serias dificultades para alimentarse, en un país donde cerca del 40% de la gente vive en la pobreza.
En medio de la crisis económica que vive Argentina, la inflación interanual en febrero superó por primera vez en 32 años los tres dígitos, situándose en 102.5%.
Aunque la inflación es crónica en Argentina, este histórico récord y lo que ocurra con el costo de la vida en los próximos meses, probablemente estará en el centro del debate político en las elecciones presidenciales de octubre.
"No se puede, no se puede. Que se vayan todos así. Estoy cansada de todo esto, de los políticos que se pelean y la gente que se muere de hambre.Ya no da para más", le dijo a la agencia Reuters Patricia Quiroga, una vecina que buscaba ofertas en una feria de alimentos de San Fernando, en las afueras de Buenos Aires.
Desde que el país fue víctima de una hiperinflación galopante a comienzos de los 90, la situación nunca había llegado a un nivel tan crítico.
La tercera economía más grande de América Latina viene lidiando durante años con una crisis económica que ninguno de los gobiernos ha logrado controlar.
En diciembre, el gobierno del presidente Alberto Fernández llegó a un acuerdo con las empresas de alimentos e higiene personal para congelar los precios de unos 2.000 productos hasta marzo y limitar los aumentos de otros 30.000 productos al 4% mensual.
Pese a todos los esfuerzos por contener los efectos de la crisis, la vida diaria de una gran parte de la población que es testigo de la devaluación permanente de la moneda local frente al dólar, se hace cada vez más difícil.
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Incluso los trabajadores de clase media, que solían tener más acceso a dólares, tienen que laborar ahora en dos y hasta tres empleos para cubrir sus necesidades.
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No solo la pandemia, la guerra en Ucrania o la desaceleración de la economía China le están afectando a la economía argentina.
Al viento de frente que llega desde el exterior, se suma la sequía que afecta al país.
Según el último informe de la Bolsa de Comercio de Rosario, la sequía ha provocado pérdidas por 19 mil millones de dólares, si se suman los problemas en los cultivos de soja, trigo y maíz (responsables del 87% de la producción de granos en Argentina y del 43% de las exportaciones totales del país) y el impacto en la menor demanda de fletes, empleos, o servicios financieros.
En otras palabras, la sequía ya se ha cobrado 3 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) argentino estimado para el año 2023.
La caída en las exportaciones de granos no solo afectará al campo y la disponibilidad de capital para la próxima siembra, sino que también va a erosionar los ingresos fiscales por cobro de impuestos.
Por otro lado, la ganadería enfrenta un escenario muy complejo al disponer de menos comida para los animales.
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Todo esto afecta al consumo interno y a las exportaciones.
Con menos ingresos de dólares al país, las reservas del Banco Central, que ya están en niveles muy bajos, caerían aún más, complicando las finanzas de un país que en 2023 tendrá un crecimiento económico muy bajo o que incluso podría caer en la recesión.
Si el país tiene cerca de un 40% de la población en situación de pobreza, el problema es aún más grave para los niños.
Dos de cada tres niños en Argentina son pobres o están privados de derechos básicos, como el acceso a la educación, la protección social, una vivienda o al agua, según un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Utilizando datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INDEC), el organismo señala que en el primer semestre de 2022 el 51.5% de los niños vivían en situación de pobreza, en hogares cuyos ingresos no alcanzan para cubrir la canasta básica de alimentos y servicios.
Si a eso se suma la privación de derechos básicos, el número de niños en esa situación asciende al 66% de la población infantil, equivalente a unos 8,8 millones.
Es clave darles prioridad a "los programas de protección de ingresos", dijo Luisa Brumana, representante de UNICEF en Argentina.
"Esta situación, que refleja el núcleo más duro de la pobreza, se mantiene desde hace más de seis años", agrega.
Para enfrentar las duras condiciones de vida, agrega el informe, existen redes comunitarias en los barrios más pobres, sostenidas principalmente por mujeres que colaboran en la creación de comedores y espacios de cuidado infantil, quienes realizan un trabajo no remunerado.
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mcc