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La inflación alimentaria se duplicó en la gestión del presidente Andrés Manuel López Obrador, debido a los problemas en las cadenas de suministro por la pandemia de Covid-19, los precios más altos en granos y energéticos ante los conflictos geopolíticos, los márgenes de comercialización de productores y distribuidores, la inseguridad, las sequías y otros eventos.
La canasta de más de 100 tipos de alimentos que vigila el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) se encareció 48.8% del 1 de diciembre de 2018 al 15 de junio de este año, mientras que en el periodo similar de la administración de Enrique Peña Nieto subió 28.5%.
La inflación alimentaria fue de 40% con Felipe Calderón Hinojosa, y de 29.7% en el gobierno de Vicente Fox Quesada. Con Ernesto Zedillo Ponce de León fue la última vez que el bolsillo de los mexicanos sufrió un impacto mayor que hoy, dado que los alimentos se dispararon más de 200%.
La crisis sanitaria distorsionó la actividad económica y afectó a las cadenas de suministro, lo que dio impulso a la inflación. Luego se desató la guerra entre Ucrania y Rusia, y provocó un alza adicional, explicó Ricardo Aguilar Abe, economista en jefe de Invex.
El economista en jefe para Rankia Latinoamérica, Humberto Calzada, coincidió en lo anterior y agregó que las sequías se volvieron un fenómeno preocupante en algunas zonas del país.
El director de Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA), Juan Carlos Anaya, expuso que la inflación alimentaria también tiene que ver con la falta de competitividad del mercado nacional, lo que permite a productores y distribuidores contar con márgenes de comercialización más amplios para elevar sus precios al consumidor final.
El Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la UNAM señaló que el crimen organizado y la subida de precios que llevaron a cabo las grandes empresas productoras, así como las condiciones climatológicas, se reflejaron en la inflación alimentaria.