A pesar de que el avance de la tecnología en el sector bancario ha aumentado el uso de medios digitales de pago disminuyendo las visitas a sucursales, el país mantiene el reto de llevar servicios financieros a la población más rezagada del país.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2018, 25 millones de mexicanos no cuentan con ningún producto bancario, además de que en el país prevalece el efectivo como el principal medio de pago, en 90% de las transacciones cotidianas de la población.
En el caso de las mujeres, se mantiene la brecha en cuanto a su acceso a servicios financieros, ya que 46% tiene una cuenta bancaria contra 48% de
los hombres.
Las mujeres se ven rezagadas en diversos productos financieros, tal es el caso de las Afore, en las que apenas tres de cada 10 tienen una cuenta para su retiro; en seguros, el panorama es más negativo, con dos de cada 10 mujeres, por mencionar los más importantes.
En ahorro, el panorama tampoco es alentador, pues 53% de la población opta por alternativas como tandas o mantener el dinero en su casa.
“Algunas personas optan por recurrir a mecanismos en donde no intervengan instituciones financieras formales, como uso de tandas, cajas de ahorro informales que se organizan en centros laborales o comunidades, comprando bienes que preserven el valor o simplemente guardando el dinero en casa, a lo cual se le llama ahorro informal”, destaca el documento.
Así, ante la falta de infraestructura de servicios financieros básicos en México, dos de cada 10 adultos viajan al menos 7 kilómetros para ir a una sucursal bancaria o un cajero automático.
Ante este panorama, la estrategia de los bancos es clara: llegar a la población que aún no tiene servicios financieros a través de corresponsales bancarios.
“Llevar ladrillos, cemento, tecnología, telecomunicaciones y personal calificado a un lugar pequeño no es rentable para nadie, pero tenemos ya echados a andar puntos de contacto con esas comunidades donde, a través de corresponsales bancarios, nos resulte económicamente viable, con telecomunicaciones y con servicios financieros”, dijo a EL UNIVERSAL el presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM), Luis Niño de Rivera.
Se espera que en la edición 83 de la Convención Bancaria el gremio presente una estrategia para alcanzar con corresponsales a los 473 municipios sin acceso a servicios financieros.
Las necesidades de inclusión en México pueden acortar la brecha apoyándose en el crecimiento de las empresas financieras tecnológicas, mejor conocidas como fintech, que han comenzado a ofrecer diversos servicios de medios de pago y tarjetas de débito, entre otros productos.
Su modelo de negocio sin sucursales y con productos directos a través de dispositivos móviles las ha convertido en una alternativa para la población que no tiene servicios bancarios tradicionales; no obstante, aún están lejos de ser una competencia directa o una amenaza para los gigantes financieros que operan en México.
“En Brasil estamos viendo bancos totalmente digitales, convirtiendo sucursales a fintech y bancos naciendo como fintech. Estamos viendo bancos que no van vía sucursal sino vía tecnología.
“La rapidez con la que logren madurar sus modelos y rentabilizarlos es un tema nuevo que todavía estamos siguiendo de cerca”, afirmó la analista para el sector financiero en México de Fitch Ratings, Verónica Chau.
En opinión de la especialista, aún es prematuro conocer qué tan rentable será el negocio fintech en México,
ya que este tipo de empresas necesitarán volumen de usuarios para consolidarse como un jugador de peso en el sector financiero.
“Creemos que la tecnología lo que ha hecho es recortar los tiempos en que estas entidades logran tener una masa de cartera para ser relevantes. En un año no las vemos como un detonador, pero dentro de cinco a 10 años estarán ahí”, dijo la analista.
Para el Centro para el Desarrollo Global, si bien México tiene un largo camino por recorrer para cerrar su enorme brecha de inclusión financiera, hay optimismo sobre la dirección del cambio en el entorno político que se vive en la actualidad.
“Comprender por qué existe la brecha es un primer paso importante. Argumentamos que proviene de una combinación de factores de demanda, falta de confianza en los bancos, bajos ingresos, una gran economía informal y factores de oferta, como infraestructura física escasa, falta de interés en segmentos de clientes pobres, discriminación y un gobierno social demasiado restringido en transferencias”, explica el organismo.
En su documento El rompecabezas de la inclusión financiera en México: ¿una brecha que se puede cerrar?, el centro de investigación resalta que en el país el dinero móvil hasta ahora no ha contribuido sustancialmente a la inclusión financiera porque ha sido obstaculizado por la regulación centrada en el banco y posiblemente también por la presencia de sustitutos crediticios restrictivos.
“Aun así, seguimos abiertos a la posibilidad de que los recientes movimientos legislativos y reglamentarios brinden el espacio necesario para que los operadores de tecnología financiera y dinero móvil amplíen rápidamente sus servicios como hemos visto en otras partes del mundo”, añadió.
Resalta que en ausencia de una aceptación sustancial del sector privado para recortar la brecha de inclusión financiera, el gobierno mexicano tiene que hacer un esfuerzo para ver ganancias en la inclusión financiera.
“El gobierno mexicano tiene un historial admirable en la entrega de programas de transferencia social, lo que sugiere que tiene la capacidad de alcanzar objetivos ambiciosos de inclusión financiera.
“La administración actual ha tomado medidas para encaminar varios programas de transferencia de efectivo a través del sistema bancario y, por lo tanto, promover la absorción de la cuenta bancaria”, explicó.