La incertidumbre económica global y la persistente inflación han cambiado los hábitos de consumo en México, donde el 50% de los consumidores priorizan la compra de productos básicos para enfrentar los desafíos financieros actuales. Este comportamiento refleja la creciente preocupación por hacer rendir el dinero ante un panorama económico incierto.
De acuerdo con datos de NielsenIQ México, los consumidores mexicanos han adoptado estrategias para maximizar su poder adquisitivo, como recurrir a canales de compra no convencionales, incluidos los hard discounters, tiendas especializadas y plataformas de comercio electrónico.
El 60% de los compradores explora estas alternativas, mientras que un 66% ha optado por cambiar de tienda en busca de precios más accesibles.
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Raquel Jiménez, líder de Customer Success en NielsenIQ México, señaló: “La creciente preferencia por canales no tradicionales refleja cómo los consumidores se adaptan rápidamente a la situación económica, buscando opciones que les permitan equilibrar necesidad y ahorro”.
El impacto de esta situación es más visible entre las familias de menores ingresos, quienes recortan gastos en actividades no esenciales y ajustan sus hábitos de compra de manera significativa. Por otro lado, aunque los consumidores de altos ingresos también han modificado sus hábitos, un 70% busca darse algún gusto ocasional, privilegiando la experiencia en ciertos momentos.
La digitalización también ha influido en el comportamiento del consumidor, con un 8% realizando la mayoría de sus compras en línea y un porcentaje similar utilizando redes sociales como nuevo canal de adquisición. Aunque estos números aún son bajos, reflejan una transformación que avanza lentamente.
En este contexto, la economía mexicana enfrenta un desafío significativo: la búsqueda constante del equilibrio entre satisfacer necesidades básicas y adaptarse a un entorno económico cambiante.
Las decisiones de compra de los mexicanos ya no solo responden a deseos o preferencias, sino a una reflexión profunda sobre el impacto de cada peso gastado en sus hogares.
La confianza del consumidor en México ha mostrado un retroceso reciente, afectada por la percepción de incertidumbre económica tanto a nivel personal como nacional.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y el Banco de México (Banxico), cuatro de los cinco principales indicadores que evalúan la confianza de los hogares mostraron caídas.
El rubro que mide las expectativas sobre la situación económica futura de los hogares sufrió una de las mayores bajas, reflejando el pesimismo sobre el poder adquisitivo a corto plazo. Además, las percepciones sobre la economía del país, tanto en su situación actual como a un año, también disminuyeron.
En particular, la capacidad para realizar compras de bienes durables como electrodomésticos o muebles se ha visto afectada, lo que refleja cautela entre las familias mexicanas en sus decisiones de consumo. Esta tendencia refuerza un panorama en el que las prioridades se centran en cubrir necesidades básicas en lugar de gastos discrecionales.
Por otro lado, la percepción del empleo y la posibilidad de ahorrar a futuro también cayeron significativamente, lo que evidencia una mayor preocupación sobre la estabilidad económica en los próximos meses.
A pesar de este contexto, algunos indicadores aislados relacionados con la compra de bienes mayores, como autos o vivienda, mostraron ligeras mejorías, lo que podría ser un indicio de mayor optimismo en ciertos segmentos de la población.
Sin embargo, el panorama general refleja que la confianza sigue siendo limitada debido a las condiciones económicas internas y la incertidumbre global.
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