Más Información
No funcionó estrategia de abrazos, no balazos, afirma Ken Salazar; austeridad no dará resultados, critica
“A lo mejor me van a ver seguido”: Monreal confirma viaje en helicóptero privado; asegura no es pagado con erario
Sheinbaum se reúne con Conferencia del Episcopado Mexicano; dialogan sobre construcción de la paz y desarrollo del país
Trump confirma que Marco Rubio será el próximo secretario de Estado de EU; “nunca se rendirá ante nuestros adversarios”
Sin duda México tiene un largo camino que recorrer en equidad de género. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la arraigada aceptación de normas sociales discriminatorias, las lagunas jurídicas y el insuficiente apoyo público para madres y padres trabajadores, atentan contra la igualdad de género. Los resultados están a la vista: aun cuando el nivel educativo de las mujeres se equipara al de los hombres, menos de la mitad de las mujeres mexicanas en edad de trabajar participa en el mercado laboral, mientras que 60% de las que sí lo hacen, laboran en empleos informales, con escasa seguridad social y salarios reducidos.
No es de sorprender con esta estadística, las ventanas de oportunidad que existen para la inclusión financiera femenina. Las mujeres representan un potencial para los proveedores de servicios financieros en el país, en particular, y en América Latina, en general.
Según la base de datos global de Inclusión Financiera del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), es probable que tengan cuentas en mucho menor proporción respecto a los hombres en la región. De hecho, muchos intermediarios financieros no usan su analítica de datos para medir, por ejemplo, cuántas mujeres atienden, la tasa de morosidad por género, etcétera.
Si hicieran esto podrían perfilar estrategias, diseñar productos ad hoc para este sector y, en general, tomar medidas para cerrar la brecha de inclusión financiera de las mujeres y con ello reducir la desigualdad del ingreso y promover el crecimiento económico.
Luego se precisan nuevos datos, para entender el mercado, y así poder hacer una propuesta de inclusión más confiable y certera. En resumen, no sólo se trata de disponibilidad de datos, es también su calidad, usando sistemas de información de gestión con funcionalidad flexible que identifiquen clientes en su cartera, por sexo, y otras características sociodemográficas, con productos, plazos, lealtad, satisfacción, posicionamiento de marca, entre otros.
Y luego el uso de datos con amplias capacidades estadísticas para primero recopilar, limpiar y luego analizar las diferentes variables, su poder explicativo y correlaciones.
De acuerdo con los hallazgos de la asociación Women's Financial Inclusion Data (WFI), si los intermediarios financieros comienzan por recopilar y luego analizar datos de su cartera, tendrán la posibilidad de desarrollar internamente sus propios casos comerciales, que incidan efectivamente en una mayor inclusión financiera de las mujeres. Con datos sólidos, se pueden hacer mejores decisiones estratégicas (ingresos/costos) que permitan impulsar la generación de instrumentos crediticios dirigidos al sector femenino. Esto significa medición y entendimiento de la demanda (cliente) y del lado de la oferta (institución), para la consolidación del ecosistema.
Un informe de la reunión de expertos, del Global Banking Alliance for Women (GBA) en República Dominicana (2017), declaró que las mujeres son grandes ahorradoras, prestatarias prudentes y clientes leales. Ellas representan menor riesgo y superan al mercado global en términos de clientes y crédito; así como, de crecimiento de los depósitos. Sin embargo, las mujeres enfrentan una brecha de 86 mil millones de dólares en América Latina y el Caribe.
Aprovechar el mercado financiero de mujeres, no significa desplazar a los varones, al poner sus necesidades por encima de éstos, ni ofrecerles un tratamiento especial. Se trata primero de darles acceso, de entender sus necesidades y ofrecerles productos y servicios “a su medida”. Esto es una combinación de productos y servicios, recursos, alianzas que compongan un portafolio integral para mujeres.
De hecho, se ha identificado que el servicio financiero a las mujeres puede centrarse en cuatro áreas: bienestar individual, bienestar para su familia, ahorro de tiempo; independencia económica para su familia y negocio.
Sin embargo, sin duda pueden existir muchas más.
La inclusión financiera femenina, sin duda, es una prioridad estratégica para México y para la región, e impulso para un crecimiento más sustentable y equitativo.
Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac,
México Norte. E-mail: idea@anahuac.mx