La superó las expectativas, al llegar a 5.61% a tasa anual en la primera quincena de julio, impulsada sobre todo por el alza en precios de frutas y verduras, las cuales vieron su mayor aumento en siete años por factores como la sequía, revelaron datos publicados por el Inegi.

El Índice Nacional de Precios al Consumidor tuvo en la primera mitad de julio un incremento de 0.76% respecto al periodo inmediato anterior, la tasa quincenal más alta para un mismo lapso desde 1996, superando el máximo esperado por especialistas, de 0.69%.

El principal acelerador de la inflación fue el repunte de los precios de frutas y verduras, que tuvieron un alza anual de , la tasa más elevada desde la primera quincena de agosto de 2017, cuando fue de 27.22%.

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Entre las frutas y verduras que reportaron las mayores alzas anuales destacaron el chayote, con 121.7%; jitomate, 81.3%; tomate verde, 52.2%; cebolla, 47.7%; calabacita, 43.2%; zanahoria, 39.5%; naranja, 38.7%; lechuga y col, 35.2%, y el aguacate, 33.4%.

Sobre la dinámica de corto plazo en los precios agropecuarios, la llegada de la temporada de lluvias generó algunas mejoras en los niveles de sequía, pero su efecto positivo tardaría en materializarse un par de meses ante el rezago de las cosechas, dijeron analistas de Banorte.

Alimentos por las nubes. Fuente Inegi
Alimentos por las nubes. Fuente Inegi

Otras presiones

Otros bienes y servicios que impulsaron el alza general de precios fueron los energéticos, que se incrementaron 9.16% anual, la tasa más alta desde la segunda quincena de diciembre de 2021.

El mayor aumento anual se tuvo en el gas doméstico LP, de 25.5%; la gasolina de bajo octanaje, 6.96%, y la electricidad, 5.35%.

Hacia adelante, los energéticos podrían encontrar cierto respiro tras el ajuste a la baja en los precios de referencia en Estados Unidos, aunque probablemente manteniéndose con un sesgo alcista, mostró el análisis de Banorte.

En tanto, el índice de precios sub- yacente, que incluye los bienes y servicios cuyos precios son menos volátiles, observó un crecimiento en la primera quincena de julio de 4.02% a tasa anual, menor al 4.08% observado en la quincena previa, retomando su tendencia a la baja.

A su interior, la trayectoria de los precios de las mercancías sigue siendo favorable, con un alza anual de 3.08%, registrando ocho bajas en las últimas nueve quincenas. Sin embargo, la velocidad de la caída se ha moderado.

El precio de las mercancías manufacturadas (alimenticias y no alimenticias) se había desacelerado por la dilución de los choques de oferta pasados (pandemia y guerra en Ucrania), mientras que ahora estaría pesando más el aparente enfriamiento en el consumo de bienes, explicó Alejandro Saldaña, economista en jefe de grupo financiero Ve por Más.

En contraparte, los servicios siguen sin presentar un claro punto de inflexión y en la primera mitad de julio se aceleraron nuevamente, ahora en 5.17% a tasa anual, contra 5.12% de la quincena anterior.

La vivienda se mantiene relativamente alta, con un alza de 3.96%, mientras que la educación tuvo un incremento anual de 6.3%. Sin embargo, algunos genéricos parecen comenzar a ceder tras haber exhibido fuertes alzas anteriormente, como es el caso del transporte aéreo, seguro de automóvil, restaurantes y fondas.

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Riesgos al alza

Si bien el dato de la primera quincena de julio fue sorprendentemente elevado, el efecto tuvo un origen no subyacente, por lo que se prevé que el aumento en frutas y verduras se diluya en las siguientes tres o cuatro quincenas, estimó Adrián Muñiz, subdirector de análisis económico de Vector.

Sin embargo, reconoció que, de persistir las presiones y no revertirse como se espera, sería necesario ajustar al alza sus pronósticos.

“Se prevé que un menor crecimiento económico en el segundo semestre del año contribuya a que se moderen algo más los precios. No obstante, el proceso no será lineal y estimamos que la inflación baje de 4% hasta 2025”, comentó Saldaña.

Lo anterior se debe a varios factores, como el riesgo de que la depreciación cambiaria observada en junio se extienda y ejerza presión al alza en los bienes importados, así como la posibilidad de que los servicios mantengan cierta renuencia a bajar, principalmente por el traspaso de las presiones salariales acumuladas, lo que se agravaría si el próximo año se mantiene una agresiva política de alzas al salario mínimo.

Otros factores en contra serían la posibilidad de tensiones geopolíticas y eventos climáticos adversos que puedan mantener elevados los precios de productos energéticos y alimentarios, así como el hecho de que altos niveles de inflación por un periodo prolongado pueden ocasionar que las expectativas de precios se anclen en niveles superiores a la meta de 3% del Banco de México, agregó Saldaña.

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