El gobierno federal desperdició la oportunidad de promover una reforma fiscal en la primera mitad del sexenio, antes de la pandemia y la crisis inflacionaria, para allegarse de recursos que no se recaudan por estímulos fiscales, exenciones y tratos preferenciales, dijeron analistas.
Por ejemplo, mantener la tasa cero del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en alimentos y medicinas significó 433 mil 743 millones de pesos menos para el presupuesto de 2022, de acuerdo con cálculos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) contenidos en su análisis sobre renuncias recaudatorias.
En contraste, el subsidio a combustibles tendrá un costo fiscal de 328 mil 393 millones de pesos en el presente año.
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Las cantidades se incrementarán en 2023 a 466 mil 548 millones de pesos para el caso del IVA en alimentos y medicinas, y a 272 mil 634 millones de pesos para el estímulo a gasolinas y diesel, estimó la dependencia.
Este lunes, en la ceremonia por el 25 aniversario del Servicio de Administración Tributaria (SAT), el presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró el compromiso de su gobierno de no subir impuestos.
Sin embargo, una reforma fiscal que incluya cobrar la tasa de 16% de IVA a alimentos y medicinas podría traducirse en ingresos equivalentes a 1.6% del Producto Interno Bruto (PIB).
De acuerdo con el documento de la SHCP, que anteriormente se conocía como Presupuesto de Gastos Fiscales, la mayor pérdida recaudatoria se genera por la tasa cero del IVA a alimentos.
Para 2022 se estimó que se dejarán de obtener ingresos por 397 mil 887 millones de pesos por no cobrar el IVA a alimentos, cantidad que subirá a 427 mil 980 millones de pesos en 2023.
En medicinas, la merma para la recaudación pasará de 35 mil 856 en 2022 a 38 mil 568 millones de pesos el próximo año.
Canasta exenta
Para la directora del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Alejandra Macías, definitivamente se debe poner sobre la mesa el tema del IVA para una reforma fiscal.
“El IVA en alimentos y medicinas es un debate que debemos tener; analizar que se haga con una canasta básica exenta para no afectar a los más pobres”, dijo a EL UNIVERSAL.
Además, se requiere un análisis de las renuncias de impuestos, pues están muy concentradas en beneficio de los más ricos, y sobre todo para hombres.
Una reforma fiscal parece complicada en lo que resta de este sexenio, reconoce, pero es urgente porque se debe incrementar la base gravable.
En tanto, el profesor investigador del Tec de Monterrey, Héctor Villarreal, dijo que el actual gobierno tiene una ambivalencia en gastos fiscales.
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Explicó que en los primeros dos años de la actual administración hubo un esfuerzo genuino por reducirlos, pero ahora están “inflados” por dos razones.
La principal es que los estímulos fiscales a las gasolinas se llevan la “tajada de león”, pero también influyen las tarifas reducidas en las fronteras, principalmente en la zona norte.
Lo que pasa con las tasas fronterizas es que no tienen una justificación, dijo. En tanto, en el caso del IVA en alimentos, antes se deben arreglar varios aspectos por el lado del gasto, ponderó.
De lo contrario, no sería una buena medida, porque con la crisis inflacionaria afectaría a quien menos tiene, agregó.
Coincidió que la reforma fiscal será para el siguiente gobierno. “Le van a tirar una bola envenenada a quien llegue”, dijo.
Bajo esas circunstancias, será difícil elaborar el presupuesto para 2025, afirmó el experto.
En su análisis, la SHCP señaló que medir las pérdidas recaudatorias ayuda a la evaluación del sistema tributario y conocer el potencial de los gravámenes.
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