El nuevo gobierno que encabezará la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, podría lograr reducir a 3.5% del producto interno bruto (PIB) el déficit fiscal el próximo año como se comprometió, coincidieron analistas.
Pero advirtieron que persistirán retos estructurales para las finanzas públicas. De no corregirse estará en riesgo la calificación soberana de México, sentenciaron.
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Durante el seminario de Perspectivas Trimestrales 2024 “Retos para la Transición” organizado por el IMEF, el director de Estudios Económicos de Santander México, Rodrigo Barros, confió en que se cumplirá con la consolidación fiscal.
“Si habrá, está por verse”, condicionó.
Barros dijo que eso no implica que las finanzas públicas están libres de desafíos, ya que tenemos una recaudación de impuestos muy baja, un gasto público sumamente rígido con las pensiones y costo financiero que se llevan una buena parte del “pastel”.
En tanto la directora de Análisis Económico y Financiero de Banco Base, Gabriela Siller, estimó que serán muy cuidadosos por lo que propondrán que sea equivalente al 3.5%, como lo prometieron.
Aunque destacó que tendría que ser del 4.3% quitando el gasto ineficiente, por lo que las calificadoras estarán muy pendientes de cómo harán esta consolidación.
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Respecto a la volatilidad, Gabriela Siller previó que seguirá por varios factores.
“En julio tradicionalmente hay menos volatilidad por el periodo vacacional, pero ahora es constante el recordatorio de que ya viene la reforma judicial, se acercan las elecciones en Estados Unidos y otros factores como proyectos de inversión que se están posponiendo”, señaló.
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También, añadió, está la expectativa del paquete económico para el 2025 que el nuevo gobierno presentará al Congreso de la Unión el 15 de noviembre próximo.
Mientras que Rodrigo Barros indicó que en el terreno inflacionario el reto será calibrar bien lo que está pasando en el marco de una economía que se está desacelerando.
Sobre el proceso de relocalización de empresas, para Siller es una oportunidad que no estamos aprovechando ni siquiera el 7% de la inversión extranjera que China está perdiendo.
Lo anterior porque está muy focalizado en algunos sectores como el automotriz y en ciertas entidades federativas, expuso.
Rodrigo Barros, estableció que si bien el término “nearshoring” es indiscutible, todavía no se tienen los datos completos para calibrar su impacto.
No obstante, descartó un impacto del 8% en el crecimiento como lo tuvo en su momento China; no dudó que le dará un impulso para lo cual se requiere contar con un ambiente amigable para las inversiones.
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