La transición a la nueva normalidad no es pareja. Para la operación de un negocio formal es obligatorio el seguimiento de protocolos sanitarios al pie de la letra, mientras que en la informalidad, todo se reduce a tener gel.
Representantes del sector privado formal afirman que hay grandes exigencias de autoridades federales y locales sanitarias para sus operaciones, lo que contrasta con el sector informal.
El presidente de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo (Canaco) de la Ciudad de México, Nathan Poplawsky, explicó que por unas semanas en la capital se permitió que se escalonara la apertura de negocios, un día los de un lado de la calle y al siguiente los del otro lado; con horarios y protocolos sanitarios.
Expuso que esta dinámica favoreció a los informales, que además no cumplen medidas higiénicas necesarias frente a la emergencia. En el mejor de los casos sólo tiene gel antibacterial.
Los presidentes de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco), José Manuel López Campos, y el de la Cámara Nacional de la Industria de Conservas Alimenticias (Canainca), Alejandro Malagón, coincidieron en que la lista de exigencias para negocios formales es larga.
Por ejemplo, mencionaron la obligación del lavado constante de manos de los empleados, uso de gel antibacterial, caretas, toma de temperatura para el personal, tapetes a las entradas, reducción de aforos y sana distancia en filas y entre clientes.
En las industrias se quitaron hasta las puertas de acceso principal a los baños para que los empleados no la empujaran al entrar. A hipertensos y diabéticos se les mantiene en casa con goce de sueldo, se sigue el protocolo sanitario, dijo Malagón.
En un recorrido que realizó EL UNIVERSAL por distintas zonas de comercio en la Ciudad de México encontró que las personas que atienden puestos de comida traen tapabocas, pero en varios casos sin la colocación adecuada. En puestos formales también se presentó la situación.
En puestos de comida en mercados fijos y tianguis cuidan el protocolo sanitario y adaptaron lavabos portátiles para clientes que compran alimentos.
Sin embargo, en los puestos de tamales, tacos y comida que se instalan sobre las banquetas, si bien cuentan con gel, al momento en que sube la afluencia de clientes se olvida la sana distancia, no hay restricciones, ni protocolos en los que sí tienen que invertir los negocios formales.
Juan tiene un puesto de tacos en el tianguis con cuatro empleados. Él adaptó un lavabo provisional para que sus clientes limpien sus manos, además decidió poner cuatro mesas separadas.
Ofrece gel, pero acepta que, en ocasiones, ante el trabajo los cubrebocas se bajan solitos, pero afirma que los consumidores no le dicen nada.
Lo que contrasta con el caso de Rocío que trabaja en un negocio de mediano tamaño en el que tiene que usar careta, tapabocas y ponerse regularmente gel en las manos, lo que luego de dos horas es molesto, pero no tiene opción, porque el supervisor los reporta si alguien se quita el equipo.
Asegura que al llegar al trabajo pasa por un tapete sanitizante, le toman la temperatura y tiene que contestar un cuestionario extenso en el que le preguntan si tiene dolor de garganta, de cabeza o de cuerpo, tos; si mantiene aislamiento en los días que no trabaja, si se realizó la prueba del virus, si ha tenido contacto reciente con alguien que tiene Covid confirmado, entre otras más.
Además de que aleatoriamente a algunos compañeros le han hecho la prueba para ver si tienen Covid. Rocío ya se acostumbró al protocolo, aunque le cansa traer la careta, prefiere seguir las reglas a perder su trabajo.