Ginebra.— La Organización Mundial del Comercio (OMC) cumplió 25 años, un aniversario al que llega paralizada por una crisis de difícil pronóstico y de la que Estados Unidos es responsable.
“No es exagerado decir que la OMC se encuentra ante desafíos incumplidos. En los dos últimos años los gobiernos han impuesto restricciones al comercio que cubren un monto substancial de comercio internacional y que sólo el año pasado afectaron a importaciones por 747 mil millones de dólares”, recordó su director general, el brasileño Roberto Azevêdo.
Heredera del GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio) que funcionó entre 1948 y 1994, la OMC inició su andadura el 1 de enero de 1995 y representó la mayor reforma del comercio internacional desde la Segunda Guerra Mundial.
La OMC expandía su competencia a áreas que iban más allá del comercio de bienes para incluir el de servicios y asuntos relacionados con la propiedad intelectual, además de albergar un procedimiento de solución de controversias entre estados nuevo y aparentado a un sistema de arbitraje.
Su camino ha estado sembrado de obstáculos, como haberse erigido en la imagen de una globalización que beneficia a ricos a expensas de pobres y la escasa voluntad de los gobiernos de comprometerse con reglas para equilibrar las bases comerciales.
La agricultura fue la madre de las tensiones y el rechazo de los países más industrializados a rebajar la protección a sus agricultores (mediante barreras diversas a las importaciones o subsidios) fue una de las mayores razones para que la OMC no haya cumplido su misión negociadora.
En ese escenario quedaba su función de resolución de litigios comerciales entre países, a la que Estados Unidos ha dado un golpe certero al haber conseguido que el Órgano de Apelación de la organización dejara de funcionar desde el 11 de diciembre.
Sin posibilidad de apelación, el sistema creado para solucionar disputas comerciales por vía legal e inapelable pierde su credibilidad y algunos se preguntan si esto es una estocada de muerte para la organización.
Estados Unidos lleva tres años negándose a aprobar la designación de nuevos jueces para ese órgano. Sólo queda una miembro en funciones, cuando el número mínimo para operar es de tres.
Estados Unidos busca forzar una reforma del sistema de resolución de disputas de la OMC, que —desde su perspectiva— actúa de forma contraria a los intereses de su país, que entretanto se ha enfrascado en una guerra comercial con China y recurrido a medidas proteccionistas.
Los datos ofrecen un cuadro muy diferente al que plantea Donald Trump, ya que si se calcula el impacto que tiene pertenecer a la OMC sobre el PIB de cada país, Estados Unidos ha resultado ser el más beneficiado, seguido de China.