Al robo de energía eléctrica que le cuesta a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) 30 mil millones de pesos anuales se suma otro, silencioso, que la empresa no reporta públicamente, pero que en los primeros nueve meses del año le costó otros 75 millones de pesos.

Se trata del robo de toda clase de equipo: materiales, herramientas, rieles, placas, clavos para durmientes, cronómetros, controladores de carga, tanques de gas, mangueras, cable conductor de cobre, teléfonos fijos, equipos de cómputo, impresoras, laptops, video proyectores, sistemas de aire acondicionado, pantallas, conectores zapata de cobre, cuchillas y válvulas de llenado de tanque, entre otros.

También le roban tubería, malla ciclónica, vehículos, centros de carga para alimentación eléctrica, antenas, fuentes de poder, gabinetes fotovoltaicos, cámaras de termografía, remolques, piezas de acero de torres de transmisión y equipos DVR de grabación. Todo lo que puedan sacar para luego venderlo en el mercado negro o a los propios competidores de la CFE.

De acuerdo con fuentes de la empresa que pidieron no ser citadas para evitar conflicto con el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), por la naturaleza de lo que se sustrae “pueden ser los propios trabajadores” y, en menor medida, terceras personas.

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Además, se presume complicidad del personal de seguridad en las puertas de acceso y salida —otorgado por empresas de seguridad privada— de instalaciones de la CFE, tanto peatonal como a través de unidades que forman las cuadrillas que dan servicio domiciliario o que atienden alguna contingencia o daño en torres, postes, cableado aéreo o subterráneo.

Zona vulnerada

Las fuentes consultadas señalaron que el apetito de la delincuencia organizada y de los trabajadores se concentra en las plantas ubicadas en el Valle de México, que está dividido en centro, norte y sur, las cuales disponen de sus propias instalaciones.

De esta zona salen toda clase productos, cuyo valor ascendió —de enero a septiembre— a 38 millones 698.3 mil pesos, el equivalente a la mitad del robo hormiga a la CFE a escala nacional, de acuerdo con datos de la empresa entregados vía transparencia.

El problema parece no quitarles el sueño a los directivos, pues se centran en el robo de acero de las torres de transmisión y cable conductor, delito que ocurre con frecuencia fuera de instalaciones.

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Las amenazas

El robo hormiga no tiene un peso significativo en los documentos públicos de la empresa productiva del Estado.

En febrero de este año y prácticamente a unos días de dejar la subdirección de Seguridad Física de CFE, el capitán del Ejército en activo, Gustavo Cuevas Gutiérrez, hizo un balance en materia de seguridad de la eléctrica.

Reconoció que una de las principales amenazas para la comisión la representa la delincuencia común, encargada de robar acero y cobre, de manera especial en las zonas urbanas.

“El objetivo es lograr mantener los registros actuales y, de ser posible, intentar que continúen descendiendo las incidencias”, dijo.

Sin embargo, estas acciones se realizan fuera de las instalaciones de la empresa.

Aseguró que la CFE recurre a la contratación de seguridad privada para la protección intramuros. La empresa paga 46 millones de pesos al mes por la vigilancia de mil 240 efectivos del Ejército y la Marina para frenar el robo de cable y acero, así como para hacer frente al embate del Sindicato Mexicano de Electricisitas (SME), al que acusó de pretender tomar instalaciones.

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El informe destaca que el robo de acero y cable ponen en riesgo al Sistema Eléctrico Nacional.

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