La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ajustó sus estimaciones de crecimiento, en las cuales consideró que el actual entorno geopolítico y económico acentuará la desaceleración regional, sobre todo durante el próximo año.
En el caso de Latinoamérica y el Caribe pronosticó que en 2022 la expansión será de 3.2%, lo que significa una mejora con respecto al nivel de 2.7% que calculó en su reporte dado a conocer en agosto pasado. En tanto, el próximo año el avance del PIB será de 1.4%.
En sus nuevas proyecciones, la Cepal mantuvo la expectativa de crecimiento de 1.9% para México en el presente año, mientras que para 2023 la estimó en 1.1%.
A las economías de la región les afectará el bajo dinamismo de Estados Unidos en el consumo privado y en las exportaciones, sobre todo en el caso de México y Centroamérica, debido a que es su principal socio comercial.
Además, entre los países sudamericanos más afectados por el bajo dinamismo de China, al que destinan más de 30% de sus exportaciones, estarán Chile, Brasil, Perú y Uruguay.
“América del Sur se verá afectada también por la baja en precios de productos básicos y por las restricciones al espacio que la política pública tiene para apuntalar la actividad. La alta inflación ha impactado ingresos reales y los efectos sobre el consumo privado ya se han observado en algunos países a partir de la segunda mitad de este año”, alertó.
En su reporte, la Cepal expuso que se enfrenta “una coyuntura sujeta a importantes restricciones, tanto externas como domésticas”. Un ejemplo de ello es el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, que afectó negativamente el crecimiento global -y con ello la demanda externa que enfrentó la región este año- junto con acentuar las presiones inflacionarias, la volatilidad y costos financieros”.
En su análisis, añadió que debe considerarse también que “la mayor aversión al riesgo, junto a la política monetaria más restrictiva por parte de los principales bancos centrales del mundo, perjudicó los flujos de capital hacia mercados emergentes, incluyendo América Latina, además de propiciar depreciaciones de las monedas locales y tornar más onerosa la obtención de financiamiento para países de la zona”.
Con todo ello, se espera una desaceleración económica y una menor actividad en el comercio internacional, altas tasas de interés y menor liquidez global.
En la parte interna, la región se enfrentará en 2023 a un complejo entorno para la política monetaria y fiscal, mientras que la inflación afectará el consumo privado y las inversiones, aunque se espera que el próximo año llegue a su fin la escalada de aumentos de productos.
“Si bien se prevé que en 2023 este proceso [inflacionario] llegue a su fin —en la medida que se vayan anclando las expectativas de inflación en los países—, los efectos de esta política restrictiva sobre el consumo privado y la inversión estarán presentes durante 2023”, expuso la Cepal.
“En el ámbito fiscal, permanecerán altos los niveles de deuda pública en un gran número de países. En un contexto de altas demandas por gasto público, se requerirán medidas para fortalecer la sostenibilidad fiscal y ampliar el espacio fiscal mediante el fortalecimiento de los ingresos públicos”, planteó.
Hace una semana, como parte de sus expectativas económicas mundiales, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que la economía mexicana tendrá una expansión de sólo 2.1% en 2022, 1.2% en 2023, 1.8% en 2024, y en el siguiente sexenio se estancará en 2.1% entre 2025 y 2027, por debajo del promedio de la región.
Tendrá el mismo crecimiento de antes, cuando nadie esperaba el surgimiento de una emergencia sanitaria a escala mundial por Covid-19 y un conflicto bélico en Europa, ambos con repercusiones en la cadena de suministro de mercancías, mostraron las cifras del organismo multilateral.
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