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— Me encanta Twitter.
— Pues deberías comprarlo entonces.
— ¿Cuánto cuesta?
La conversación ocurrió entre Elon Musk y el presentador de radio Dave Smith en esa misma red social el 21 de diciembre de 2017.
"Este intercambio sigue persiguiéndome", escribió Smith este lunes, volviéndolo a compartir sin dar crédito, cuando se supo que Musk, la persona más rica del mundo según Forbes, cerró el trato para comprar Twitter por US$44.000 millones.
Se materializaba lo que cinco años atrás a más de uno les sonó a broma. Una más de Musk, tan dado a los chistes.
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"Es un tipo al que muchos han subestimado a lo largo de su carrera y que, en general, les ha demostrado que estaban equivocados", apunta James Clayton, el corresponsal de tecnología de la BBC en San Francisco.
"Elon Musk dice o hace cosas absurdas e incluso estúpidas, pero esas cosas absurdas y estúpidas terminan dando sus frutos", escribía el diseñador de videojuegos, crítico y director del Programa de Estudios de Cine y Comunicación de la Universidad de Washington en St Louis Ian Bogost para The Atlantic.
"Un bromista que da resultados", lo describía menos finamente —a bullshiter that delivers, fueron sus palabras en inglés — el analista tecnológico Benedict Evans en Twitter.
"Cuando todos los demás zigzaguean, él no solo zigzaguea, sino que prácticamente hace pretzels (una galleta salada retorcida en forma de lazo) y luego despega hacia el cosmos", concedía Kara Swisher, periodista especializada en empresas tecnológicas y fundadora de la web Recode, en un artículo de opinión para The New York Times.
"Hasta las estrellas"
"Per aspera ad astra!", exclamó a modo de lema el propio Musk en Twitter este martes: a través de las dificultades, hasta las estrellas.
Efectivamente, al estrellato ha conducido algunas de las seis empresas que fundó o de las que es hoy director ejecutivo o presidente: la aeroespacial SpaceX, y el fabricante de autos eléctricos Tesla y su subsidiaria SolarCity Corporation, especializada en energía solar.
También OpenAI, una compañía de investigación en inteligencia artificial; la neurotecnológica Neuralink, cuyo objetivo es desarrollar interfaces cerebro-computadora, y The Boring Company, de excavación e infraestructuras, cuyo nombre juega con la doble acepción de bore como perforar y aburrir, y que significa tanto "La empresa aburrida" como "La compañía de perforación".
Bueno, no, de Tesla no es el CEO, es el "tecnorrey".
Así se autodenominó, para marcar que "los únicos cargos con sentido en una empresa son presidente, secretario y tesorero" y el resto, como el de "CEO, son títulos inventados", dijo en diciembre durante la Cumbre del Consejo de Directores Ejecutivos organizado por The Wall Street Journal.
"Desde marzo soy legalmente el tecnorrey", zanjó.
Esa empresa que regenta es desde julio la más valiosa del sector automovilístico.
Pero además de hacerla lucrativa, con ella revolucionó dicha industria, como con SpaceX la de la aeroespacial privada, consiguiendo que unos cohetes reutilizables aterricen como despegan, de pie.
No son pequeños logros para alguien que emigró a los 17 años y con poco dinero desde Sudáfrica a Canadá, donde vivió de la amabilidad de sus parientes y lo que le daban unos trabajos ocasionales antes de inscribirse en las clases pregrado en la Universidad de Queen, en Ontario, y lograr después cursar Economía y Física en la Universidad de Pensilvania.
Según explica Ashlee Vance en su biografía superventas de 2015 Elon Musk: the Billionaire CEO of SpaceX and Tesla is Shaping the Future, se fue escapando de un padre emocionalmente abusivo y de un país cuya estrechez de miras despreciaba, con el sueño de triunfar en Estados Unidos.
Empezaría su andadura empresarial en los 90 con las start-up Zip2 (que vendió a Compaq, lo que le dio US$22 millones) y el banco online X.com (que se fusionó con la empresa propietaria de PayPal y fue vendida a eBay, con lo que Musk se embolsó US$180 millones).
Su "superpoder" y su visión del mundo
"Su superpoder es probablemente su habilidad para conseguir dinero para su visión de futuro", le dice a BBC Mundo Tim Higgins, autor de Power Play: Tesla, Elon Musk, and the Bet of the Century.
Pero ¿cuál es su visión de futuro, ese concepto ubicuo en los análisis de aquellos que tratan de descifrar la compleja figura de Musk?
"Elon es el mayor de los preppers", asegura Higgins, haciendo referencia a los llamados "preparacionistas" o survivalists que se alistan activamente para la llegada de una catástrofe.
"Tesla es su forma de intentar salvar el planeta del cambio climático. SpaceX tiene como misión que los humanos puedan vivir en otros mundos si este no funciona. Si lo enmarcas todo en ese contexto, se trata de lidiar con algunos de los peores problemas del mundo", asegura.
Es algo en lo que concuerda su hasta ahora único biógrafo, Ashlee Vance — Walter Isaacson, autor de las biografías de Henry Kissinger, Benjamin Franklin, Albert Einstein y Steve Jobs, está ahora preparando una sobre Musk, pero rechazó contestar a las preguntas de BBC Mundo—.
"Su propósito principal es crear una colonia en Marte no para cinco personas, sino para un millón (…)", contó Vance en una entrevista en 2015.
"Cree que algo horrible podría ocurrirle a la raza humana y que necesitamos un plan de respaldo, que nadie más está trabajando en ello, ciertamente no a esa escala, y que es él quien va a crear ese plan. Tesla y SolarCity forman parte del ese viaje".
El propio Musk se ha referido a los peligros que acechan a la humanidad en más de una ocasión. En diciembre, durante la Cumbre del Consejo de Directores Ejecutivos de The Wall Street Journal, afirmó que "uno de los mayores riesgos para la civilización es el bajo índice de natalidad".
"No hay suficiente gente. No puedo enfatizar esto lo suficiente: no hay suficientes personas", a lo que añadió que él, padre de seis, está "salvando a la humanidad teniendo más bebés".
Amante del riesgo y figura polarizante
Otros aspectos que, según coinciden los entrevistados por BBC Mundo, definen a Musk son su pragmatismo —"trabaja con aquel que esté en el poder sea cual sea su color político, para poder sacar adelante sus proyectos"—, su pensamiento libertario —"no confía en gobiernos"— y que no teme lanzarse a la piscina, incluso cuando no hay apenas agua.
"Tiene una tolerancia al riesgo inusual entre la mayoría de los directores ejecutivos", sigue Higgins.
"Mira las probabilidades y está dispuesto a decir que sí incluso cuando no hay un 100% de garantía. Está dispuesto a vivir con esa incertidumbre si cree que lo que tiene entre manos es una buena idea. Si piensa que existe una posibilidad, querrá aprovecharla", prosigue.
"Su estrategia es buscar el momentum, como si fuera un apostador en un casino. Esa es su clave".
Y con esa mentalidad parece haber hecho puesto todas las fichas en la casilla de Twitter.
Lo ha hecho asumiendo los riesgos de que es una compañía que nada tiene que ver con su experiencia empresarial - de una u otra manera, son proyectos de ingeniería—.
Y, como la figura controvertida y polarizante que es, con su último movimiento ha despertado la admiración de unos, pero también ha encendido las alarmas de otros.
Twitter (y los medios de comunicación) se ha llenado estos días gritos de aquellos que alertan los peligros de que la red social caiga en manos del hombre más rico del mundo que, a su vez, tiene en ella más de 87 millones de seguidores y donde tuitea compulsivamente.
"Es uno de los emprendedores con más seguidores en la plataforma. No es una estrella del pop o del cine, pero por el nivel de engagement (el número de reacciones y comentarios que generan sus mensajes) podrías pensar que lo es", le dice a BBC Mundo el consultor de redes sociales y analista Matt Navarra.
"El hecho de que pueda dirigir la atención del mundo hacia lo que quiera, ya no solo por la cantidad de usuarios que lo siguen, porque tiene una tribu muy comprometida a su alrededor, muy fanática, sino porque ahora al ser el propietario pueda tal vez moldear la plataforma para dirigir la conversación (…), ese nivel de poder es lo que resulta preocupante", explica.
Sea como sea, Musk insiste en que lo que quiere es hacer de la plataforma un espacio con verdadera libertad de expresión y que "no es una forma de ganar dinero".
"No me importa la economía en absoluto", dijo ya en la conferencia TED2022 el 14 de abril.
"En este momento de su vida está buscando cosas que lo entretengan o que sirvan para propósitos futuros de sus muchos negocios", asegura Navarra. "A estas alturas hace lo que sea que le entretenga, le divierta y estimule su intelecto".
"Es extremadamente inteligente y en el fondo busca tener un impacto positivo y duradero en el mundo y para la civilización en general, pero a veces creo que no entiende realmente el impacto y las ramificaciones que tiene lo que dice o hace, o que siente que no necesita dar explicaciones a nadie porque es quien es y tiene el dinero que tiene", continúa.
"Es un ser humano fascinante", cierra.
"Definitivamente, es una de esas personas únicas de toda una generación", concluye Higgins.
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