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México, al igual que el resto de América Latina, debe contar con planes y financiamiento de largo plazo propios para responder de manera pronta y efectiva a los choques agregados como desastres naturales, crimen, violencia y epidemias, para evitar que la población de menores ingresos e incluso de clase media se hundan en la pobreza, advirtió el Banco Mundial (BM).

En el reporte regional del BM, ¿Desarrollo económico inestable? Choques agregados en América Latina y el Caribe, se pone de relieve que los peligros de desastres naturales representan posiblemente los riesgos más grandes en la región.

La incidencia de estos fenómenos se triplicó en la región y a escala global entre 1970 y 2014, alertó.

Destacó que la región es sensible a terremotos y otros riesgos geológicos, pero el crimen y la violencia están entre los retos principales, al ser los más peligrosos del mundo.

El nuevo reporte regional del BM destaca que algunos fenómenos y enfermedades afectan a un gran número de gente al mismo tiempo, como los desastres naturales, el crimen, la violencia y epidemias (zika y chikungunya), y representan un desafío considerable para la población vulnerable de la región, sobre todo en el actual contexto de bajo crecimiento económico y creciente déficit público.

Urgen planes en AL contra los desastres naturales: BM
Urgen planes en AL contra los desastres naturales: BM

Señaló que en México los pobres tienen casi tres veces más posibilidades de ser afectados por algún desastre natural en términos de pérdida de vivienda, cultivos y ganadería, que las personas en situación de vulnerabilidad o de clase media.

Los hogares, dijo, también pueden verse obligados a retirar a sus hijos de la escuela para beneficiarse con su trabajo, pero el costo a pagar sería menor desarrollo del capital humano.

Una vez que los niños mexicanos son retirados de la escuela debido a algún choque severo, la probabilidad de que vuelvan a ser matriculados es casi 30% menor en comparación con los que permanecen en la escuela, estableció el documento.

Autosuficiencia. En el documento liderado por Javier E. Báez, Alan Fuchs y Carlos Rodríguez-Castelán se pone de manifiesto que los gobiernos prefieren destinar recursos para políticas y programas que generen beneficios en el corto plazo, incluso si éstos son menores.

A pesar de los recientes y notables progresos económicos y sociales, la gestión de riesgos entre personas, hogares, comunidades, pueblos y países latinoamericanos sigue siendo inadecuada. Hacen ver que en ciertos casos los gobiernos deciden recurrir a la ayuda internacional en momentos de crisis, lo que debilita los incentivos para prepararse efectivamente frente a las crisis antes de que ocurran.

Los expertos consideraron que para abordar estas deficiencias es necesario desarrollar previamente planes contingentes de coordinación, que permitan predefinir el financiamiento y las acciones necesarias para responder a los desastres.

Reconocen al Fonden. En el documento se dedica un recuadro especialmente a poner como caso de éxito al Fondo de Desastres Naturales (Fonden), mecanismo que consideran podría ofrecer una ganancia doble en términos de desarrollo económico; primero, al afrontar las pérdidas generadas por los desastres naturales, y, segundo, al permitir que los gobiernos locales y hogares reasignen recursos de actividades productivas de bajo riesgo y bajo rendimiento más seguras, pero ineficientes, a actividades más riesgosas pero más productivas, mejorando así las decisiones sobre gestión de riesgos.

Se enfatiza que es probable que los hogares y gobiernos con presupuestos limitados opten por el gasto corriente, en vez de invertir en la mitigación de riesgos, acusaron.

Argumentaron que la falta de información sobre la gestión de riesgos limita la capacidad de los organismos privados y públicos para evaluarlos, socavando esfuerzos para asegurarse contra choques de diversa índole.

Volver a la pobreza. En el reporte se reconoce que América Latina y el Caribe han tenido éxito en desarrollar redes de protección social para aliviar la pobreza. Pero es momento de usarlas para mejorar la resiliencia de aquellos hogares que aun sin ser pobres tiene un alto riesgo de caer en la pobreza si son afectados por un choque agregado.

Explica que la mayoría de personas que dejaron de ser pobres, no pasó directamente a formar parte de la clase media, sino que continuó en situación de vulnerabilidad, es decir, individuos que aún deben afrontar altos niveles de inseguridad económica.

Cerca de cuatro hogares de cada 10 pertenecen a ese grupo, representando la clase socioeconómica más grande de la región. “Debido a su alto grado de exposición, muchos de estos hogares podrían volver a caer en la pobreza con un solo choque alto en la región”, concluye el informe.

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